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Reportaje:Información privilegiada | Empresas & sectores

Marea negra en torno a RepsolLa venta de coches cae un 50% en noviembre

La polémica sobre la venta del 30% de la petrolera salpica también en Argentina

Miguel Ángel Noceda

El barrizal que ha originado la venta del 30% del grupo Repsol a la entidad rusa Lukoil ha trascendido también en Argentina, mientras los dos principales accionistas (Sacyr y La Caixa) se mantienen a la expectativa sobre las negociaciones de venta de sus títulos en la compañía. Los principales activos del grupo petrolero están en el país suramericano, pertenecientes a YPF, la empresa en la que Repsol tiene el 85% y el grupo Eskenazi el 15%, mientras el Estado argentino se guardó la propiedad de 1.000 acciones exclusivas (denominadas tipo A) que le dan derechos especiales.

Y si en España se ha originado todo un maremoto por la operación, con ramificaciones políticas (el líder del PP, Mariano Rajoy, ha pedido una comisión de investigación parlamentaria), el Ejecutivo que preside Cristina Fernández de Kirchner mira cada vez con más preocupación la evolución del proceso, que tiene a los bancos acreedores de Sacyr enfrascados en arduas negociaciones con el grupo ruso. En definitiva, ni en un lugar ni en otro se observa con buenos ojos la entrada de capital ruso en un sector considerado estratégico como el petrolero.

El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, ha tratado de tranquilizar al argentino subrayando que Repsol va a seguir siendo una empresa con sus centros de decisión en España y Argentina. Eso es lo que quieren oír en Buenos Aires. Pero, en la Casa Rosada, sede del Gobierno argentino, tienen muy claro que en el caso de que el nuevo inversor en Repsol, toda vez que cristalice la operación, quiera revisar los acuerdos firmados entre Repsol y la familia Eskenazi para repartirse el control de YPF, actuarían en consecuencia para oponerse a la operación.

Argentina no cuenta con la posibilidad de ejercer la acción de oro en el sentido de vetarla. El Estado sienta un representante en el consejo de administración de esta compañía y, evidentemente, se opondría si los derroteros discurrieran por ese camino. Desde esa posición puede oponerse, por ejemplo, a que se vendiera la empresa, que se cambiara la sede o que se quisieran vender pozos de petróleo.

En ese sentido, parece que los términos pactados con la firma rusa no contemplan ningún tipo de intromisión de ese tipo y que se mantendría la gestión a cargo del equipo directivo presidido por Antonio Brufau. Es decir, los centros de decisión del grupo seguirían estando en España y Argentina, extremos que evitarían esos conflictos. Es lógico, por otra parte, que todos quieran curarse en salud y pongan advertencias en el trayecto, por mucho que el propio Brufau insista en subrayar que si Lukoil, o cualquiera que fuera el que entrara en Repsol, quisiera controlar la empresa estaría obligado a lanzar una oferta pública de adquisición (OPA) sobre el 100% del grupo. La oferta de Lukoil se limita al 30%, tope en el que está fijada la obligatoriedad de lanzar una OPA por la ley de valores española.

La postura del Gobierno argentino, que en cualquier caso todavía no ha pasado de ser un comentario de fuentes de su entorno, puede servir perfectamente de argumento más al Ejecutivo español para montar la oposición al acuerdo. Según las fuentes consultadas, el Gobierno de Kirchner apoyaría que el español realice una intervención directa y tome eventualmente el 20% de Sacyr, algo que también han sugerido fuerzas sociales y sindicales en España, además del PP. Es una posibilidad de difícil ejecución porque supondría un precedente peligroso, ya que se consideraría que ayuda a una empresa cuando no lo ha hecho con otras, y también porque está muy reciente el proceso de privatización de empresas públicas llevado a cabo en España y que precisamente terminó el Gobierno del PP.

Mientras tanto, el grupo constructor presidido por Luis del Rivero y la caja de ahorros que preside Isidro Fainé han pasado una semana repleta de tensiones, en la que parece haberse terminado la convivencia pacífica que habían mantenido durante estos dos últimos años, desde que Sacyr entró en la petrolera. Pero las dos partes coinciden en que quieren vender. La primera porque los ingresos obtenidos por la venta le supondrían un extraordinario respaldo para rebajar su deuda de 18.000 millones de euros y la caja porque considera que su inversión en Repsol ya está madura y se puede sacar muy buenos réditos por ella. -Información

privilegiadaLa caída de la venta de coches sigue sin freno. Mañana se anunciará la correspondiente a noviembre y todo apunta a que durante este mes se ha recortado un 50%. El porcentaje, uno de los mayores ocurridos en los últimos 15 años, confirma la atonía de meses anteriores y justifica las ayudas anunciadas por el Gobierno de 800 millones, que han sido bien recibidas por el sector, con mucha presencia en España.

El presidente de Repsol, Antonio Brufau (izquierda), y Enrique Eskenazi, tras firmar la alianza en diciembre del año pasado.
El presidente de Repsol, Antonio Brufau (izquierda), y Enrique Eskenazi, tras firmar la alianza en diciembre del año pasado.ÁLVARO GARCÍA

Una relación plagada de vicisitudes

La relación entre el Gobierno argentino y Repsol ha pasado por serias vicisitudes desde que el grupo español entro en YPF en los noventa. La última se arregló mediante un acuerdo que permitió a la familia Eskenazi hacerse con el 15% de la empresa argentina a través de la firma Petersen. Al frente de YPF se colocó como presidente su patriarca, el octogenario Enrique Eskenazi, un hombre muy cercano a Néstor Kischner, que fue el que hizo el último intento de renacionalización de YPF. Su hijo Sebastián figura como primer ejecutivo, mientras el grupo Repsol confía su representación principal en Buenos Aires a Antonio Gomis, un hombre de entera confianza que guarda muy buenas relaciones con la familia argentina.

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Sobre la firma

Miguel Ángel Noceda
Corresponsal económico de EL PAÍS, en el que cumple ya 32 años y fue redactor-jefe de Economía durante 13. Es autor de los libros Radiografía del Empresariado Español y La Economía de la Democracia, este junto a los exministros Solchaga, Solbes y De Guindos. Recibió el premio de Periodismo Económico de la Asociación de Periodistas Europeos.

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