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Reportaje:

Leche, un sector en retirada

Masivo abandono de ganaderos y falta de relevo generacional

En menos de dos décadas, el sector de la leche ha pasado de 150.000 a menos de 23.000 explotaciones; de un censo de 1,5 millones de cabezas de ganado a unas 860.000; de una producción superior a los siete millones de toneladas, entre leche con cuota y leche que circulaba en los mercados como leche negra, a unas producciones en los últimos años que no llegan a cubrir una cuota actual de 6,24 millones de toneladas y que se colocó en la última campaña en solo 5.860.000 toneladas.

Esta situación de sector en retirada, con la consiguiente destrucción del tejido socioeconómico y abandono en el medio rural, se produce en un país con una demanda de leche y productos lácteos de unos nueve millones de toneladas que se cubre con importaciones masivas de otros países comunitarios entre los que destacan Alemania, Portugal y, sobre todo, Francia. Galicia, toda la cornisa y el norte de Castilla y León, donde dominaban las pequeñas explotaciones, han sido las zonas más afectadas.

En las últimas dos décadas se pasó de 150.000 a menos de 23.000 granjas
Los precios a la baja y el aumento de costes cierran las explotaciones

La situación de retirada en el sector de la leche es consecuencia, en primer lugar, de un problema de rentabilidad.

En la última década, salvo la escalada de las cotizaciones registrada en la campaña 2007 y en parte de la de 2008, cuando los precios llegaron a los 0,48 euros litros por la crisis mundial de los alimentos, los ganaderos han mantenido unos precios estabilizados o a la baja entre los 0,25 y los 0,30 euros. En esta campaña, las cotizaciones se han movido en las zonas productoras más importantes en cifras por debajo de los 0,28 euros. Esta congelación o bajada de las cotizaciones se ha desarrollado en paralelo con un fuerte incremento de los costes de producción por el aumento de los precios de las materias primas para la alimentación animal. Para la organización sectorial Productores Lácteos, los costes de producción se elevan a una media de 0,37 euros litro, donde se incluyen unos gastos mínimos salariales a cuenta de los ganaderos

Consecuencia de todo ello, según datos manejados por COAG referidos a la última campaña, el sector ha sufrido unas pérdidas de 423 millones de euros, unos 18.000 por explotación. Esta situación supone el cerrojazo de las granjas cuando sus propietarios tienen alguna mínima salida en otra actividad.

Junto al problema de los precios y la baja o nula rentabilidad de la actividad, la situación de retirada en el sector de la leche responde igualmente a un problema histórico de falta de ordenación y vertebración en origen, donde las empresas han hecho y deshecho a su antojo, según sus intereses del momento en sus relaciones con los ganaderos. En este escenario no se incluiría la situación de las cooperativas. La falta de capacidad negociadora de los ganaderos y el poder dominante de las industrias han supuesto tradicionalmente la imposición de precios para la leche entregada, sin ningún tipo de negociación. En su día, ese poder de la industria y sus políticas de pactos para no robarse ganaderos supuso incluso la imposibilidad para un ganadero de cambiarse de empresa. Esta situación vino igualmente determinada por la falta de contratos entre ganaderos y empresas. La producción de leche acarrea igualmente una inseguridad cuando una industria decide abandonar una ruta de recogida para un producto perecedero que no puede almacenar más de un tiempo prudencial si dispone de amplias instalaciones de frío.

A este escenario de imposiciones y precios a la baja en orígenes ha sumado en los últimos años la estrategia de la gran distribución para imponer la marca barata, más del 60% de la cuota de mercado, cuyas consecuencias finales las ha seguido pagando el ganadero como último eslabón de la cadena.

Este cúmulo de dificultades para desarrollar la actividad ganadera con seguridad y rentabilidad, junto a la realidad de un trabajo esclavo y socialmente de baja consideración, se ha traducido en un sector donde los mayores abandonan y donde no hay incorporaciones como relevo generacional, a pesar de la crisis en otros sectores.

Frente a este problema de un sector en retirada, desde la Administración se han tratado de poner en los últimos tiempos, sin el éxito necesario, algunas medidas, fundamentalmente encaminadas a lograr un mayor equilibrio entre industriales y ganaderos.

Hace poco más de un año, organizaciones agrarias y los industriales, con la presencia de la Administración y la gran distribución, firmaron el Pacto de la Leche por el que ambas partes se comprometían a suscribir contratos de compraventa a un precio ligado a los precios pactados entre los ganaderos y los industriales de leche franceses como cotización de referencia, al ser ese el país desde donde se realizan las mayores importaciones. A más de un año vista de ese acuerdo, la realidad es que solamente se han sumado al mismo poco más de 5.000 ganaderos con el 25% de la cuota de producción nacional.

El acuerdo no ha funcionado, y de ello da prueba la crisis en el sector. Ante esta situación, organizaciones agrarias, industria y la Administración agraria están trabajando en los últimos dos meses en la elaboración de un contrato tipo donde se incluyan aspectos como volumen de leche a entregar, duración, calidad, condiciones de pago y, sobre todo, la posibilidad de fijar precios en función de aspectos como los costes de la materia prima o los precios de venta al consumidor.

Acosada por las críticas de los ganaderos de leche, especialmente en Galicia, objetivo de la ministra anterior, Elena Espinosa, era que el contrato sea algo obligatorio para el próximo año en línea con las directrices sobre las que se halla trabajando también la Unión Europea. Uno de los obstáculos más importantes a la hora de poner en marcha ese contrato es la inclusión en el mismo del tema precios, ante el temor a posibles denuncias de Competencia. Por ese motivo, desde el sector se reclama a la Administración agraria española que, antes de nada, asegure un soporte jurídico sobre la legalidad de los contratos y las competencias de las organizaciones interprofesionales, como sucede en países vecinos, como Francia.

La crisis en el sector de la leche en los últimos tiempos no ha sido solamente un problema español, sino que el mismo se ha desarrollado en todos los países de la UE. Ha sido tal su gravedad, que Bruselas eligió la leche como sector de referencia para analizar un problema y proponer soluciones con posibilidad de aplicar a otros sectores. En las recomendaciones del Grupo de Alto Nivel para resolver el problema destaca la necesidad de una política de contratos, la negociación colectiva de los productores a través de sus organizaciones, más poder para las organizaciones interprofesionales o el perfeccionamiento de la cadena alimentaria. En España está todo por hacer.

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