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Reportaje:

De la máquina de coser a la aeronáutica

La empresa guipuzcoana Alfa se transforma y revitaliza el tejido industrial de Eibar

Aunque sigue vendiendo 65.000 unidades todos los años, hace tiempo que Alfa no fabrica sus célebres máquinas de coser. La actividad dejó de ser rentable a principios de la década de los noventa y la compañía guipuzcoana tuvo que reinventarse a sí misma para sobrevivir. Hoy, a punto de cumplir los noventa años, Alfa es un grupo industrial diversificado que exporta la mitad de su producción y apuesta fuerte por la internacionalización.

"Si tengo que valorar algo de Alfa es su vitalidad, la capacidad que ha tenido para sobrevivir a circunstancias difíciles", afirma el director general de la compañía, Ion Ander Buenetxea, con sólo un año en el puesto. "Alfa ha tenido una visión de futuro ambiciosa y ha sido capaz de reconvertir lo que era vital para nosotros, la máquina de coser, en un grupo industrial que aspira a ser referente en todas sus áreas de negocio".

El grupo lo forman hoy 13 empresas con mil trabajadores y negocios en la industria, el arte y los electrodomésticos

Fundada en 1921 por un grupo de trabajadores socialistas de Eibar, Alfa se estrenó fabricando revólveres Smith & Wesson. Pronto las armas dieron paso a la máquina de coser, que se convertiría en su producto estrella y daría a conocer la marca por toda España y parte del extranjero. ¡Pepe, la Alfa!, rezaba un eslogan publicitario que se hizo popular en los años sesenta, quizá el momento de esplendor de la empresa. En aquellos días, hasta 1.600 trabajadores se dedicaban a fabricar máquinas de coser en Eibar.

Pero llegó la crisis industrial en los años ochenta y Alfa estuvo a punto de desaparecer. Al rescate acudió el grupo Eteceta, del empresario local Enrique Treviño, que se hizo cargo de la compañía en 1993 y puso en marcha una nueva estrategia: dejar de fabricar la máquina de coser y remodelar las instalaciones para atender sectores como la automoción, la aeronáutica, la defensa o la electrónica. "Fue una decisión valiente, osada, porque hubo que invertir mucho dinero en adecuar las plantas productivas a las exigencias de otros sectores que no eran la máquina de coser", señala Buenetxea, de 43 años.

El grupo Alfa lo forman hoy 13 empresas que en 2007 facturaron conjuntamente 105 millones de euros, con un cash flow de 15 millones. Su plantilla la integran cerca de mil personas integradas en tres divisiones: industrial, pequeño electrodoméstico y arte. La actividad industrial supone el 80% del negocio del grupo. Sus principales líneas de negocio son la mecanización, la estampación en frío y la microfusión de acero y aluminio, y entre sus clientes figuran grandes marcas como Renault, General Motors, Airbus, Delphi, Zardoya-Otis... La posición de Alfa en estos negocios se ha visto reforzada en los últimos años con la adquisición de otras empresas vascas como Mallabi, Industrias Gol y Dinalot. "Todas estas adquisiciones", dice el director general, "se han ido haciendo con la estrategia de reforzar aquellas unidades de negocio que consideramos estratégicas". Francia, Alemania y Estados Unidos son los principales destinos de las exportaciones, que suponen ya más del 50% de la producción.

Alfa Hogar se dedica a vender pequeños electrodomésticos, entre ellos la máquina de coser, hoy made in China. La marca conserva una cuota de mercado cercana al 60% en España y es un producto con futuro, explica Buenetxea, gracias a los inmigrantes y a la creciente afición a la costura como hobby. La división de hogar, que aporta un 15% de los ingresos del grupo, tiene 2.000 puntos de venta en España y Portugal, incluyendo 34 tiendas en propiedad.

Al visitar la sede de Alfa sorprende ver una gigantesca escultura de Jorge Oteiza junto a la entrada de un taller. Tras pasar varios años instalada en una plaza de Eibar, la obra está completamente cubierta de grafiti y necesita una buena limpieza. Y es que la empresa eibarresa ha aprovechado su experiencia en la fundición de bronce para hacer negocio con la construcción y el mantenimiento de grandes esculturas. "Es sin duda nuestra unidad más refrescante", dice Buenetxea. "Nuestra misión es industrializar, construir el sueño, la idea, la creatividad de un genio, ya sea un escultor o un arquitecto". Alfa Arte, que también fabrica regalos de empresa, facturó el año pasado unos cuatro millones de euros. La división tiene 28 trabajadores y realiza unos 100 proyectos al año.

La cueva de Ekain

Otro proyecto novedoso en el que se ha enfrascado Alfa es la fabricación de una réplica de la cueva de Ekain. Ubicada en la localidad guipuzcoana de Cestona, la gruta conserva importantes pinturas del paleolítico. Se espera que reciba unas 100.000 visitas al año cuando la réplica abra al público en una fecha cercana. El espíritu cooperativo fundacional pervive en Alfa, y así lo refleja la estructura accionarial del grupo. Antiguos trabajadores controlan un 15% del capital social, el equipo directivo ostenta un 11%, y el grupo Eteceta, el 70%. La sociedad de capital riesgo Socade, controlada por el Gobierno vasco, tiene el restante 4%.

Los destinos de Eibar y de Alfa han ido de la mano durante casi un siglo. La compañía, que no descarta una futura salida a Bolsa, es hoy de nuevo el motor económico de la ciudad y ha contribuido a revitalizar la actividad económica en la comarca. Es la empresa que más empleo da en Eibar y la cuarta en Guipúzcoa. Cuando funciona Alfa, funciona Eibar.

Célebre por ser la primera ciudad en proclamar la Segunda República, el 14 de abril de 1931, Eibar albergó en su época de esplendor fábricas de armas, de bicicletas (con las marcas BH, Orbea y GAC) y de motos Lambretta. La depresión económica de los años setenta, consecuencia de la crisis del petróleo y del fin del proteccionismo de la industria, hizo caer su población de casi 40.000 personas en 1970 a las 28.000 actuales.

Alfa patrocina otra de las instituciones de la ciudad, la Sociedad Deportiva Eibar, cuyo equipo de fútbol juega en Segunda División. "Creemos que el Eibar representa la imagen y los valores en que creemos: esfuerzo, humildad, modestia, trabajo bien hecho y en equipo", afirma Buenetxea.

Alfa atravesó serias dificultades a principios de los años noventa. La diversificación de sus líneas de negocio fue la clave de su renacimiento.
Alfa atravesó serias dificultades a principios de los años noventa. La diversificación de sus líneas de negocio fue la clave de su renacimiento.

Fabricar en Rumania, comerciar en China

Alfa dio el año pasado un paso más en su plan de modernización. El equipo directivo que había capitaneado la reconversión a principios de los noventa dio paso a una nueva generación dispuesta a hacer negocios fuera de España. "La nueva generación ve el mundo como algo natural y ve el mercado como una oportunidad", dice Ion Ander Buenetxea, formado en EE UU y con experiencia en Mondragón Corporación Cooperativa (MCC). "Hablamos cinco o seis idiomas, podemos ir a China o a México con total naturalidad".

La internacionalización es una de las grandes apuestas de la nueva dirección. Alfa tiene previsto construir este año una fábrica en la ciudad rumana de Brasov para estar más cerca de sus clientes de países como Polonia y la República Checa. Rumagol, que así se llamará la fábrica de Rumania, comenzará a producir en el primer trimestre de 2009 y se dedicará en un principio a la estampación. "Si queremos ser un referente en el sector de automoción, y nuestros clientes están en Europa del este, tiene poco sentido que les suministremos desde aquí", dice Buenetxea.

Alfa abrió el año pasado una oficina comercial en Shanghai (China) para buscar alianzas, explorar nuevas vías de negocio y estar más cerca de sus proveedores. Y la compañía, explica su director general, ha comenzado también a estudiar la posibilidad de hacer negocios en India.

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