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La crisis del Partido Popular

90 minutos de sinceridad brutal

La reunión en un hotel de Vitoria entre Rajoy, San Gil, Sáenz de Santamaría y los responsables del PP vasco alcanzó momentos de gran tensión

Carlos E. Cué

Dos caracteres opuestos se encontraron en la tarde-noche del miércoles en un hotel de Vitoria cercano al aeropuerto. El de Mariano Rajoy, un gallego pausado, reservado, hermético, que evita el choque directo y al que no le gusta discutir ni mojarse, con el de María San Gil, una vasca decidida, valiente -se metió en política cuando era secretaria y asesinaron a su jefe mientras comía con ella-, que va al choque y dice muy alto y muy claro lo que piensa.

Y la cosa acabó bastante mal.

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"Os reclamo que lleguéis a un entendimiento", dijo el líder de Vizcaya
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En esa reunión estaban casi todas las personas que mandan en el PP vasco. Antonio Basagoiti, Carmelo Barrio, Leopoldo Barreda, María José Usandizaga, Alfonso Alonso, Antonio Damborenea y Carlos Sancho acompañaban a Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría, la portavoz parlamentaria. Cuatro de ellos coinciden en una reconstrucción que muestra la enorme tensión vivida.

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-"Tengo un problema de confianza contigo, Mariano. Creo que estáis cambiando los principios del partido. Y creo que te falta liderazgo", le espetó San Gil a Rajoy.

Enseguida fue creciendo la tensión y otros dirigentes -hablaron casi todos- se dieron cuenta de que el enfrentamiento de San Gil con Rajoy era de tal calibre que era imposible resolverlo allí mismo. El propio líder comprendió la gravedad de la situación y trató de tranquilizar a los demás.

-"María y yo trataremos de resolver este problema de confianza en una reunión a solas".

Ningún dirigente, según los presentes, tomó partido. Pero hubo varios que se pusieron muy vehementes a la hora de exigir que se arreglen ya las cosas.

-"Yo no tengo ningún motivo para desconfiar de Mariano. María, creo que es urgente resolver este problema de confianza", dijo Alfonso Alonso, ex alcalde de Vitoria, miembro de la actual dirección del grupo parlamentario y cuya línea política en el País Vasco siempre ha sido más moderada que la de San Gil, aunque nunca ha planteado batalla contra ella. Alonso quiso pacificar.

-"Tenemos mucha gente en el partido que se está jugando la vida y que nos pide que trabajemos todos juntos contigo de líder, María. Creo que hay que resolver esto", insistió Alonso.

-"Yo os reclamo que lleguéis a un entendimiento", dijo Antonio Damborenea, secretario general del PP de Vizcaya.

-"Yo también abogo por un entendimiento. Pero también echo de menos más liderazgo, creo que deberías dar un golpe en la mesa y responder a todas las cosas que se están diciendo, Mariano", señaló Usandizaga, presidenta del PP de Guipúzcoa.

-"Mariano no es dudoso, ni mucho menos, pero yo tampoco creo que María se invente nada", terció Basagoiti, presidente del PP de Vizcaya y que apoya tanto a Rajoy como a San Gil.

Rajoy trató de responder.

-"Mira, María, yo no entiendo lo que está pasando. Yo no estoy cambiando nada, y mucho menos los principios del partido", señaló el líder, siempre en tono respetuoso y mucho más pausado que el de San Gil.

Sáenz de Santamaría explicó que es muy difícil hacer oposición cuando sólo se habla de las cuestiones internas del partido, y citó el acoso de El Mundo y Cope al líder.

Rajoy dedicó buena parte de su discurso ante los cargos populares a defender su candidatura.

-"Yo tengo derecho a presentarme y a hacerlo con mi equipo. Pero no estoy cambiando nada. Me presento porque creo que es lo mejor para el partido y porque tengo ganas e ilusión. Si no, no lo haría", insistió el líder.

Fue entonces cuando María San Gil trató de ofrecer argumentos para demostrar por qué estaba convencida de que Mariano Rajoy y su entorno pretendían cambiar los principios del PP. Habló mucho rato de las supuesta defensa del acercamiento a los nacionalistas que le hizo José María Lassalle, hombre de confianza de Rajoy con el que ella negoció la ponencia política. Se fue calentando, y empezaron los reproches contra Rajoy.

-"Mariano, siempre habíamos dicho que había que exigir al Gobierno un pacto por escrito en el que se comprometa a no negociar nunca más con ETA. Y tú dijiste hace un mes que no hacía falta que fuera escrito, que las formas son accesorias. Sí que estás cambiando", le espetó.

Rajoy no quiso entrar en esa polémica.

-"Yo no cambio nada, pero es mejor que esto lo discutamos tú y yo en privado", señaló para dar por finalizada una tensísima reunión y volver a Madrid.

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