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El sumario de Gürtel acorrala al PP

Bárcenas se rindió y Rajoy respiró

Presionado por el PP, su mujer y su abogado, el ex tesorero se da de baja en el partido tras pactar con Arenas el miércoles una salida que el líder no le exigió

Carlos E. Cué

No pudo más. Con su casa rodeada de fotógrafos, su partido lanzándole todo tipo de mensajes para que se quitara de en medio, los periódicos y las radios tronando por su caída, su abogado recomendándole que un poco menos de tensión mediática vendría bien a su defensa, y por último y no menos importante, su mujer, en una situación personal delicada, cada vez más molesta por no poder salir de casa y aparecer a diario en la prensa, Luis Bárcenas se rindió. Decidió renunciar a su militancia y dimitir definitivamente como tesorero. Pero no dejará su escaño en el Senado, porque su abogado le recomienda que mantenga el aforamiento. Y será el nuevo tesorero, José Manuel Romay Beccaria -nadie sustituyó a Bárcenas en estos meses- quien decidirá si se le quita el despacho y se le deja de pagar el abogado.

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Era la tarde del miércoles. Hasta ese momento, y desde hace un año, Bárcenas había insistido en que no pensaba dimitir porque eso sería como admitir su culpabilidad, que siempre ha negado. El PP, y Mariano Rajoy en especial, respiraron aliviados cuando se anunció, ayer a media mañana. Y todos los dirigentes empezaron a hacerse la misma pregunta ¿Ha sido Bárcenas quien se ha ido o Rajoy quien le ha echado? Sólo ellos dos saben lo que pasó en la reunión que mantuvieron en la calle Génova a última hora del miércoles. Pero hay muchos datos que aclaran la situación. Y que llevan a concluir que hay una mezcla de las dos cosas.

El entorno de Bárcenas asegura que la cuestión familiar le pesó. Que cuando tomó la decisión, muy empujado por la situación de su esposa, decidió hablar con Javier Arenas, que estaba en Sevilla. Con él pactó las condiciones y le pidió que le apoyara para tener una salida digna, con un comunicado de respaldo a su inocencia. El hombre fuerte del PP, su amigo, le había defendido siempre. Hasta el punto de que había dos sectores, uno dirigido por Dolores de Cospedal con dirigentes regionales del PP, que querían echarlo, y otro con Arenas y Ana Mato al frente, que lo protegían.

Rajoy había optado por la vía intermedia. Esto es, lanzar todo tipo de mensajes, a través de emisarios, para que Bárcenas se rindiera, pero si no lo hacía, esperar a la imputación definitiva en el Tribunal Supremo, que puede tardar unos meses, para exigirle la dimisión irrevocable. Estaba dispuesto a esperar, pero prefería que Bárcenas le hiciera el favor de marcharse cuanto antes, e hizo que el ex tesorero notara esa presión.

El líder del PP siempre prefiere que sus éxitos internos, y la dimisión de Bárcenas lo es, caigan como fruta madura, explican los marianistas. Frente a su gran rival, Esperanza Aguirre, que desea que se note que es ella quien corta cabezas, o su mentor, José María Aznar, deseoso de demostrar su poderío, Rajoy prefiere exhibir resultados. Aunque haya que esperar, y correr riesgos, especialmente el de la erosión de su imagen. "Dicen que Rajoy no limpia, sí limpia, pero tiene sus tiempos", defendía un marianista.

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La decisión de Bárcenas arrastró al diputado Jesús Merino, imputado como él en el Supremo. También deja la militancia y se queda en el Grupo Popular, de momento.

Ya con la cabeza política de Bárcenas en su bolsillo, Rajoy rompió su silencio, y atendió a los periodistas. Pero no contestó ninguna pregunta. No aclaró si se le dejará de pagar el abogado y dijo que "no sabe" si se irá al Grupo Mixto. Se limitó a lanzar un discurso preparado. Agradeció la dimisión y aseguró que llegaba "aunque a algunos les pese, después de que haya quedado acreditado que no había financiación ilegal del PP". Nada dijo de la Comunidad Valenciana. Muchos dirigentes asumen en privado que ése será el nuevo episodio de Gürtel, pero insisten en que no pasará nada hasta que no haya imputaciones. Y nadie tiene claro si las habrá.

El líder del PP, Mariano Rajoy, en la estación de Santa Justa a su llegada a Sevilla.
El líder del PP, Mariano Rajoy, en la estación de Santa Justa a su llegada a Sevilla.PÉREZ CABO

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