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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Esperando a Josep Pla

Con una gran edición denominada "canónica" -pero que no lo es- que ha encerrado sus más de treinta mil páginas escritas (o reescritas) en catalán, en 47 gruesos volúmenes, todavía seguimos careciendo de una verdadera edición de la obra completa de Josep Pla (1897-1981), sin duda el mayor escritor de las letras catalanas -y uno de los más grandes de las españolas en general- del siglo XX. Y no será precisamente por la falta de atención de uno de sus grandes valedores, Arcadi Espada, compañero en estas mismas páginas, que suele volver a él como las moscas al panal de su miel preferida, cada vez que cuenta con el más mínimo pretexto. Y ello quizá por el mayor de los motivos, pues Arcadi Espada es sobre todo un gran periodista, un buen entrevistador para empezar, un todoterreno del género -hasta en la informática-, un reportero excepcional (como demostró en su insuperable y premiado Raval que justificó los elogios del propio Sánchez Ferlosio, y al que sólo le faltó tener razón), un profesor y un verdadero "escritor en los periódicos" (González Ruano se autobautizó así y su herencia ha pasado a través de Umbral a sus múltiples herederos de hoy) que dignifica el género de la prensa elevándolo a través de la literatura que ostenta y muestra hasta ese gran retorcimiento metaperiodístico que le valió el Premio Espasa de Ensayo con sus Diarios hace un par de años. Bien, la cosa está clara, Josep Pla fue un gran periodista y es y será un gran escritor, que resulta ser el mejor modelo para su -pese a sus reticencias- gran discípulo que resulta ser el propio Arcadi Espada, eso es todo.

JOSEP PLA: Notas para una biografía

Arcadi Espada

Omega. Barcelona, 2005

264 páginas. 25 euros

Pues bien, lo primero que advierte Espada es lo que este libro es y no es, "unas notas para una biografía, aún inexistente, de Josep Pla", aunque en su bibliografía final parezca contradecirse, pues figura en primer lugar el libro de Cristina Badosa Josep Pla, biografía del solitario, de 1997; está claro, aunque no se diga, que la biografía de la Badosa no es buena, pues se basa más en el testimonio de quien fue su mujer, la noruega Adi Emberg, pero de la que vivió separado más de la mitad de su larga vida. Por su parte, Arcadi Espada ha preparado, en estrecha colaboración con otro gran experto en Pla -y su mejor traductor actual Xavier Pericay-, los dos gruesos volúmenes de sus Diarios (Espasa, 2001 y 2002) que reúnen cuatro de los grandes "dietarios" de su obra completa en catalán (el uno y fundamental El cuaderno gris, en la clásica traducción de Dionisio Ridruejo y su esposa Gloria de Ros), más el 12 de Notas dispersas, para el primero, y las Notas para Silvia (el 26) y las Notas del crepúsculo (el 35), estos tres últimos títulos en la gran traducción de Pericay. Como se ve, la labor de ambos colaboradores en el relanzamiento de Pla en castellano, así como la agitación mediática que le sucedió, incluida alguna sesión de debate en el seno de la Fundación Pla de Palafrugell, donde las actuaciones de Arcadi Espada no estuvieron exentas de reticencias, pues su gran modelo nunca estuvo a sus ojos exento de fragilidades ideológicas. Para Espada, Pla fue un gran conservador -como para Valentí Puig- lo que le acerca quizá a la visión que tuvo de él el escritor valenciano Joan Fuster, cuyo gran prólogo a su obra catalana completa quizá molestó al propio Pla, pues no admitió fácilmente la comparación entre la ideología "del payés" y la del campesino o "mujik" presoviético.

Bien, para un experto en Pla

como Arcadi Espada, no cabe duda de que su personaje oculta muchas más cosas que las que revela y que todavía existen en su torno demasiadas incógnitas. Así las cosas, Arcadi Espada ha querido renovarse en el material utilizado hasta el momento, echando mano de unas "notas" para los diarios de los años 1965, 1966, 1967 y 1968, ya publicadas en catalán por Vergés, pero todavía no incluidas por completo en su Obra completa todavía parcial, que ha seguido siendo objeto de toda suerte de censuras y manipulaciones, tanto por parte de su gran editor, Josep Vergés, como por las de sus respectivos herederos y hasta por la de la fundación de Palafrugell que lleva su nombre, lo que va formando a estas alturas una maraña bastante compleja e inacabada.

Considero un acierto que Es-

pada haya empezado estas "notas" con la descripción pormenorizada de los apuntes que Pla dejó esbozados para recordar cuatro años de su vida -1965, 1966, 1967 y 1968-, que Vergés publicó en catalán (y que parcialmente están en el volumen 39 y el complementario A, que no completó nada) aunque están censurados y algo manipulados, como confesó el propio editor, por lo que todavía estamos esperando la versión auténtica. Entre otras cosas, las razones de la censura fueron sobre todo eróticas, pues no hay ni rastro de los últimos amores del escritor (que aquí se señalan con la inicial de "A") una mujer a la que vio en dos de sus últimos viajes a Argentina (ella vivía allí, ya casada), a la que ayudaba económicamente y con la que mantuvo abundante correspondencia, cuya huella parece haber desaparecido. Pero Espada que colaboró con Beltrán Gambier y la especialista Anna Caballé en la identificación de la misteriosa letra inicial (Aurora Perea, modista y antigua compañera de Josep Pla, que vivía casada y en modesta posición en Argentina, donde también fallecería después), con quien mantuvo correspondencia antes y después de su exilio, de la que hay constancia en las notas de Pla pero que no han aparecido todavía, algo de lo que Arcadi Espada se queja insistentemente. Pues si Josep Pla no fue precisamente un "hombre cubierto de mujeres", ni un ligón, pues se mantuvo siempre dentro de un tono totalmente frío y antisentimental y de una discreción bastante absoluta -no creía en la interioridad, que le parecía ridícula-, lo cierto es que mantuvo numerosas relaciones con el sexo contrario, siempre dentro de los límites de un materialismo total, que configuraba por completo su concepción de las relaciones amorosas.

Espada describe las notas de

Pla en tercera persona con total fidelidad y hasta completando las censuras supuestas, con lo que expone las dos obsesiones finales de su vida, la presencia creciente de la muerte -por entonces murió su longeva madre, y además recoge en la antología final el estremecedor fragmento "un infarto de miocardio", incluido ya en el segundo tomo de los Diarios, donde se describe con total frialdad el primer aviso que padeció en 1972 (nueve años antes de su muerte) y sus días de posterior hospitalización- y una recrudescencia del erotismo en sus recuerdos y últimas vivencias en sus relaciones con "A", ya desenmascarada, pese a la ausencia de las cartas cruzadas entre ambos, que describe como un retour d'age final conmovedor, que nunca podrá terminar bien. Menos mal que en la última y breve parte antológica recoge una especie de charla final -en la excelente traducción de Pericay- donde el gran escritor resume su existencia, y que constituye un gran canto a la vida. Todo lo cual demuestra que Arcadi Espada ha realizado un buen trabajo de acercamiento a la espléndida figura de su maestro, y que sólo le falta completarlo cumpliendo una promesa que nos ha dejado pendiente y que no cabe duda, dada su bien pertrechada tenacidad, que pronto cumplirá: escribir la biografía completa de esa gran figura que se llamó Josep Pla Casadevall.

Josep Pla, con unas amigas en Pals (Girona), en 1957.
Josep Pla, con unas amigas en Pals (Girona), en 1957.

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