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Reportaje:La recuperación de la memoria histórica

3.756 nombres sacados del olvido

Un cementerio malagueño alberga una de las mayores fosas comunes de la Guerra Civil descubiertas hasta ahora

Fernando J. Pérez

"Vicente, nuestro padre, trabajaba en una zapatería donde ahora hay un todo a cien. No militaba en ningún partido ni sindicato. Lo fusilaron el 29 de julio de 1937 por piropear a una mujer, que le denunció, y acabó en una fosa común", cuentan Francisca y Pilar Córdoba Serrano, de 74 y 69 años y vivos ojos azules.

Ambas hermanas están sentadas, junto a otros familiares de víctimas de la represión franquista, en el antiguo velatorio que sirve de sede a la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica en el cementerio de San Rafael, clausurado por el Ayuntamiento de Málaga a principios de los años 80. "Sabemos desde siempre que nuestro padre está aquí. Lo único que queremos es darle un entierro digno", afirma Francisca.

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La necrópolis, enclavada en una zona industrial de la capital malagueña, alberga seis grandes fosas comunes en las que fueron enterradas al menos 3.756 personas fusiladas por el régimen de Franco desde que las tropas rebeldes tomaron la ciudad el 8 de febrero de 1937 hasta 1954. La asociación comenzó el 16 de octubre a exhumar los cadáveres, lo que convierte a este yacimiento en el mayor de los abiertos en toda España por este grupo contra el olvido de la represión de la dictadura franquista.

El equipo de siete arqueólogos dirigido por profesores de la Universidad de Málaga ha conseguido rescatar los cuerpos de 86 personas tiroteadas en la tapia del cementerio o al pie de las fosas. "Primero quitamos la primera capa de tierra con una pala mecánica y dejamos un margen de seguridad para no afectar los restos óseos. Después seguimos a mano", afirma Sebastián Sánchez, codirector de la excavación.

Una vez extraídos los esqueletos, muchos de los cuales tienen adherida la cal viva que se echó sobre los cadáveres, éstos se introducen en cajas individuales. "La idea es hacer un monumento en el que los restos reposen dignamente y posteriormente que las familias que quieran puedan identificar a su víctima mediante el ADN", afirma Fernández. El programa, que tiene un presupuesto de 240.000 euros, está subvencionado a partes iguales por el Gobierno central, la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Málaga.

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Cerca de 300 personas han contactado con la asociación para saber si algún familiar suyo yace en las fosas del cementerio de San Rafael, según Francisco Espinosa, historiador y presidente de la asociación en Málaga. Es el caso de Francisco Pineda Santiago, de 59 años, cuyo abuelo, Antonio, un campesino del pueblo de Cútar afiliado al Partido Socialista, fue fusilado el 3 de marzo de 1937 con otras siete personas de la misma localidad. "Yo vengo aquí por mi padre, que murió hace 24 años. Se quedó de cabeza de familia a los 13 años y siempre le conocí trabajando como un mulo", asegura.

Cada día varios familiares de ejecutados se reúnen en la oficina de la asociación, empapelada con recortes de periódico sobre la apertura de fosas y fotos antiguas de las víctimas de la represión para compartir sus experiencias.

La mayoría de las personas enterradas en las fosas sin nombre del cementerio de San Rafael fueron fusiladas en los meses posteriores a la entrada de los nacionales en Málaga. Del resto, gran parte fueron detenidos y ejecutados tras la Guerra Civil.

El trabajo de apertura de fosas, algunas a más de 10 metros de profundidad, acaba de empezar. A la puerta del antiguo velatorio, hay unos versos plastificados de Miguel Hernández: "Aunque el otoño de la historia cubra vuestras tumbas con el aparente polvo del olvido, nunca renunciaremos ni al más viejo de nuestros sueños".

Dos mujeres ojean documentos sobre sus familiares fusilados y enterrados en el cementerio de San Rafael.
Dos mujeres ojean documentos sobre sus familiares fusilados y enterrados en el cementerio de San Rafael.ALEX ZEA

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Sobre la firma

Fernando J. Pérez
Es redactor y editor en la sección de España, con especialización en tribunales. Desde 2006 trabaja en EL PAÍS, primero en la delegación de Málaga y, desde 2013, en la redacción central. Es licenciado en Traducción y en Comunicación Audiovisual, y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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