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Decenas de miles de personas apoyan en Bilbao la legalización de Sortu

La marcha terminó con la petición de que el alto el fuego de ETA "sea definitivo"

La marcha en la que decenas de miles de personas reclamaron en silencio ayer en Bilbao la legalización de la izquierda abertzale cierra por el momento los actos que han acompañado la presentación, el pasado día 7, de los estatutos de su nueva marca, Sortu.

La demostración de fuerza en la calle, similar a la que obtuvo la marcha en apoyo a los presos etarras del pasado 8 de enero, es parte fundamental -al igual que la presencia en Euskadi del grupo del sudafricano Brian Currin- de un calendario cuidadosamente escalonado. Se trata de llenar los tiempos hasta las elecciones del 22 de mayo con actos que galvanicen a los seguidores de Batasuna y los saquen del desapego, el cansancio y la desmovilización que hacían mella hace nada.

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El objetivo es que vuelvan a compactarse y conviertan su apoyo en votos a la opción para la que la izquierda abertzale los pide el 22 de mayo: Sortu. A tenor de la entusiasta respuesta que ayer volvió a recoger, el entorno de Batasuna conseguirá frenar la dispersión del voto hacia otras opciones como Aralar o el PNV.

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La masiva asistencia a la marcha de ayer pone de manifiesto que esa base sociológica y electoral sigue disponible, a pesar de que ha estado confusa y desencantada por la espera de año y medio desde que se abrió el debate interno en Batasuna, tras el respaldo del Tribunal de Estrasburgo a su ilegalización y la pérdida de toda expectativa de poder hacer política sin someterse a la Ley de Partidos.

Nada más arrancar la manifestación, el portavoz de la izquierda abertzale en las Juntas Generales (el Parlamento provincial) de Álava, Aitor Bezares, resaltó las "más de cien" asociaciones de todo tipo que respaldaron la convocatoria. La respuesta le permitió hablar de una "mayoría social" que exige al Estado la legalización de Sortu. "Si continúa en la línea represiva o ilegalizadora se encontrará enfrente al pueblo vasco", advirtió, tras afirmar que la izquierda abertzale "ya se ha movido" y que ahora le toca al Estado.

La cabecera echó a andar a las 17.30 tras una pancarta con el lema Bakerantz, legalizazioa (Hacia la paz, legalización) y alcanzó el final del recorrido una hora después. Pese a esperar a que las decenas de miles de seguidores llegaran al Ayuntamiento de Bilbao, buena parte de los asistentes se habían dispersado ya cuando otros seguían aún bajando. "No aceptamos un no por respuesta ni cuarentenas sobrevenidas o consideraciones antijurídicas influenciadas por intereses políticos", dijeron los portavoces de los convocantes en el comunicado final.

El silencio en que transcurrió la marcha salvaguardó la pluralidad de asistentes y convocantes, pero estos advirtieron que era un silencio "activo, decidido y resuelto" y que se dirigía "al Gobierno de España, su Fiscalía General y el Tribunal Supremo. "No se puede tolerar que nadie vuelva a truncar la esperanza", reza el comunicado. Y para lograrlo piden, entre otras exigencias, que "el alto el fuego de ETA se convierta en definitivo".

La convocatoria fue respaldada por Aralar, EA y EB, además de los sindicatos ELA y LAB, cuyos secretarios generales estuvieron presentes, lo mismo que el dirigente de ERC Joan Ridao, el dirigente de la antigua Batasuna Rufi Etxeberria o el abogado Iñigo Iruin. El llamamiento lo realizó un grupo de representantes de la vida pública vasca, nacionalistas en su inmensa mayoría, incluido el ex presidente del PNV Xabier Arzalluz, y personas del entorno del líder del sector soberanista de ese partido como Joseba Egibar o el ex alcalde de Getxo, Iñaki Zarraoa, que prestaron su imagen y presencia a los abertzales.

Acudieron también, a título personal, otros siete parlamentarios del PNV, miembros de los gobiernos forales de Guipúzcoa y Álava y candidatos a las elecciones de mayo. Ello a pesar de saber, como señaló el peneuvista Iñigo Iturrate, vicepresidente de la Mesa del Parlamento, que se trataba de un acto "de contenido y objetivo evidentemente electoralista" en favor de la izquierda abertzale.

El presidente del PNV, Iñigo Urkullu, ha conseguido al menos esta vez que ningún miembro de su ejecutiva se dejara ver en la marcha. Pero seguramente aportó una parte de los asistentes, porque un sector de sus bases se ha radicalizado mucho durante la década de los retos soberanistas. En realidad, la ausencia oficial del PNV constituyó una contradicción, dada su postura contraria a la Ley de Partidos y partidaria de que el Gobierno legalice la nueva marca abertzale sin "refugiarse", dijo Urkullu, en los tribunales.

Ese partido está ahora permanentemente emplazado por cada iniciativa de los abertzales, que tienen garantizado el eco en el interior del PNV. La manifestación de ayer parece el anuncio de un pulso que cada vez le hará más imposible compatibilizar el posibilismo de su política de acuerdos con los partidos nacionales, PSOE y PP, con el radicalismo soberanista que asume otra parte de su electorado.

Cabecera de la manifestación de ayer en Bilbao.
Cabecera de la manifestación de ayer en Bilbao.TXETXU BERRUEZO

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