_
_
_
_
_
Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un tramoyista de argumentos

El Político es uno de los diálogos más densos y desconcertantes de Platón. En él, so pretexto de una dilucidación -la índole o la naturaleza de la tecné del político- se desarrollan multitud de cuestiones de ontología y de gnoseología y se examina la forma misma de la argumentación en su variante dialéctica, con la ayuda de algunos mitos fundacionales. Está considerado un diálogo de transición, entre El sofista y El filebo, y figura entre los llamados diálogos aporéticos, es decir, las piezas escritas por Platón donde se formula un tema, se trazan los contornos de uno o de varios problemas y, en torno a esos problemas, se plantea una serie de cuestiones sin darles solución definitiva.

SOBRE EL POLÍTICO DE PLATÓN

Cornelius Castoriadis

Prefacio de Pierre Vidal-Naquet

Prólogo de Pascal Vernay

Traducción de Horacio Pons

Trotta. Madrid, 2004

195 páginas. 12 euros

Este tipo de diálogos platónicos carece de la belleza de obras maestras literarias, como El banquete o el Fedro, pero parecen más genuinamente "filosóficos", por decirlo así, en la medida en que, como cabe a la característica maniera de los filósofos, las preguntas se hacen precisamente para no agotarlas con una respuesta final, como si el propósito de hacer filosofía fuera tal como decía Wittgenstein "dejarlo todo como está".

No es un libro en sentido estricto, sino una transcripción magnetofónica revisada por el autor, de un seminario dictado por Cornelius Castoriadis entre el 19 de febrero y el 30 de abril de 1986 en la École des Hautes Études en Sciences Sociales, de París, y dedicado a leer y comentar concienzudamente El Político, de Platón. Al parecer, es el primero de un proyecto que contempla la publicación de la serie completa de los seminarios de Castoriadis.

La publicación de transcripciones de clases es una costumbre antiquísima a la que debemos algunas obras fundamentales, como la Poética de Aristóteles, las lecciones de estética de Hegel compiladas por Hotho y el célebre Curso de lingüística general de Saussure, por proponer algunos ejemplos reconocidos. En el marco de la cultura contemporánea de Francia, sin embargo, donde se atraviesa un evidente estancamiento desde hace ya unas cuantas décadas, este procedimiento es una forma subrepticia de extender como sea la influencia de marcas intelectuales de reconocido carisma, que han desaparecido y no tienen reemplazo a la vista. Así ha ocurrido con el chalaneo en torno a los seminarios de Lacan, organizado por su propio yerno y albacea, o con Foucault, cuyos seminarios en el Collège de France empezaron a aparecer en la forma de los típicos resúmenes que los profesores de esa institución solían presentar al cabo del curso, pero que ahora circulan en versión completa basada en grabaciones. No hace mucho, el Fondo de Cultura Económica publicó la traducción del curso titulado La hermenéutica del sujeto (México, 2002). Yo asistí a ese curso y recuerdo que Foucault hablaba delante de un auténtico enjambre de magnetófonos y rememoro además que ya entonces pensé que esas grabaciones, tarde o temprano, acabarían siendo publicadas.

Rara vez ocurre que un gran

escritor sea al mismo tiempo un excelente profesor. Más aún, suele ocurrir exactamente lo contrario. De modo que las transcripciones de lecciones orales o el volcado de conferencias pueden ser a veces decepcionantes. El texto que surge de este tipo de apaños resulta plagado de coloquialismos, digresiones, arbitrariedades ocasionales y redundancias que hacen pesada la lectura, por mucho que nos hayamos acostumbrado a la deplorable licencia que autoriza a cualquiera a escribir tal como se habla.

Pese a ello, una vez superada la dificultad que supone leer un discurso pensado para ser oído, el comentario de Castoriadis de El Político es sumamente interesante. Por una parte, Castoriadis sigue con minuciosidad el texto platónico trazando aquí y allá constantes referencias a la cultura antigua y a cuestiones de política, economía, metafísica y ciencia contemporáneas, y mantiene en vilo el fondo que abre la crítica abierta a la democracia contenida en el diálogo platónico. Se diría que Castoriadis está bien dispuesto a reconocer a Platón, a partir de este diálogo, como un filósofo reaccionario, pero todo su esfuerzo se concentra en matizar esta determinación para diferenciarla de otra similar esbozada por Karl Popper, aunque para ello tenga que producir un comentario tan intricado y denso como el propio original platónico. Si el político es comparado por Platón con un tejedor, Castoriadis consigue mostrar que el propio Platón podría compararse con un hábil tramoyista de argumentaciones y, como tal, político a fin de cuentas.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_