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Reportaje:

La guerra continúa

Enrique Gil Calvo

La precariedad laboral del trabajo flexible, la desaparición de la clase obrera dentro de la sociedad posindustrial y la llegada masiva de inmigrantes para desarrollar los trabajos peor pagados han sido tres factores determinantes en la desaparición de las tradicionales clases sociales. Varios libros analizan una situación en la que la única ideología es el consumo y todavía no se ha conseguido identificar la nueva estructura social que llenará el vacío dejado por la vieja.

Aunque en España no haya guerra social, sí hay una rampante exclusión social

Como no podía ser menos, las transformaciones económicas desencadenadas por lo que se viene llamando "globalización neoliberal" han causado también ingentes cambios en la estructura social del mundo opulento, caracterizado por el capitalismo financiero, el imperialismo poscolonial y la democracia de mercado. La vieja estructura de clases de la sociedad industrial de consumo de masas, también llamada sociedad de clases medias porque estaba rígidamente estructurada en torno al antagonismo entre la patronal (directivos y propietarios empresariales) y la clase obrera (trabajadores por cuenta ajena y empleados de cuello azul), separadas por un amplio colchón interclasista que servía de amortiguador contrarrevolucionario (la clase media de funcionarios, profesionales y empleados de cuello blanco), está hoy en trance de progresiva liquidación o desestructuración. Y las razones de que así ocurre son tres, en lo esencial. Ante todo, la precariedad laboral del trabajo flexible y la formación continua, que ha disuelto las señas de identidad profesional de las clases medias. Después, la extinción de la vieja clase obrera, que ya no tiene sentido en la sociedad posindustrial de los servicios terciarios y cuaternarios. Y por último, la irrupción masiva de inmigrantes poscoloniales, que han ocupado los estratos más bajos de la pirámide social para desempeñar los servicios manuales peor pagados. El resultado es un desclasamiento generalizado, en el que los trabajadores han perdido su conciencia de clase y los universitarios se convierten en mileuristas, estando todos ellos invadidos en común por el mismo consumismo desclasado de la sociedad de bajo coste. Es lo que registran con sintética perspicacia notarial dos observadores italianos: el periodista Gaggi y el economista Narduzzi, demasiado deslumbrados por el éxito comercial de las compañías low cost (WalMart, McDonald's, Ryan-Air, Easy-Jet, Ikea, Zara, Starbucks, etcétera).

Es lo que un ensayista como

Zygmunt Bauman ha bautizado como "modernidad líquida" y un sociólogo como Ulrich Beck denomina sociedad "individualizada". Pero entonces, si la vieja división en clases antagónicas se está disolviendo, ¿qué nueva estructura social está ocupando su lugar para rellenar el hueco que deja vacío? Es la pregunta del millón para todo sociólogo que se precie, pues todavía no tenemos ninguna respuesta clara para poder contestarla. Ahora bien, respuestas confusas hay muchas. Algunas de éstas, como la "modernidad líquida" de Bauman y la "individualización" de Beck, ya las he comentado críticamente en ocasiones previas. Aquí recojo otro intento no menos confuso de responder a la pregunta, aunque también de innegable éxito editorial. Me refiero al de Toni Negri, intelectual italiano famoso por apadrinar las luchas de Autonomía Obrera durante los llamados años de plomo, y al que se acusó de inducir al secuestro y asesinato del estadista Aldo Moro en 1978.

Después de su purgatorio judicial, Antonio Negri ha renacido como nuevo gurú posmoderno tras publicar junto con Michael Hardt dos libros de éxito: Imperio (Paidós, 2002) y sobre todo Multitud. Guerra y democracia en la era del Imperio (Debate, 2004). Es en esta última obra donde plantea su modelo de nueva estructura social característica de la llamada posmodernidad, a la que denomina multitudo: un sujeto colectivo capaz de protagonismo histórico y acción revolucionaria pero que no es ni una clase social ni un pueblo ni una nación ni una masa. Pues entonces ¿qué es?: un magma en red, o sea, una estructura a mitad de camino entre la individualización líquida de Bauman-Beck y la sociedad-red de Castells. Pero como semejante confusión no resulta refutable, ello le da ocasión a Negri para profundizar en su invento tratando de explicarlo mejor. Ahora acaban de ser traducidos dos nuevos libros suyos, el primero, una refundición de fragmentos procedentes de otros tres libros previos inéditos en castellano (Máquina del tiempo, 1982; Fábricas del sujeto, 1987, y Kairós, 2000), que ya exploraban el concepto de multitudo; el segundo, una recopilación de conferencias dictadas entre 2002 y 2004 donde también redunda en la temática de Imperio y Multitud.

Pero si bien el nuevo sujeto revolucionario propuesto por Negri no parece conceptualmente convincente, acierta sin embargo al rastrear la emergencia actual de nuevas contiendas o guerras sociales, estén protagonizadas por esotéricas "multitudes" o por las ya conocidas clases sociales. De estas guerras de clase, que emergen de los conflictos que atraviesan la nueva estructura social desclasada, tratan los dos libros siguientes. El primero es de un sociólogo urbano francés, al que podríamos definir como marxista militante, pues continúa empleando la vieja metodología explicativa de la lucha de clases, aplicándola a los conflictos neocoloniales que incendiaron las banlieues de las grandes ciudades francesas en otoño de 2005. Para Garnier, las clases sociales continúan existiendo y se siguen enfrentando en abierto conflicto estructural. Y el segundo es de Susan George, conocida activista antiglobalización y vicepresidenta de ATTAC, que interpreta el doble NO plebiscitario de franceses y holandeses a la abortada Constitución Europea como una expresión directa de la nueva guerra social inducida por la globalización neoliberal.

¿Y qué decir de nuestro país?

Aquí no parece haber guerra social, extinción de la clase media ni sociedad de bajo coste. Al revés, la especulación inmobiliaria de muy alto coste ha enriquecido a nuestras rozagantes clases medias engolfándolas en el individualismo posesivo que se alimenta del inflacionario efecto-riqueza. Pero si no hay guerra social, sí que hay una rampante exclusión social. Y para comprobarlo, nada mejor que leer el último libro aquí reseñado, una investigación sobre grupos marginales socialmente desclasados y económicamente excluidos que utiliza el método biográfico bajo la dirección del conocido politólogo catalán Joan Subirats.

de combates. Jean-Pierre Garnier. Traducción de Ámbar J. Sewell. Virus. Barcelona, 2006. 173 páginas. 15 euros.

Nosotros, los pueblos de Europa. Lecciones francesas para repensar Europa y el mundo. Susan George. Traducción de Griselda Piñero. Icaria. Barcelona, 2006. 174 páginas. 14 euros.

Fragilidades vecinas. Narraciones biográficas de exclusión social urbana. Joan Subirats (director). Icaria. Barcelona, 2006. 190 páginas. 14 euros.

El fin de la clase media y el nacimiento de la sociedad de bajo coste. Massimo Gaggi y Edoardo Narduzzi. Traducción de Cuqui Weller. Lengua de Trapo. Madrid, 2006. 145 páginas. 16,85 euros.

Fábricas del sujeto / ontología de la subversión. Antonio Negri. Traducción de Marta Malo de Molina y Raúl Sánchez Cedillo. Akal. Madrid, 2006. 428 páginas. 28 euros.

Movimientos en el Imperio. Pasajes y paisajes. Antonio Negri. Traducción de Carmen Revilla. Paidós. Barcelona, 2006. 270 páginas. 17 euros.

Contra los territorios del poder. Por un espacio público de debates y

Policías franceses en Corbeille-Essonne, en el sur de París, durante los disturbios de otoño de 2005.
Policías franceses en Corbeille-Essonne, en el sur de París, durante los disturbios de otoño de 2005.REUTERS

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