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Corbacho deja Trabajo para reforzar el sector clásico de la lista del PSC

El ministro tomó la decisión tras entrevistarse el 20 de agosto con Zapatero

Luis R. Aizpeolea

Celestino Corbacho dejará su cartera de ministro de Trabajo e Inmigración en octubre, a los casi dos años y medio de su nombramiento, para reforzar la lista del PSC en las elecciones de noviembre al Parlamento de Cataluña. Corbacho, dirigente del PSC y hombre muy próximo al presidente de la Generalitat, José Montilla, tomó la decisión en agosto tras mantener sendas conversaciones con el presidente José Luis Rodríguez Zapatero y con Montilla.

Zapatero y Corbacho mantuvieron un encuentro decisivo en La Moncloa el 20 de agosto, el día en que se celebró el Consejo de Ministros extraordinario que aprobó la prolongación del subsidio de desempleo en seis meses para los parados que lo habían agotado. En dicha conversación, Zapatero sugirió al ministro su traslado a Cataluña para reforzar la lista del PSC al Parlamento y que encabezará Montilla. Corbacho se mostró de acuerdo con la sugerencia de Zapatero, que coincidió con la de Montilla, con quien conversó después.

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El jefe del Ejecutivo justificó ante Corbacho su traslado por la importancia de las elecciones catalanas y por la situación delicada que atraviesa la política en Cataluña, tras la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto el pasado junio.

El PSC afronta unas elecciones muy difíciles, con las encuestas a la baja y con las expectativas de que CiU las gane por amplia mayoría. La pretensión de Zapatero es que la presencia de Corbacho en las listas del PSC contribuya a movilizar al ahora desmotivado electorado clásico socialista de Cataluña por su perfil político no nacionalista, que demostró como alcalde L'Hospitalet (Barcelona), una localidad con mucha población inmigrante. También fue cuatro años presidente de la Diputación de Barcelona.

Además de su papel interno en el PSC, Rodríguez Zapatero explicó a Corbacho la necesidad de contar con políticos en Cataluña que sirvan de puente entre esta comunidad y el resto de España, más aún en los momentos delicados por los que pasa esa relación tras la sentencia sobre el Estatuto. El paso por la política nacional de Corbacho como ministro y su visión de conjunto es para Zapatero, preocupado por la situación de Cataluña, un aliciente para que regrese a esa comunidad. También lo es para Corbacho.

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Además de contar con la complicidad de Zapatero y de Montilla, del que es muy amigo -ambos son inmigrantes en Cataluña, fueron alcaldes y el ministro sustituyó al presidente de la Generalitat al frente de la Diputación de Barcelona-, Corbacho tiene buena sintonía con los partidos catalanes, incluido CiU.

Corbacho no cesará como ministro hasta avanzado octubre, con lo que tendrá que afrontar la huelga de UGT y Comisiones Obreras del próximo día 29.

Zapatero le manifestó su satisfacción por su gestión al frente de Trabajo. Fue designado para gestionar el reto de la inmigración, en un momento de efervescencia, y poner al servicio del Gobierno su experiencia en L'Hospitalet. Pero Corbacho, pasados los primeros meses, ha tenido que dedicarse a la crisis económica y llevar el peso de las relaciones con los sindicatos, con los que ha evitado conflictos. Su salida no conllevará una crisis de Gobierno y se prevé que su sustituto responda a un perfil dialogante con las centrales.

Corbacho, Zapatero y Montilla, en una visita a L'Hospitalet en octubre de 2007.
Corbacho, Zapatero y Montilla, en una visita a L'Hospitalet en octubre de 2007.MARCEL·LÍ SÀENZ

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