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Aguirre cree que los gitanos rumanos en Francia son expulsados porque incumplen las leyes

La presidenta inaugura el curso en el centro donde asisten los niños de El Gallinero

Tres años después de su apertura, la presidenta regional ha visitado hoy por primera vez el colegio Henry Dunant (Latina), un centro especial gestionado por Cruz Roja y financiado por la Comunidad (470.000 euros anuales), donde asisten los gitanos rumanos menores que habitan en el poblado de El Gallinero (Villa de Vallecas). Aguirre, acompañada de la consejera de Educación, Lucía Figar, se ha paseado por el centro y ha charlado con profesores y alumnos. Allí ha podido comprobar de primera mano las carencias educativas que sufren estos menores (entre tres y 14 años) y ha felicitado a los gestores del centro por su "buena labor", no obstante, renunció a dar su opinión a los periodistas acerca de las políticas excluyentes que se siguen o se sugieren en España o en el extranjero con la comunidad romà. "Las leyes de los países hay que cumplirlas. De todos modos, la competencia en relación a los asentamientos ilegales es estatal, no de la Comunidad", se limitó a opinar, ya en los pasillos, acerca de la actuación del gobierno francés con la comunidad gitana rumana en ese estado.

El centro Henry Dunant fue creado en noviembre del 2008 con el fin de escolarizar a los alrededor de 100 menores de El Gallinero que no estaban empadronados ni habían solicitado plaza escolar. Nació con la misión es proporcionarles "un entorno adecuado durante un tiempo para que aprendan convivir en sociedad, adaptarse a rutinas, adquirir habilidades sociales, aprender el idioma, y así que puedan adaptarse a centros escolares ordinarios. Y que esta integración tenga éxito", ha explicado esta mañana la directora del Henry Dunant, Maite Alzola. "Ahora podemos decir que estamos satisfechos del trabajo", añadía Jesús Mora, Presidente de Cruz Roja Española Madrid.

Durante los dos primeros años de funcionamiento del centro, se ha conseguido que un total de 46 niños se matriculasen en colegios e institutos ordinarios públicos o concertados (22 del curso 2008/2009 y 25 del curso 2009/2010). Un éxito sin precedentes en el trabajo con esta comunidad, pero que aún queda muy lejos de lograr el objetivo con el total de estos menores. El curso anterior se atendió a un total de 98 niños en el Henry Dunant y este año están matriculados 57, según la directora del centro, una cifra que la consejería de Educación eleva hasta los 76 en una nota de prensa.

La misión educativa con estos estudiantes, que comienza cada mañana desde que un autobús les va a recoger al Gallinero, a menudo se antoja difícil para el equipo de profesionales de Cruz Roja (maestros y personal no docente), debido al "gran absentismo escolar, la poca implicación de las familias o las condiciones de vida en las que viven estos menores", desglosa Alzola. Hoy, por ejemplo, tan sólo asistieron 32 alumnos, poco más de la mitad. Una cifra que, entre otros motivos, el centro atribuye a contratiempos que tienen que sufrir los niños, como la redada que la pasada madrugada la Policía Nacional llevó a cabo en el poblado donde habitan. "Estos son episodios que merman su descanso y tranquilidad", opina una maestra del centro.

"El entorno donde viven es muy hostil. Por eso les cuesta adaptarse. Necesitan aprender normas de convivencia, asimilar conocimientos básicos y adaptarse a otro tipo de vida. Hay que darse cuenta de que son chicos que no han ido nunca al colegio, o que no saben usar un grifo porque en su casa, simplemente, no lo hay", cuenta Alzola. "El problema ni siquiera es la vida nómada de las familias. Un crío puede estar escolarizado en muchas partes y seguir formándose. El problema es que sus familias se conciencien de que sus hijos tienen que estar escolarizados", añade.

Durante la visita, los 32 niños de El Gallinero trabajaban y jugaban en grupo. "Algunos no se conocen, pero aquí aprenden a convivir", asegura Cristina Gallardo, profesora del centro. Ellos son la punta del iceberg de un problema que suscita todo tipo de controversias políticas y sociales acerca de la situación de su comunidad. Pero de eso no son conscientes. "¿A que tu sabes quién soy yo?", preguntaba Aguirre a una pequeña llamada Mirella que iba a jugar al patio. "Pues no", se sinceró la niña. Y después, se fue a jugar.

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