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Matanza de la mafia china en Gandía

La mafia china ha dado el salto de la extorsión al crimen organizado. Los cinco trabajadores chinos de un restaurante en Gandía fueron degollados a machetazos trías sufrir torturas. El cadáver de la encargada -su familia posee varios locales similares- estaba dentro del frigorífico del establecimiento, y los otros cuatro -el cocinero y el hijo y un sobrino de éste y una camarera-, en el piso que habitaban. El hallazgo se registró el sábado, pero se estima que la matanza se produjo cinco días antes. Ni el local ni la casa tenían las cerraduras forzadas, lo que indica que los verdugos conocían a sus víctimas.

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"Tenía un gran corte en la cabeza... La metieron en la nevera del restaurante". Allí encontró Chi Minh Cao, de 35 años, a su hermana Meiyoung, de 29, el pasado sábado por la tarde, tras forzar la puerta del restaurante Ciudad de Mar, que ella dirigía en la calle de Valencia, en Gandía. "También le habían cortado un dedo", relataba ayer Chi Minh con voz entrecortada, visiblemente impresionado por el múltiple y macabro asesinato.Un olor nauseabundo golpeó a los policías cuando, a las nueve de la noche del sábado, abrieron la puerta del 20 izquierda del numero 53 de la calle Calderón de la Barca, después de conocer el hallazgo del primer cadáver en el restaurante Ciudad de Mar. Las paredes del piso, situado cerca del restaurante, estaban cubiertas de sangre reseca y había restos humanos esparcidos por la vivienda.

En la bañera, el cadáver de una mujer desnuda y de dos hombres, puestos encima de la mujer. En una de las habitaciones, otro muerto, también con dedos amputados, práctica habitual de la-mafia china contra quienes se considera traidores o desleales * Todas las víctimas habían sido degolladas y presentaban signos de tortura. "Sabíamos que había pasado algo raro porque no contestaban al teléfono y no abrieron el restaurante, pero esto...", comentaba Chi Minh Cao.

Los cuatro ciudadanos chinos encontrados en la vivienda eran trabajadores del restaurante y compartían el piso con Meiyoung, a la que sus familiares no habían podido localizar desde el pasado jueves 28 de diciembre.

José Luis Femenía, amigo de los fallecidos que viajó el sábado a Gandía con los tres hermanos de la responsable del restaurante para buscar noticias, afirmó ayer a este diario que se trata del cocinero, su hijo y un sobrino. La otra mujer era, según Femenía, una amiga de la propietaria que trabajaba los fines de semana en el local.

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"Ajuste de cuentas"

Tras el levantamiento de los cadáveres, a las 2.30 de la madrugada del domingo, el Juzgado de Instrucción número 3 de Gandía, David Yeihel, decretó el secreto del sumarlo. La policía, que precintó el local y la vivienda, ahora bajo vigilancia, no dio ayer más datos sobre el suceso, pero, según fuentes cercanas a la investigación, el móvil del crimen "podría ser un ajuste de cuentas" relacionado con la "mafia china", dedicada a la extorsión de locales de sus compatriotas, y a la introducción en España de trabajadores ilegales.En todo caso, es posible que las víctimas conocieran a sus verdugos, ya que la puerta de la vivienda no fue forzada y tampoco la del restaurante. "Yo no sé por qué..., no sé por qué... Pero no conozco nada de mafia china", rebatía ayer Chi Minh Cao.

Varios responsables de otros restaurantes chinos de Gandía -hay unos 20 legalizados- respondieron ayer con silencio o negativas a las preguntas sobre la existencia de la llamada mafia china, y con miradas de incredulidad ante la descripción de las amputaciones y testimonios de horror dejados por los asesinos en el escenario del crimen.

A media tarde de ayer se desplazó a Gandía el secretario de la embajada China, Jiang Wancheng, procedente de Madrid, para conocer los hechos. "Todavía no sabemos lo que ha provocado este suceso. Si tiene relación con otros acontecimientos similares, o si es un hecho aislad1o", dijo el diplomático.

"No tenían ningún problema, eran expertos en el negocio y no tenían enernigos", dijo ayer el amigo de la familia, José Luis Femenía. La familia Cao posee varios locales en Cullera, Tavernes de la Valldigna -donde abrirán otro próximamente- y Gandía. La madre de Meiyoung, junto con dos hermanas de la faIllecida, regenta varios restaurantes en su país.

Los vecinos de Meiyoung, que vivía desde hace dos meses en la vivienda de Calderón de la Barca, junto con sus empleados, tampoco se explicaban ayer el siniestro. "Llevábamos varios días sin verles ni oírles, pero como son tan trabajadores, no sospechamos nada", afirmó ayer una vecina, que no había dormido en toda la noche. Femenía y los hermanos Cao tocaron a su puerta sobre las cinco de la tarde del sábado, porque nadie abría en el segundo piso. Después se trasladaron al restaurante donde, tras forzar la puerta, descubrieron el primer cadáver y alertaron a la policía, que después encontró a las restantes víctimas.

[El cadáver de otro ciudadano chino llamado Michael Ye de 31 años, fue, encontrado hace cinco días en Gavá, población situada en el área industrial de Barcelona. Se trata del propietario de una tienda de regalos y artesanía. El cuerpo de la víctima, que recibió 15 puñaladas, fue encontrado por su hermana, Riu Fang Ye, que acudió al local por la mañana y lo encontró cerrado. La policía pensó en un primer momento que el móvil del suceso podía ser el robo. La hipótesis policial actual es que la muerte pudo deberse a un ajuste de cuentas, o que el fallecido haya sido víctima de una banda de extorsión.]

Casi una semana sin verles

Solían cantar y tender la ropa por la noche, sobre las dos de la madrugada, cuando volvían de trabajar, recuerdan ahora los vecinos del número 53 de la calle Calderón de la Barca, en Gandia, donde el sábado fueron hallados los cadáveres de los cuatro empleados del restaurante chino. A veces, cuando cocinaban, subía un olor agradable a comida china por el patio interior.Nunca hubo problemas con ellos, decían ayer los habitantes del edificio, aun conmocionados por el suceso. "Eran muy simpáticos y atentos, siempre decían 'Buenas noches' y 'Glacias' si les abrías la puerta", recordaba ayer Maite, de 20 años. Uno era alto, y "guapo", otro "bajito y con barba", y ellas, "muy aseaditas", añadió. Nadie oyó gritos o ruidos extraños durante los últimos días, pero llevaban cinco días sin verles.

Los vecinos no saben cuántos "chinitos" vivían en el segundo piso de la finca. Según contaban ayer, entraban y salían bastantes compatriotas de los trabajadores del restaurante -donde también estaban empleados dos españoles-, pero no pudieron precisar cuántos de ellos vivían en el piso. Algunos ni siquiera sabían de su existencia. Los trabajadores de una gasolinera y de un hotel cercanos los veían pasar diariamente, con puntualidad, en dirección al local. "Solían ir cuatro o cinco juntos", dijo un joven empleado de la gasolinera. En el edificio donde se encuentra el restaurante, también los recuerdan "discretos" y amables. Nada hacía sospechar que la muerte y la tortura se cebaría en ellos.

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