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Reportaje:

Kioto se cuela en la inversión

Barcelona acoge la mayor feria mundial de comercio de emisiones de CO2

Cristina Delgado

En la cartera de inversiones de una empresa se puede encontrar petróleo. Literalmente. También oro, maíz, arroz, caucho... Una norma básica rige a todas las materias primas en Bolsa: cuanto más escasean, más valen. En el caso del dióxido de carbono (CO2), el problema es justo el contrario: sobra. Pero eso no impide que también haya acabado en el parqué. En su caso, lo que se puede comprar o vender es el derecho a emitirlo. Un mercado nacido a partir de la necesidad de luchar contra el cambio climático y cuyos cimientos hay que buscarlos en el Protocolo de Kioto. La próxima semana, los bonos de emisiones recalarán en Fira de Barcelona, ya que allí se celebra este año Carbon Expo, la mayor feria dedicada a este comercio.

El mercado de emisiones nació para reducir el efecto invernadero

Los países que ratificaron el Protocolo de Kioto se comprometieron durante un primer periodo (entre 2008 y 2012) a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en una cifra no inferior al 5% respecto a los niveles de 1990. Para conseguirlo, en la Unión Europea se estableció un sistema de bonos de emisión. A las empresas de sectores con elevadas emisiones de CO2, su país les asigna un tope de emisiones, un nivel cada año un poco más reducido, de manera que al final del periodo la cifra global de gases haya menguado. Si una empresa quieren emitir más CO2 del que tienen asignado, deberá comprar bonos (cada bono equivale a una tonelada métrica) para ese excedente. Si por el contrario ha emitido menos de lo previsto, puede vender su excedente a otros.

Existen actualmente alrededor de 12.000 instalaciones de 30 países (los 27 Estados miembros de la Unión Europea e Islandia, Liechtenstein y Noruega) a los que les afecta el sistema de control de emisiones. Para el intercambio existen mercados no sujetos a los reguladores bursátiles habituales, que funcionan según la normativa pactada a nivel europeo. En España, por ejemplo, está Sendeco2, un mercado secundario que nació en 2004 y donde se compran y venden derechos de emisión de la UE (EU ETS, por sus siglas en inglés) y créditos de carbono (CER). "En él pueden operar todo tipo de inversores. Acuden empresas con derechos de emisión, pero también bancos, brókeres, fondos de inversión...", explica Ismael Romeo, director general de Sendeco2. Actualmente, según esta Bolsa, los derechos de emisión europeos cotizan a cerca de 16 euros la tonelada de CO2. El funcionamiento, dice Romeo, es similar al del mercado del petróleo, y hay quien compra para usar la materia (en este caso, el derecho a emitir) y quien compra para especular con ella.

"El sistema europeo ha sido pionero en el comercio de emisiones de gases de efecto invernadero. Ha demostrado a la comunidad internacional que un sistema con límite de emisiones, con un comercio de permisos asociado a aquel, puede ser una herramienta efectiva para mitigar el cambio climático", asegura Andrew Steer, enviado especial sobre cambio climático del Banco Mundial.

Además de bonos europeos, en las Bolsas también se venden y compran los CER, otro tipo de bonos de emisión que se consiguen a través de proyectos en países en desarrollo. Es decir: una empresa instalada en Europa invierte en crear, por ejemplo, una producción de energía renovable en Nicaragua. A cambio, las toneladas de ahorro de contaminación que logre allí las podrá convertir en bonos CER que cotizan o usarlas para compensar su CO2 en Europa. "El comercio de derechos proveniente de esos proyectos es un avance importante desde la perspectiva del desarrollo sostenible, ya que facilita el acceso a recursos financieros adicionales para el desarrollo de aquellos países, al tiempo que contribuye a mitigar los efectos de los gases de efecto invernadero", apunta Steer.

A nivel internacional, China es el país que más contamina, con más de 7.000 millones de toneladas emitidas en 2009. Le siguen Estados Unidos, India, Rusia y Japón. España emitió en 2008 unos 400 millones de toneladas. Según el Protocolo de Kioto, de momento solo los países desarrollados están obligados a reducir sus emisiones con respecto a 1990.

¿Qué se podrá ver en Carbon Expo, que se celebrará en Fira de Barcelona entre el 1 y el 3 de junio? Por una parte, a los diferentes implicados del sector. Allí acuden para hacer contactos desde brókeres de emisiones hasta representantes de países en vías de desarrollo interesados en empresas que necesitan ganar derechos de emisión a golpe de proyectos. Será la segunda vez que Carbon Expo se celebre en Barcelona, ya que tuvo lugar aquí también en 2009. El año pasado, celebrada en Colonia, la feria reunió a 3.000 visitantes de 111 países.

El evento de este año también gana importancia ante la cita de finales de año en Durban, donde las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático deben decidir el futuro del Protocolo de Kioto. Además, las conferencias que se lleven a cabo tendrán especial interés porque el mercado está en un punto de inflexión: para el próximo periodo de compromiso del protocolo, del año 2013 a 2020, el mercado de emisiones se enfrenta a cambios. Entre ellos, el sistema de asignación de derechos de emisión pasará a ser obligatorio para más sectores. Además, el 50% de la asignación de emisiones no será gratuita, sino que se hará mediante subasta y en el caso de las eléctricas, todas las emisiones deberán conseguirlas a través de subasta. Y el sistema de registro de derechos pasará a estar centralizado.

Bolsa a ritmo energético

La emisión de una tonelada de CO2 en los mercados ronda actualmente los 16 euros. ¿Qué afecta a su cotización? "Sobre todo, el petróleo. Cuando sube su precio, sube el de los derechos de emisión, porque muchas industrias se pasan a energías más baratas como carbón o fueles, pero que emiten más CO2 y, por tanto, que se prevé que necesitarán comprar derechos de emisión", explica Ismael Romea, de la Bolsa Sendeco2. Del mismo modo, explica, también afecta el clima: cuando hace mucho calor o mucho frío, el gasto energético se dispara y las compañías eléctricas necesitarán aumentar sus emisiones, por lo que su precio sube. Al margen de la energía, hay otros elementos puntuales que afectan. El robo masivo de derechos de emisión que hubo en 2010 o los anuncios sobre cambios regulatorios a partir de 2013, por ejemplo, han generado inestabilidad. -

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Sobre la firma

Cristina Delgado
Es subdirectora y se encarga de la edición digital de EL PAÍS. Antes fue redactora jefa de Economía, sección en la que se incorporó al periódico, en 2008. Licenciada en Periodismo y en Comunicación Audiovisual, ha realizado el máster UAM-ELPAIS y posgrados de información económica y gestión.
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