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La ofensiva terrorista
Columna
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Ante ETA, ¿unidad o pinza?

Antonio Elorza

A punto de iniciarse la celebración por la Universidad Complutense del 40º aniversario del famoso concierto de Raimon en Políticas, punta del iceberg en aquel 68 antifranquista español, recuerdo un momento en que se nos heló el entusiasmo, tanto a mí como a mi acompañante Marta Bizcarrondo, organizadora hoy olvidada del recital. Fue cuando el cantante catalán entonó aquello de Tots els colors del verd gora Euskadi diuen fort, en la canción dedicada al País Vasco. Llevábamos ambos algún tiempo en contacto con el grupo de estudiantes abertzales en Madrid, dirigido por el etarra Txomin Ziluaga, y no veíamos que en la mentalidad de la mayoría de esos jóvenes nacionalistas, Txomin y el cura Martín Garín excluidos, hubiera nada que pudiera ser asociado a la idea de libertad. Les preocupaba únicamente la opresión sufrida por el País Vasco, con una carga enorme de irracionalismo y con un desprecio absoluto por cuanto pudiera sucederle a España, la gran enemiga.

Una cosa es la condena y otra que ETA deba ser tenida en cuenta como factor político
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"Gracias al pueblo vasco, que me transmitió su fuerza y su dignidad"

Cuatro décadas más tarde, las cosas no han cambiado, a pesar de algunas apariencias, y la reacción nacionalista ante los dos crímenes recientes de ETA viene a confirmarlo. Por parte de los seguidores de la banda, claro, no cabe esperar otro comportamiento que el practicado una y otra vez en nombre del odio. En el editorial de Gara, justificación implícita del atentado al recordar que lo propio de la Guardia Civil es "imponer a sangre y fuego" el dominio de España. Para los proetarras de Elorrio, frente a la malhadada (y además vencida) "moción ética" que el mismo día del atentado plantearon PSOE y PNV, éstos son "asesinos" y "fascistas". Nazismo euskaldún y antivasco obliga. Es lo suyo. El problema se plantea con las actitudes, explícitas o encubiertas, del lehendakari Ibarretxe y del nacionalismo democrático.

A primera vista, todo es perfecto. El lehendakari dirige un contundente sermón a los plastikolaris, conminándoles a no seguir matando "absolutamente para nada" y a no empañar la imagen del pueblo más antiguo del mundo. Y apela a llegar a "acuerdos". En una intervención muy del gusto de los amigos del pasteleo, Josu Erkoreka se avergüenza de que alguien pueda asociarles con ETA y habla de la urgencia de "acuerdos" en su declaración de condena. El editorial del órgano nacionalista insta a ETA a que no condicione negativamente el diálogo de Ibarretxe con Zapatero. Así que ETA ante todo es nociva para la aspiración nacionalista. Sólo que apenas rasgada la cortina de la denotación, y a la vista de los antecedentes significativos, el panorama es otro. Ante todo, una cosa es la condena y otra que ETA deba ser tenida en cuenta como factor político: "Que ETA no condicione la convivencia" (titular de Deia). En realidad, que sea reconocida la plena validez de la insistencia de Ibarretxe en una autodeterminación a corto plazo, sin que ETA cuente para nada aconsejando aplazar su proyecto. Ahora bien, según el editorial, para Zapatero el atentado sí debe contar, ya que confirma la justeza de lo propuesto por el lehendakari. En la misma línea, por debajo del discurso condicionador, tanto éste como Erkoreka insisten en la urgencia de "acuerdos políticos". Pero es que sobre la mesa ya está el texto de un acuerdo, o mejor, de un diktat, el texto del pacto cuya aceptación sin más plantea el lehendakari al jefe de Gobierno español, con el punto central de que la autodeterminación organizada por su Gobierno sea aceptada "por las instituciones del Estado". De ahí saldrá el "compromiso ético por el fin de la violencia" que sin duda impresionará a ETA tanto como las mociones éticas en los ayuntamientos. Mensaje subliminal: Zapatero se hace responsable de la continuidad de ETA en caso de no ser aceptado "el pacto" unilateralmente concebido.

Ibarretxe puede ser un obseso y un cínico, pero no un estúpido, y juega de cara a los suyos, los creyentes en esa versión abertzale del pueblo vasco que comparte con ETA. Nunca se le oirá una palabra de distanciamiento de ETA en cuanto a los fines y a las concepciones de base. Otra cosa son los medios, pero llegado el caso buscará los votos de sus representantes como lo hizo para la aprobación parlamentaria en Vitoria de su plan. Mantendrá la condena a la Ley de Partidos, a las acciones judiciales sobre ANV, y las invitaciones a los familiares de los terroristas presos por encima de las víctimas del terrorismo. Tiene que proclamar la inutilidad de ETA, pero sabe muy bien que la necesita y actúa en consecuencia. No se incorpora a unidad política alguna. Sostiene implícitamente una pinza al lado del terror contra la política del Gobierno y contra la vida democrática en Euskadi.

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