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Más pruebas de que los inmigrantes de Valencia murieron en una furgoneta

Los cuatro inmigrantes ilegales marroquíes cuyos cadáveres fueron hallados en una acequia en Valencia estaban dispuestos a soportar un penoso viaje de más de 1.000, kilómetros entre Algeciras y la frontera francesa hacinados en un pequeño compartimento, disimulado en la parte más profunda de una furgoneta. Cuando llegaron a Valencia, apenas recorrido la mitad del trayecto, el monóxido de carbono que desprendía el vehículo había acabado con sus vidas, según la Guardia Civil.Las últimas pruebas halladas avalan la hipótesis del tráfico de inmigrantes en condiciones infrahumanas y descartan que las víctimas murieran apaleadas y que se tratara de un ajuste de cuentas por tráfico de drogas, en contra de lo que afirmó inicialmente el ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja. Fuentes del caso confirman ahora que los golpes que presentaban los cadáveres no se corresponden con los que causa una barra de hierro u otro objeto contundente y, además, no se han hallado fracturas importantes.

En cambio, los hematomas, las magulladuras y las contusiones que presentaban los fallecidos, de unos 30 años, pudieron producirse en el forcejeo mantenido entre los cuatro para escapar del angosto cubículo en el que viajaban cuando el mortóxido de carbono del motor comenzó a ahogarles. Los cabellos que uno tenía en una mano refuerzan esta posibilidad.

Parada técnica

La Guardia Civil, aunque aún no ha confirmado que sean cuatro nuevas víctimas del tráfico de inmigrantes, afirma que desde la entrada en vigor del Tratado de Schengen, que refuerza la vigilancia fronteriza, se han incrementado las intervenciones contra redes organizadas dedicadas al tráfico humano. Estas bandas cobran a los inmigrantes unas 100.000 pesetas por trasladarlos desde Algeciras hasta algún punto de Europa central. La Comunidad Valenciana no es el destino de estos inmigrantes, sino un lugar de paso obligado en el viaje ilegal por la costa mediterránea.

Los investigadores sospechan que el conductor de la furgoneta realizó una parada técnica en las afueras de Valencia y, al ir a comprobar cómo iban los inmigrantes, se encontró con que estaban muertos o, al menos, inconscientes. Entonces, según la hipótesis de los agentes, habría optado por deshacerse de los cuerpos para no verse incriminado en las muertes y elegido la acequia cenagosa del Gos de Pinedo por su proximidad con la autovía de circunvalación de Valencia, la V-30, y la de El Saler, la V-15, carreteras por las que pudo circular en su trayecto hacia el Norte.

El matorral y el cañizo dificultan la visibilidad de la acequia e impidieron que los cadáveres fueran hallados durante toda una semana. La Guardia Civil no descarta que el chófer se detuviera al oír los gritos y el pataleo de los inmigrantes que se ahogaban, pero que, al acudir a socorrerles, ya fuera tarde.

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