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CARL ICAHN

El 'tiburón' huele sangre en Yahoo!

Claudi Pérez

Activista de las finanzas o directamente tiburón, como suelen llamarle en los cenáculos de Wall Street, el multimillonario estadounidense Carl Icahn tiene una curiosa teoría sobre las cúpulas ejecutivas de las compañías norteamericanas: "Se están convirtiendo todos en idiotas". Icahn -conocido por sus camisas azules con cuello blanco, las mismas que han vestido durante muchos años algunos empresarios en Madrid- no es precisamente un paladín de lo políticamente correcto. Su chiste favorito, "Si necesitas un amigo, cómprate un perro". Su actividad favorita, disparar contra los consejos de administración de las empresas en las que invierte para sacar la máxima tajada. Los ejecutivos le tienen miedo: siempre deja huella, nunca pasa por una empresa sin hacer ruido. Yahoo! es el último ejemplo.

Icahn nació en Queens, un barrio de Nueva York de los que imprimen carácter, hace 72 años. Estudió Filosofía en Princeton y empezó también Medicina, pero decidió dejarlo para encaminar sus pasos hacia Wall Street, adonde llegó -dice la leyenda apócrifa- con 4.000 dólares en el bolsillo. Empezó a invertir en bonos basura en la década de los ochenta, y en ese mercado se hizo millonario antes de pasarse al capital riesgo. Nunca ha usado un ordenador personal. Y aun así Forbes estima su fortuna en 14.000 millones de dólares y le sitúa entre los 50 hombres más ricos del mundo. Entre la nómina de empresas en las que ha invertido figuran algunas de las principales multinacionales de Estados Unidos: Nabisco, TWA, Texaco, Phillips Petroleum, Western Union, Revlon, Imclone, Federal-Mogul, Time Warner y Motorola, entre muchas otras.

En Yahoo!, Icahn repite el esquema que tantas veces le ha dado pingües beneficios. Desde que el gigante Microsoft puso sus ojos en el buscador de Internet, Icahn se ha dedicado a comprar unos 60 millones de acciones -en torno a los 1.000 millones de euros-, un 4% del capital de Yahho! Los analistas no tienen dudas: el tiburón ha olido sangre y va a por su presa. Esta semana ha pedido la dimisión del fundador y consejero delegado de la compañía, el hasta ahora intocable Jerry Yang, a quien acusa de haber torpedeado la oferta de Microsoft. Ha nombrado al que sería su consejo de administración en caso de tomar las riendas de la compañía, algo parecido a lo que hacen algunos partidos políticos cuando pierden unas elecciones. Y se ha lanzado a intercambiar insultos -eso sí, por carta- con el consejo de Yahoo! La junta de accionistas, prevista para el 1 de agosto, promete ser un buen espectáculo de fuegos artificiales.

Icahn ha logrado lo que perseguía: agitar la escena y subir la tensión varios enteros. En Motorola y Time Warner hizo algo parecido. No logró finalmente derrotar a sus respectivos consejos en las batallas que planteó, pero montó un espectáculo y sacó rendimiento de su jugada. Otras veces sí lo ha conseguido: en BEA Systems no paró hasta que el consejo volvió a negociar con Oracle, que permitió alcanzar una oferta satisfactoria para las dos partes.

Icahn, como suele suceder con los grandes nombres de Wall Street, es un conocido filántropo. Invierte desinteresadamente millones de dólares en escuelas y hospitales. Pero lo que de veras le gusta exhibir en sus oficinas de Manhattan son los certificados de las empresas que ha invadido de forma rentable. Los enmarca para dar fe de sus conquistas. Seguramente tiene preparado un nuevo marco dorado para Yahoo! Aunque, en este caso, Steve Ballmer y Bill Gates tienen mucho que decir.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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