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Bono pidió intercesión a Rajoy

El presidente del Congreso se excusa en el PSOE por la decisión sobre sor Maravillas

Una vez que el presidente del Congreso, José Bono, tomó la decisión de dar marcha atrás sobre la colocación de una placa en el Congreso en honor de sor Maravillas Pidal y Chico de Guzmán, por la belicosa oposición del Grupo Socialista, pidió ayuda al presidente del PP, Mariano Rajoy, para que su grupo no se opusiera. Y la obtuvo tras una breve conversación el miércoles por la mañana, antes de reunir a la Mesa del Congreso para dar por muerta la iniciativa por "la ausencia de unanimidad".

En efecto, Bono necesitaba a Rajoy para que el Grupo Popular aceptara la retirada de la propuesta. El proponente había sido el diputado del PP y vicepresidente tercero, Jorge Fernández Díaz, miembro del Opus Dei. Bono llegó a la reunión de la Mesa con la certeza de que los tres representantes del PP no se opondrían ni tampoco el resto de grupos. Todas sus gestiones habían sido positivas. Nadie objetaría y la Mesa revocaría su propia decisión. Así se lo aseguró el PNV y CiU.

Una vez convencidos los representantes de la Mesa que habían tomado la decisión de homenajear a la religiosa el pasado 4 de noviembre, Bono empezó los contactos con quienes se habían opuesto. Joan Ridao, de ERC, Gaspar Llamazares, de IU, y Joan Herrera, de ICV, supieron del propio presidente que no habría placa. No había la menor duda de que el homenaje a la religiosa se frustró por la oposición sin paliativos del PSOE, tanto de la dirección como de los diputados. Bono telefoneó a la secretaria de Organización y número tres del PSOE, Leire Pajín, que en público había mostrado su discrepancia. Pajín, además, había declarado no conocer a "ningún hijo de puta en el PSOE", después de que trascendiera que Bono había denominado así a sus compañeros en una conversación privada con diputados del PP en tono jocoso. Pajín, tras la conversación con Bono, ha dado por zanjado el asunto. Y lo mismo señalan las dos diputadas socialistas, Carmen Hermosín y Juana Serna, tras recibir la llamada del presidente del Congreso. Éstas tomaron la palabra en la reunión del Grupo Socialista del martes para pedir a la dirección que impidiera ese homenaje. Bono dijo a las diputadas que no pretendió molestar a nadie y que no imaginó que la decisión tuviera la trascendencia que tuvo. Ellas le volvieron a decir que sí la tenía. Pero el asunto quedaba olvidado. De todas las conversaciones, también con el portavoz, José Antonio Alonso, se desprendía la preocupación de que este incidente enturbie la relación política y personal. En el PSOE dan por zanjado el conflicto y se quedan con las palabras de Bono en la Mesa: "Que nadie se equivoque, yo soy de los míos".

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