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Reportaje:

Vietnam, refugio del fabricante español

Una veintena de empresas aprovechan los bajos costes laborales del país asiático

China ya no es la fábrica del todo a cien. Lo sabe bien José Luis González, quien, sin saber una palabra de inglés, aceptó hace nueve años el reto de establecer la producción de Petrel 92 en el gigante asiático. Fue entonces cuando esta empresa alicantina decidió "apostar por el zapato de calidad media y fabricar en China". Esa era la única salida para evitar el cierre. "No éramos competitivos desde España y comprendimos que la internacionalización era clave para mantener los puestos de trabajo y la rentabilidad en casa", explica González. "No podíamos estar dando siempre negativas al cliente que demandaba precios cada vez más bajos".

Sin embargo, muchos competidores y parte de la ciudadanía no lo entendieron así. "Se nos echaron encima y nos insultaron porque pensaban que nos íbamos para hacer más dinero". Pero, poco tiempo después, González se llevó una sorpresa. "Me encontré a algunos de ellos en China buscando proveedores. Para algunos fue demasiado tarde". Porque en el país de Mao Zedong el panorama ha cambiado.

La castellonense Fritta es la que más ha invertido: cuatro millones de euros
La mayoría de las compañías son textiles o de calzado

"En su momento llegamos a producir hasta un millón de pares de zapatos al año y alcanzamos un buen nivel de calidad". Pero la paulatina apreciación del yuan, sumada al imparable aumento de los costes laborales, ha restado atractivo al sector de las manufacturas de menor valor añadido, que ha encontrado en Vietnam una interesante alternativa. Hace ya un lustro que Petrel 92 vaticinó el escenario actual y se convirtió en una de las pioneras en este país.

"Es la estrategia de China + 1, que busca diversificar riesgos y producir más barato, además de atacar otros mercados como el de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN)", explica Alberto Cerdán, consejero económico de España en Ciudad Ho Chi Minh (antigua Saigón), capital económica de Vietnam. "Ya se han establecido en el país 25 empresas españolas, la mayoría de los sectores de textil y calzado, atraídas por la mano de obra barata y de calidad, y la estabilidad política". Los mismos señuelos que China utilizó para atraer inversión extranjera.

Ahora, Petrel 92 fabrica sus zapatos a las afueras de Ho Chi Minh. Más de 900 trabajadores, sobre todo mujeres, dan forma a los modelos que se podrán adquirir la próxima temporada en las tiendas de Mango y Next, entre otras marcas. En la línea de producción la maquinaria es escasa porque, como explica González, "resulta más barato hacerlo de forma manual". Cada empleado cobra en torno a 75 euros mensuales, dependiendo de las horas extra, una cantidad digna para el nivel de vida vietnamita.

"Nos hemos olvidado de que nosotros fuimos los chinos de los italianos y de que la industria del zapato en España creció por las mismas razones que ahora florece en Vietnam: esta es una industria de mano de obra intensiva que siempre buscará costes más bajos", apunta González, nacido en una familia de larga tradición zapatera y que se introdujo en el oficio a los 13 años. "Pero se ha demostrado que con calidad e innovación la industria se puede mantener en lugares como Italia o España gracias al producto de gama alta", apostilla.

Sin embargo, Javier Petremet ha optado por producir en Vietnam incluso los productos de más calidad. Y eso que lo suyo es el sofá nórdico. Este español nacido en Pakistán, de padre vasco y madre india, llegó a Saigón como director financiero de Decathlon, pero se cansó y decidió establecerse por su cuenta con la experiencia adquirida en la multinacional. Abrió la web imagineoutlet.com, a través de la cual ofrece sofás de la gama más alta a precios casi de fábrica. "El cliente paga por adelantado y entonces comienza la fabricación, que puede seguir paso a paso a través de fotografías que le enviamos", comenta. Un proceso diferente que no ha calado todavía en España. "Mi principal mercado es Francia", reconoce, "y la crisis se nota mucho".

Sebastià Balcells no tenía gama alta a la que aferrarse y con la debacle económica tuvo que echar el cierre en Cataluña. "Es la típica historia de una pequeña empresa familiar del textil", cuenta. "Las vacas gordas nos tuvieron anestesiados hasta que llegó la gran debacle. Los pedidos cayeron en picado y veíamos cómo la competencia asiática nos comía el mercado". Pocos años después de haber registrado un récord de ventas, Traval Vai tuvo que echar la persiana.

"Nos internacionalizamos tarde", reconoce Balcells, "y el primer contacto con una empresa vietnamita fue todo un desastre, así que tomamos la decisión de enviar por barco toda la maquinaria y establecernos por nuestra cuenta, sin dejar en España ni siquiera una oficina de representación. Porque ahora estamos mejor que nunca y queremos vender en Vietnam". Y para ello acaban de crear una marca de ropa deportiva que quieren introducir en los colegios internacionales del país.

"Generalmente, las empresas que se establecen en Vietnam lo hacen para producir y exportar a los mercados tradicionales, con Europa y Norteamérica a la cabeza. Se desprecia el mercado interno, y teniendo en cuenta la crisis actual, creemos que eso es un error", explica Balcells. "No es fácil abrirse camino en un país cuyas leyes resultan vagas, ni lidiar con el trabajador vietnamita, y mentiría si asegurase que jamás he pasado un sobre por debajo de la mesa. Pero Vietnam es un país de oportunidades que despierta frente a una China en la que ya está todo hecho. Allí habríamos pasado desapercibidos y ya no existiríamos". No obstante, Balcells asegura que todavía pierden pedidos contra competidores chinos porque "allí hay más especialización y mayor productividad".

Quizá por eso en Vietnam se teme a China. Tanto que incluso un decreto -el número 46- estipula que por cada empleado extranjero que sea contratado por una empresa, esta se ve obligada a emplear en el mismo puesto a un nativo, como aprendiz, para que en el futuro pueda relevarlo. "Está destinado a controlar el número de trabajadores chinos y filipinos", comenta Juan del Casal, presidente del Grupo de Empresarios Españoles en Vietnam y director de Fritta, fabricante castellonense de esmaltes para cerámicas que, con cuatro millones de dólares, ha realizado la mayor inversión de España en el país asiático. "A pesar de la competencia, hemos conseguido crecer a un ritmo del 40% anual, y hemos aumentado nuestra cuota de mercado en el país del 3% en 2007 al 12% actual, y esperamos alcanzar el 20%". Es la recompensa de haber sido pioneros.

Próximo destino...

En la última década, Vietnam no ha tenido problema para crecer en torno a un 7% anual. Y el HSBC prevé que el comercio aumente un 144% de aquí a 2025. Pero según el Banco Asiático de Desarrollo, este año cerrará con una expansión más modesta, del 5,6%, y Juan del Casal, director de Fritta en Vietnam, reconoce que la situación en el país está empeorando. "Vietnam se está enfriando, los sueldos aquí también crecen, y el clima empresarial está empeorando. Es difícil conseguir divisas, se ha frenado el crédito y la corrupción es un problema grave". De hecho, la satisfacción de las compañías establecidas en el país asiático ha caído de casi un 80% al 52%. Por todo ello, empresas como Petrel 92 ya están considerando la posibilidad de mudarse a otros países, "aunque creemos que Vietnam todavía tiene recorrido".

Pero cuando se le acabe, los países de la región, y algunos de más allá, estarán esperando con los brazos abiertos. "Camboya, Myanmar [antigua Birmania] e Indonesia son ya alternativas reales, aunque sus infraestructuras no son todavía las adecuadas y carecen de una red de proveedores sólida, pero que la creen es solo cuestión de tiempo", analiza José Luis González, responsable de la producción de Petrel 92. "Y todavía quedan India y África", apostilla.

En el textil, Bangladesh e India son ya alternativas interesantes. "Pero no cuentan con los acuerdos de cooperación de la ASEAN+China", apunta Alberto Cerdán, responsable de la Oficina Económica y Comercial de España en Ciudad Ho Chi Mihn. "Por eso la competencia se centra en la mano de obra, y es feroz. No obstante, en todos los países crecen los costes y comienza a darse un curioso fenómeno: algunas empresas consideran que España puede volver a ser competitiva".

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