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La ofensiva terrorista

ETA iba a cometer un gran atentado con la furgoneta que explosionó en Castellón

Cinco terroristas secuestraron a los dueños del vehículo y a su hijo de cuatro años el viernes en Francia - Los etarras volaron la Mercedes con más de 100 kilos de explosivo al creerse descubiertos

ETA iba a cometer un gran atentado el domingo pasado con la furgoneta que ese mismo día por la tarde estalló en un olivar de Les Coves de Vinromà (Castellón). El vehículo había sido robado el viernes por la mañana en un cámping de la región francesa de Las Landas por cinco etarras encapuchados que secuestraron a los dueños de la furgoneta y a su hijo de cuatro años, vecinos de Orio (Guipúzcoa). Tres terroristas se quedaron con la familia, a la que liberaron ayer por la mañana, mientras los otros dos viajaban a Castellón, adonde llegaron el sábado. Esa tarde el coche fue avistado por la Guardia Civil, por lo que los etarras, al creerse descubiertos, decidieron huir y activar un temporizador para volar el furgón y borrar huellas.

La furgoneta quedó pulverizada. Los etarras la volaron para borrar todo tipo de pruebas
El matrimonio y el niño fueron liberados ayer a las seis de la mañana entre Bayona y Burdeos
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El secuestro se produjo a las ocho de la mañana del viernes -apenas cuatro horas después del atentando contra el cuartel de la Guardia Civil de Durango (Vizcaya)- en un campamento para caravanas de la localidad playera de Messanges. La familia de Orio, cuyo hijo tiene cuatro años, pasaba los últimos días de sus vacaciones cuando fueron abordados por cinco encapuchados que inicialmente no se identificaron como miembros de ETA. Los terroristas taparon los ojos al matrimonio, pero no al hijo, y los metieron en un segundo vehículo, un Renault Scenic.

Tres de los etarras se quedaron custodiando a la familia, mientras otros dos partían con la furgoneta Mercedes Vito amarilla rumbo a Castellón. Los investigadores creen que entraron por Jaca, siguieron hacia Zaragoza, y luego hacia Teruel, en dirección Sagunto.

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Las primeras pesquisas apuntan a que llegaron a Les Coves de Vinromà el mismo sábado. Mientras, la familia secuestrada permanecía perdida por el monte con sus captores, cambiando frecuentemente de localización (al menos una vez cada noche) y durmiendo en un coche. Los etarras, según han declarado, les trataron bien.

Un vecino, al que le resultó sospechosa la furgoneta en aquel lugar, avisó el sábado por la tarde a la Guardia Civil. Una pareja del instituto armado se acercó y comprobó la matrícula. La Mercedes Vito, con una bicicleta anclada en la parte trasera, llevaba su propia matrícula, no estaba denunciada como robada y no tenía signos de haber sido forzada. Además, se comprobó que su propietario carecía de antecedentes.

Nada extraño, salvo el hecho de que un vehículo habilitado como caravana estuviera en medio de un olivar, en una zona poco transitada y lejos de las rutas turísticas. El domingo, hacia las 19.20 horas, empezó a despejarse la incógnita.

Una brutal explosión hizo saltar por los aires el vehículo, aparcado entre árboles, a siete kilómetros de Les Coves de Vinromà (a 20 kilómetros de Torreblanca), donde se escuchó con nitidez. La explosión abrió un socavón de dos metros de diámetro y algo más de un metro y medio de profundidad, dañó levemente la estructura de la torre eléctrica que tenía justo al lado, rompió cristales y puertas de masías situadas a un kilómetro, se escuchó a diez de distancia y sembró el pánico entre los vecinos. El trozo más grande que quedó de la furgoneta mide 20 centímetros.

El estallido movilizó a bomberos y Guardia Civil. Nada más comprobar las características del siniestro, el instituto armado activó controles en las carreteras que unen Castellón y Valencia, se dio aviso a los Tedax (equipos desactivadores de explosivos) y se acordonó la zona. La Guardia Civil estableció un perímetro de seguridad de dos kilómetros, ante el temor de que hubiera una bomba trampa.

Un guardabarros amarillo hallado a más de 200 metros del socavón dejaba bastante claro que se trataba de la furgoneta Mercedes Vito que despertó sospechas el día anterior. Jacobo Salvador, alcalde de Les Coves de Vinromà, relataba ayer que todo empezó a apuntar a ETA "cuando la Guardia Civil trataba de contactar con la familia propietaria de la furgoneta, en el País Vasco, y no lo lograba". Los primeros contactos con Orio indicaban que la familia estaba de vacaciones desde hacía varias semanas y era imposible localizarla.

La sospecha de ETA ya era clara. La pesquisa se reanudó por la mañana, pero seguía sin haber noticias de la familia de Orio hasta que se supo que el matrimonio y el niño habían sido liberados a las seis de la mañana en una zona despoblada de la localidad francesa de Ousse, entre Bayona y Burdeos. Los terroristas indicaron a la familia cómo llegar a dicha localidad y les dejaron que marcharan a pie. Nada más llegar a Ousse, contactaron con la Gendarmería, que avisó a los servicios antiterroristas. El Renault Scenic fue hallado ayer por la tarde calcinado en el sur de Francia.

Los investigadores están convencidos de que los etarras decidieron volar la furgoneta al creer que la Guardia Civil les había descubierto y les iba a detener de inmediato. Nada más lejos de la realidad. Los terroristas, que llevaban más de 100 kilos de explosivo en la furgoneta, "iban a entrar, golpear y salir", según fuentes de la investigación. La hipótesis policial es que iban a atentar contra un objetivo emblemático, como hicieron con el aparcamiento de la T-4 del aeropuerto de Barajas, destruido el 30 de diciembre de 2006. Ninguna de las fuentes consultadas se aventura a especular sobre cual sería el objetivo.

Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad mantienen una especial vigilancia por la zona desde que el pasado 19 de julio el etarra Ander Múgica Andonegi abandonara un taxi al ver un control policial en Torreblanca, localidad muy próxima a Les Coves de Vinromà. Las pesquisas se encaminan ahora a buscar a los terroristas, entre tres y cuatro jóvenes, que los testigos aseguran haber visto en la zona.

"Sentí el primer impulso de intentar apagar el fuego"

"Fue un ruido tremendo, increíble. Salí descalzo de casa, cogí el coche, llegué aquí y seguí el primer impulso de intentar apagar el fuego. Pero enseguida me di cuenta de que esto no era algo que podíamos resolver nosotros, había que llamar a los bomberos".

Pedro es uno de los vecinos que se acercaron nada más producirse la explosión, sobre las 19.20 del domingo. Otros, como Ramón, guiaron a los bomberos hasta el lugar exacto. No es fácil manejarse por los caminos entre los olivos. "Sobre todo ahora, que no hay nadie, si hubiera sido en fiestas habría habido tráfico de coches".

Emilia, como Ramón, no encontraba palabras para describir lo que escucharon. "Algo tremendo, difícil de definir, un ruido increíble". Emilia recogía ayer los añicos de los cristales de las ventanas de su casa. Vive a más de 600 metros del lugar. Se desencajaron los marcos de algunas puertas, incluida la de acceso a la casa. "Ves esto y piensas '¡Dios mío! Lo que podía haber pasado".

En el pueblo, a siete kilómetros, todos oyeron el estruendo. Se asomaron, salieron a la calle, quisieron saber qué había sido. A lo lejos veían una columna de humo. Sabían que en ese punto no había ningún depósito, nada susceptible de provocar lo que habían oído.

El alcalde, Jacobo Salvador, y el teniente de alcalde, Gustavo Viol, se acercaron. "Al principio hubo desconcierto, luego un silencio que encerraba los peores presagios", contaba un vecino. "Y no sabíamos si había alguien muerto entre los restos de la furgoneta. Afortunadamente, no", remató Viol.

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