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Reportaje:

Cooperación de género en África

De la Vega vuelve al continente para reforzar el papel de las mujeres

Soledad Gallego-Díaz

Níger es el peor país del mundo para ser mujer. Aquí las mujeres viven menos de 50 años, tienen una media de siete hijos (de los cuales dos o tres morirán antes de cumplir cinco años) y sufren todo tipo de abusos. Aquí es donde se inauguró ayer el III Encuentro de Mujeres españolas y africanas por un mundo mejor, la iniciativa que la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, se ha empeñado en llevar a cabo, contra viento y marea, y que, poco a poco, va consolidándose en África como una extraña y bienvenida aportación española.

El encuentro se ha convertido en una de las señas de identidad de la cooperación en el continente: España llegó muy tarde al mundo de la ayuda internacional y a África en particular, pero lo ha hecho de una manera novedosa, dándole una inesperada e intensa perspectiva de género que le ha conferido una personalidad propia y especial y que empieza a ser reconocida en los foros internacionales.

Los foros fuerzan a los Gobiernos a aceptar los derechos femeninos

El encuentro de Niamey, en el que participan 397 mujeres de 42 países africanos, y en el que se ha estrenado la nueva ministra española de Igualdad, Bibiana Aído, representa esa voluntad de concentrar la cooperación en temas en los que estén muy presentes la salud, la educación y el empoderamiento de las mujeres. "En África los niños no dicen "papá, tengo hambre". Dicen "mamá, tengo hambre", explicó la ministra de medioambiente de Benín.

La sombra de la crisis que provoca la carestía de alimentos recorre ya toda África y todas las intervenciones de las participantes en el encuentro. La secretaria de Estado de Cooperación Internacional, Leire Pajín, otra de las grandes impulsoras de la perspectiva de género en la colaboración internacional, que tuvo una ovacionada intervención exigiendo presupuestos de género, acaba de presentar un informe en el Consejo de Ministros español sobre el aumento de los precios mundiales de alimentos, en el que se advierte de la gravedad del problema y se sugieren nuevas iniciativas.

La urgencia por proporcionar medios y soporte a las mujeres, que son quienes se dedican prioritariamente a la agricultura en África, ha quedado bien patente en este encuentro. La presidenta del parlamento panafricano, la tanzana Gertrude Mongolia, recordó lo que pasa en África: las mujeres comen menos y comen las últimas, después de los hombres y los niños. Si hay carestía, ellas serán las primeras en sufrirla.

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La reunión de Niamey es también el resultado del esfuerzo de conjunto de la poderosa ministra de Asuntos Exteriores de Níger, Aichatou Mindaoudou, y de la recién nombrada embajadora de España en el país, una experta en cooperación y desarrollo, Elena Madrazo, que llegó a Níger hace menos de 8 meses y que ya ha logrado abrir e inaugurar la sede de la representación diplomática española. (Curiosamente, de las 23 embajadas españolas que hay en África, siete de entre las más duras están ocupadas por mujeres. La de Malí la ha abierto también una mujer, María Betanzos, que aterrizó un día en el aeropuerto de Bamako con un móvil y una reserva de hotel). Mindaoudou es una mujer peculiar: hija de unos comerciantes acomodados, estudió derecho internacional en Francia, es madre de dos hijos sin estar casada en la actualidad, algo bastante insólito en un país musulmán, y se ha convertido en la mano derecha del presidente de Níger. Fue ella quien se empeñó celebrar el encuentro en su país, pese a las enormes dificultades que padece, y va a conseguir que la nueva declaración sobre los derechos de las mujeres en África lleve el nombre de su ciudad.

Mindaoudou simboliza a las nuevas mujeres africanas (son ahora el 25% de todos los parlamentarios nacionales), pero es probablemente la presidenta de Liberia, a sus 70 años, la que cuenta con más prestigio y la que despierta mayor entusiasmo entre las mujeres africanas. Ellen Jonson Sirleaf, que intervino en la sesión inaugural, reconoció que le abruma un poco la responsabilidad de haberse convertido en un auténtico símbolo para las mujeres africanas pero se mostró optimista sobre el futuro: "En mi país las niñas ya no dicen que quieren ser enfermeras. Cuando les preguntas dicen convencidas que quieren ser presidentes", bromeó.

La presidenta de Liberia agradeció el empeño de Fernández de la Vega. Los encuentros anuales que organiza la vicepresidenta han conseguido dos objetivos importantes: sirven de lugar de encuentro de mujeres africanas que no tienen muchas facilidades para relacionarse, colocan durante dos días los derechos de las mujeres en las agendas de los medios de comunicación africanos y fuerzan a los gobiernos a aceptar las declaraciones finales, en las que se plantea el fortalecimiento de esos derechos en las legislaciones nacionales. Y, para predicar con el ejemplo, María Teresa Fernández de la Vega anunció en Niamey que la nueva ley de Igualdad contendrá un programa contra el tráfico de personas y contra todo tipo de discriminación racial.

Fernández de la Vega, con el presidente de Níger, Mamadou Tandja.
Fernández de la Vega, con el presidente de Níger, Mamadou Tandja.EFE

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