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Reportaje:

China anida en Wall Street

Nueva York vive una fiebre de salidas a Bolsa de compañías del gigante asiático

La marea china también inunda el corazón del capitalismo, y no solo porque los nuevos emprendedores del gigante asiático estén gastándose una fortuna en comprar rascacielos en Manhattan. Es un desembarco en toda regla en Wall Street, hasta el punto de que uno de cada cuatro estrenos del último año en la Bolsa neoyorquina tuvo como protagonista una firma china.

La última en dar el salto ha sido la automovilística Zenix Auto. En el mercado Nasdaq, las empresas chinas superan ya a las de Israel, el país extranjero que tenía el mayor número en lista. Son compañías que, como la agrícola Le Gaga, aterrizan en las Bolsas de EE UU porque tienen la posibilidad de hacerse con liquidez varias veces, a diferencia de Asia, donde solo cuentan con una oportunidad.

Las verdaderas estrellas del baile son las empresas tecnológicas
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El New York Stock Exchange (NYSE) registró 99 estrenos bursátiles en 2010, de los que 22 fueron de compañías chinas. Nunca había tenido tantas ofertas públicas de venta procedentes del gigante asiático. Superó el récord de 17 de 2007. Scott Cuttler, responsable de las nuevas incorporaciones al parqué de referencia en Wall Street, explica que la fiebre es reflejo del interés por empresas de economías emergentes entre los inversores estadounidenses.

Pero las verdaderas estrellas de este baile son las nuevas firmas tecnológicas. Y todo esto sucede mientras los inversores se dejan llevar por el frenesí que está provocando la eventual salida a Bolsa de Groupon, Facebook, Twitter y

Zynga, tras la veta abierta el jueves por la plataforma de contactos profesionales LinkedIn.

El frenesí por las OPV de empresas tecnológicas chinas siguió tomando cuerpo a final de 2010, cuando Youku y Dangdang se colocaron en el centro de atención. La primera se presenta como el YouTube chino; la segunda se suele asociar con el clon asiático de Amazon. En el recuerdo, aunque lejano, estaba muy presente el espectacular estreno de Baidu, el mayor buscador chino.

El Google asiático debutó en Nueva York en agosto de 2005 a 27 dólares. Abrió a 60 y cerró el primer día de cotización en el Nasdaq a 124. A final de abril tocó techo cerca de los 150 dólares. En ese mismo periodo, la curva del índice Standard & Poor's 500 quedó literalmente plana. Youku subió un 160% en el primer día de cotización el pasado diciembre.

China es una mina para las firmas tecnológicas por el potencial que puede generar en ingresos publicitarios el creciente apetito consumista de sus 457 millones de usuarios de Internet. Una cifra que Boston Consulting Group calcula que podría elevarse a 700 millones a mediados de esta década. Eso, en términos de comercio electrónico, supondrá un negocio de 305.000 millones de dólares.

Todo el mundo hace números, aunque tomando cierta distancia frente al entusiasmo inicial. Baidu, como el resto de valores chinos, está sufriendo desde hace tres semanas una importante corrección en su cotización. Lo mismo pasa con las puntocom Sohu y Sina. Y a Renren, conocido como el Facebook chino, le cuesta aguantar el precio de su estreno tras un prometedor debut.

Si la historia de Baidu sirve como referencia, tuvo una evolución bastante pobre durante el primer año de cotización. De hecho, en los primeros seis meses perdió un 60% de su valor si se compara con el precio de cierre del primer día. Por eso desde Wall Street aconsejan a los que compraron títulos de Youku y Dangdang en diciembre que se abrochen fuerte el cinturón.

La combinación de China y red social provocó tal apetito entre los inversores que hizo que las acciones de Renren subieran un sólido 30% en la primera jornada de cotización. Era como si estuvieran haciendo caso omiso a cualquier tipo de riesgo asociado a la compañía. Hasta que todo el bombo que parecían tener los valores tecnológicos chinos en abril pareció esfumarse.

Un día después del debut de Renren, otra tecnológica lanzaba su OPV.

NetQin Mobile se estrenaba, sin embargo, con una caída de casi el 20%. Lo mismo le pasó a la industrial Zenix. Los que invierten en títulos de empresas chinas saben que los bandazos son comunes. Unas veces, motivados por cambios en la política en China. Otras, por la marcha de la economía y la temida segunda burbuja tecnológica.

El detonante de la última desbandada fueron los resultados de Sina, propietaria del servicio de mensajería Weibo. Se quedó corta respecto de lo que esperaba el parqué. Los inversores anticipaban una caída del beneficio de la puntocom, pero no tan pronunciada. Eso hizo a muchos replantearse sus estrategias. Pero visto de otra manera, ahora están más baratas.

La forma de analizar y entender cómo operan las firmas chinas no tiene nada que ver con la valoración de las del mundo occidental. Se ignoran detalles que tienen muy en cuenta en otros mercados. Lo que prima es la tendencia. Aunque, como sucede con sus pares en Silicon Valley, los inversores esperan productos nuevos, y eso requiere invertir en desarrollo y marketing.

También está el reto de los clones. Sin embargo, no son pocos los analistas que restan importancia a las luces rojas de las últimas semanas. Insisten en que China es el mayor mercado del mundo en Internet y, sobre todo, subrayan su rápida expansión. Pero nadie está tampoco seguro al cien por cien de que los números que presentan sean reales, porque la información es opaca. Y eso plantea un problema.

Los responsables de las nuevas incorporaciones de empresas en el Nasdaq admiten que el examen de los estrenos bursátiles de compañías chinas debe ser "más intenso" que los protagonizados por firmas de EE UU. Un ejercicio que se hace aún más necesario cuando se trata de empresas pequeñas. Aun así, aseguran que se les somete a las mismas auditorías contables.

La pregunta que sobrevuela en Wall Street es la siguiente: ¿se ha invertido con exceso en estos valores? La paciencia es lo que caracteriza la cultura china desde hace miles de años. Y si

Baidu sirve de nuevo de guía, lo razonable sería esperar a que estos nuevos valores chinos se asienten, sobre todo si el inversor no tuvo oportunidad de comprar cerca del precio de salida.

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