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ETA reprende a los suyos por haber "relajado plenamente" la seguridad

La banda elabora tras los golpes policiales un manual para "evitar detenciones"

Jorge A. Rodríguez

ETA y el mundo que la rodea viven una "paranoia" de seguridad tras encadenar varios golpes policiales. La banda ha distribuido entre sus miembros el documento Medidas para enlazar seguridad y buen funcionamiento (Segurtasuna eta funtzionamendu on bat uztartzeko neurriak) en el que imparte 50 instrucciones con un sólo fin: "Nuestro objetivo principal será evitar la detención". El texto, intervenido por la policía en una de las últimas operaciones antiterroristas, incluye en su arranque una regañina autocrítica: "Hemos dejado de lado las medidas de seguridad. En estos últimos tiempos hemos relajado plenamente nuestro funcionamiento".

"Nuestro objetivo principal será evitar la detención", insiste el manual
"Si notamos seguimientos, nos aseguraremos que no es paranoia"
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Las operaciones contra alguno de los órganos vitales de ETA han llevado el nerviosismo a la banda. Ha perdido su aparato de falsificaciones, su comando especial (en el golpe de Cahors, Francia), a relevantes miembros de su aparato logístico, ha fracasado en varios atentados, han caído sus comandos antes de actuar... Y, sobre todo, en esas detenciones el relajamiento en las medidas de seguridad ha facilitado enormes cantidades de información a los servicios antiterroristas españoles y franceses.

El documento de seguridad, al estilo de los libros de autoayuda, detalla desde cómo debe usarse el teléfono móvil o los ordenadores, hasta cómo deben relacionarse los etarras con sus familiares y amigos para no ser detectados. ETA exige que en los mensajes y comunicaciones no se use "nunca el lenguaje amoroso", ni "las coletillas" habituales. Es más: se exige el uso de cabinas telefónicas, pero nunca el móvil personal "ni tampoco el de la casa de la madre".

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Lo preferible es que, en lugar de hablar por teléfono, se usen los mensajes de texto "para que no se oiga nuestra voz". Pero si no hay más remedio, si es un caso "de urgencia", entonces hay que emplear un nombre distinto y, si hay que fijar una cita y es necesario llamar, se recomienda decir que se queda en "el lugar de siempre, en el bar de ayer o cosas similares". La palabra "agur" (adiós) está prohibida, así como el uso de datos "que nos pueden identificar de una manera clara".

El teléfono móvil es otra de las obsesiones. Por eso el manual exige que se sea cuidadoso con su uso, especialmente mientras se celebran reuniones (ETA pide que el aparato se deje en un lugar distinto del de la reunión o se desmonte), y también que borren los mensajes una vez leídos. Y nada de guardar números en la memoria del teléfono. Mejor en la de la tarjeta, pero "cambiando los nombres en la agenda, teniendo claro quién es en la de cada cual". Y esa tarjeta "no se utilizará en nuestros aparatos personales". Como si fueran adolescentes, la banda pide: "No quedaros sin dinero, ni tampoco sin batería. Hacer la recarga y tener siempre más de cinco euros".

ETA reclama que sus miembros se aseguren de la ubicación de los puntos donde fijan sus citas, para no andar "dando vueltas buscando el lugar o preguntando". Ante la duda, se emplaza a los terroristas a cambiar el punto de cita. "Si no sabemos la ubicación concreta del lugar, quedaremos en un lugar que conozcamos y alguien nos llevará". Eso sí, hay que llegar a la hora: "La puntualidad, aparte de ser un asunto de respeto, también es una cuestión de seguridad".

Antes de llegar, les pide que eviten "las carreteras peligrosas" y que sean cuidadosos con el medio de transporte que utilicen. Es en este apartado en el que el documento incluye una frase que muestra hasta qué punto el nerviosismo, el sentirse permanentemente vigilados en un momento que se califica de "tiempos peligrosos", puede convertirse en una obsesión: "Si notamos seguimientos, nos aseguraremos primero de que no es una paranoia". Pero si el "movimiento raro" de seguimiento es real, lo primero que hay que hacer es avisar a un compañero, "actuar con tranquilidad", poner en marcha "maniobras de despiste" hasta llegar a "un lugar seguro".

Pero, sobre todo, pide a los terroristas que hagan caso de lo que se les dice. "Cuando se diga [en un documento, en papel o soporte informático] lee y destruye, se lee y se destruye". La advertencia no es baladí. Iker Aguirre fue detenido en enero pasado en un tren con sus apuntes en euskera sobre el cursillo que había recibido para montar bombas, robar coches o alquilar pisos. Por ello, el manual también les pide a los etarras que "no pasen" ni lleven encima esos papeles cuando se están desplazando y que rompan "las hojas de las agendas y los cuadernos". Aguirre no llevaba preparada "la excusa" que ETA solicita que todos tengan dispuesta por si se les detiene. Se puso nervioso y confesó que era de la banda.

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Sobre la firma

Jorge A. Rodríguez
Redactor jefe digital en España y profesor de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS. Debutó en el Diario Sur de Málaga, siguió en RNE, pasó a la agencia OTR Press (Grupo Z) y llegó a EL PAÍS. Ha cubierto íntegros casos como el 11-M, el final de ETA, Arny, el naufragio del 'Prestige', los disturbios del Ejido... y muchos crímenes (jorgear@elpais.es)

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