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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Dos alemanes y el poder

Lamentaba Proust (Contra Sainte-Beauve. Recuerdos de una mañana) que Charles-Agustin Sainte-Beuve se tomase la crítica como un botánico moral. Antes de juzgar una obra, el fundador del método biográfico anotaba al detalle las circunstancias en que se había producido, incluyendo investigaciones casi minuciosas sobre la biografía del escritor, sus herencias, los amigos, las etapas de su labor... No es mal método: a veces es más importante una descripción que un juicio. Debería aplicarse más veces, y hoy a hombres tan representativos -en el sentido carlyliano del término- como el teólogo Ratzinger y el filósofo Habermas.

Lo de menos, con ser mucho, es que Ratzinger, hoy indiscutible pontífice del catolicismo, fuese durante décadas inmisericorde inquisidor romano, o que Habermas esté alzado ya al pedestal de los grandes filósofos. Lo relativo hoy sería su obra intelectual, el primero como teólogo dogmático de larga influencia incluso en el lejano Concilio Vaticano II; el segundo, como pensador ilustrado y atento a los debates de la modernidad. El caso Günter Grass -el descubrimiento de que el autor de El tambor de hojalata militó en las SS a los 17 años- vuelve a convertir en sustancial, ahora, el que se trate de intelectuales alemanes crecidos bajo el criminal régimen nacionalsocialista.

DIALÉCTICA DE LA SECULARIZACIÓN

Joseph Ratzinger / Jürgen Habermas

Traducción de Pablo Largo / Isabel Blanco

Encuentro. Madrid, 2006

69 páginas. 8 euros

ENTRE NATURALISMO Y RELIGIÓN

Jürgen Habermas

Varios traductores

Paidós. Barcelona, 2006

363 páginas. 23 euros

Ratzinger tenía 18 años cuan

do Hitler fue derrotado en 1945. Los mismos años que Grass, con el que coincidió en el servicio militar. Habermas, en cambio, cumplía apenas los 16. Pero no importan edades ni circunstancias: ningún intelectual alemán se escapa al juicio de comportamientos en aquel régimen de formas patológicas y criminales. Habermas acaba de ganar un pleito al historiador Fest por acusarle de vínculos o simpatías con el nazismo.

Grass, Ratzinger, Habermas: los tres siguen marcados por avatares de su adolescencia. Pese a todo, sorprende que el último libro del filósofo, Entre naturalismo y religión, publicado en Alemania hace un año, ofrezca un primer capítulo inesperado. Se titula La constitución intersubjetiva del espíritu guiado por normas, y dedica muchas páginas a explicarse, pese a empezar afirmando que "la vida de un filósofo es pobre en acontecimientos externos". De inmediato relata cómo tuvo la suerte que no acompañó a Grass y a Ratzinger: "Era demasiado joven como para poder cargar con las circunstancias políticas; ni siquiera fuimos soldados", escribe.

Pocas veces vienen más a cuento las raíces biográficas de los intelectuales, como Habermas se encarga de argumentar poniendo por testigo -por testimonio- el infame comportamiento del gran Heidegger, que despachó su persistente desvarío hitleriano como "un destino del Ser".

El nuevo libro de Habermas tiene más cosas, pero es difícil resistir el subrayado de su primer capítulo. Tampoco se deben pasar por alto algunas de las afirmaciones del teólogo Ratzinger, metido a político cuando el 19 de enero de 2004 aceptó discurrir con Habermas en la Academia de Baviera, en Múnich, sobre el Estado democrático y sus peligros, sobre el poder, y sobre la razón y la fe. Lo dicho allí circuló en múltiples versiones y por varios circuitos de comunicación, curiosos todos por saber en qué podían coincidir un inquisidor romano y un pensador "carente de oído musical para la religión" (así se ve Habermas, apelando a Max Weber). Se publica ahora en España todo el debate, con una atinada presentación de Leonardo Rodríguez Duplá. Se trata de dos maneras de ver el mundo, dos estilos literarios incluso, pero, sobre todo, de intelectuales alemanes marcados por parecido y atormentado pasado.

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