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ETA ataca con una bomba una sede del PSE en Bilbao

Siete 'ertzainas' que ayudaban en el desalojo, heridos leves por la explosión

El reloj de cocina de Joaquín Cuesta, de 76 años, se quedó parado a las seis y tres minutos de la mañana. A esa hora, los cinco kilos de explosivo colocados de madrugada por un etarra en la Casa del Pueblo (sede del PSE) en el barrio bilbaíno de La Peña reventaron los cristales del piso de Joaquín. La onda expansiva arrancó de cuajo la puerta del local socialista, afectó a 12 coches aparcados frente a la sede del PSE en la calle Ibaialde y las viviendas más próximas e hirió levemente a siete ertzainas que participaban en el desalojo de los inmuebles.

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Una patrulla de la Ertzaintza que realizaba tareas de seguridad preventiva de las sedes socialistas llegó pasadas las cinco de la madrugada a la Casa del Pueblo de La Peña. Los agentes vieron un bulto y sospecharon que podía ser una bomba. ETA ya atentó el pasado octubre contra el escolta de un edil socialista a escasos 300 metros del lugar del atentado de ayer. Al acercarse, los ertzainas confirmaron sus sospechas: en el maletín -rodeado con una cadena- donde el terrorista había colocado la carga temporizada, había un aviso con pintura blanca que no dejaba dudas: Cuidado, bomba. Pidieron refuerzos, se acordonó la zona y ordenaron a los vecinos de los pisos situados sobre la sede que desalojaran sus casas. Hasta 50 personas salieron rápidamente con lo puesto.

Todavía llovía con intensidad cuando Jorge, de 18 años, relataba ese momento. Y llevaba aún puesto el pijama y las zapatillas: "Vivo con mi madre, pero hoy no estaba. '¡Tienen que desalojar ya!', nos repetían los policías. He bajado con los vecinos de arriba y hemos ido a los soportales donde explotó la bomba anterior".

A las 5.30, un terrorista había anunciado a la DYA (Ayuda en Carretera), en nombre de ETA, con la voz distorsionada por un programa de ordenador, que una bomba iba a estallar a las seis de la mañana cerca de la sede del PSE en La Peña. El etarra llamó desde una cabina situada en la calle Ollerías, junto al Casco Viejo de la capital bilbaína, a menos de 20 minutos andando del lugar del atentado. Media hora después, la onda expansiva sorprendió a los siete ertzainas mientras ayudaban a los vecinos a desalojar el inmueble. Los partidos democráticos condenaron el nuevo ataque contra el PSE, objetivo preferente de ETA. El PNV, cuyos dirigentes se volcaron con los socialistas, lo consideraron tan repugnante como si se hubiera tratado de un atentado contra un batzoki (sede peneuvista). ANV se negó a condenarlo.

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