El CNI rechaza que los siete agentes muertos en Irak fueran delatados
Los siete agentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) que murieron el sábado en una emboscada en Irak no fueron víctimas de la delación de un colaborador, según fuentes del servicio militar de espionaje, en abierta contradicción con la versión inicial que facilitó Federico Trillo, ministro de Defensa. Las citadas fuentes creen que los agentes fueron un "blanco de oportunidad", que posiblemente fue identificado durante el trayecto por una célula de la resistencia, que los fue siguiendo al tiempo que alertaba a otro grupo para que se apostara en la carretera.
Los agentes asesinados habían almorzado en un hotel de Bagdad tras mantener varias reuniones con fuentes de información y con contactos oficiales, tanto españoles como de EE UU. El desplazamiento "no fue improvisado", según fuentes citadas por Europa Press, sino que "estaba programado" y había sido comunicado a la central del CNI.
Los militares habían decidido volver juntos en dos coches para reforzar su propia seguridad y tener capacidad de reacción en caso de ataque. Se optó por esta forma en lugar de por viajar de dos en dos por "considerarse más seguro". De hecho, los agentes pudieron defenderse durante media hora, pero poco pudieron hacer con sus armas personales, pistolas de 16 disparos, contra lo que en Irak es el arma básica: el Kaláshikov, capaz tirar 70 balas en segundos. Trillo y el director del CNI, Jorge Dezcallar, darán explicaciones el miércoles a la comisión de Secretos Oficiales del Congreso sobre las circunstancias del ataque.
