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El Ejército cambió las normas de vuelo tras la tragedia del helicóptero Cougar

Mañana se cumplen cuatro años de la muerte de 17 soldados en Afganistán

Miguel González

El 16 de agosto de 2005, un helicóptero Cougar, con 17 militares a bordo, se estrelló a 20 kilómetros al sur de Herat (Afganistán), mientras realizaba un vuelo de adiestramiento para las elecciones de septiembre siguiente. Cuatro años después, las causas de aquel siniestro, el más grave sufrido por las tropas españolas en territorio afgano, siguen sin aclarar. Pero lo que ya ha supuesto es un cambio en las normas de vuelo de los helicópteros militares para limitar los vuelos rasantes y minimizar los riesgos.

El juez togado militar territorial número 11, responsable de la investigación, ha encargado a dos peritos que le informen sobre las causas del suceso, pero el abogado de la familia del capitán Guitard, comandante del helicóptero siniestrado, los ha recusado por falta de imparcialidad. No obstante, el informe técnico de seguridad elaborado por las Fuerzas Aeromóviles del Ejército de Tierra (Famet), que tenía carácter secreto y desclasificó el Consejo de Ministros en marzo pasado, arroja alguna luz sobre lo sucedido.

Se ordenó a los helicópteros no volar a menos de 15 metros del suelo
El aparato se volvió a estrellar cuando se reprodujo su vuelo en simulador
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Oficialmente, aún no se ha cerrado la hipótesis del ataque, pero el informe técnico la considera "poco probable". Recuerda que no se hallaron "restos de mecanismo de disparo, cables o cartuchos de fusilería" en la zona; ni se apreciaron "impactos" o "restos de metralla" en el helicóptero o los cadáveres; y que los informes del servicio secreto CNI no avalaban esta posibilidad. Tampoco se hallaron indicios de fallo mecánico, por lo que el informe sólo apunta a un error humano o a factores circunstanciales "como el fuerte viento en cola, la alta velocidad de vuelo, las altas temperaturas...".

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En el cuestionario sobre causas del siniestro en el que los expertos deben elegir entre tres casillas ("sí", "no" o "dudosa") para cada una de las variables, siempre aparece marcado el "no"; salvo tres, que figuran como "dudosas": altitud de 4.300 pies (1.310 metros); fuerte viento de cola, altas temperaturas, y peso al despegue de unos 8.534 kilos. No se conoce a qué altura volaba el Cougar, pues el radar-altímetro estaba apagado. Se sabe que realizaba un "vuelo táctico", a muy baja cota, para eludir un posible ataque con armas antiaéreas.

La investigación ha revelado que, mientras los helicópteros Superpuma del Ejército del Aire desplegados en Afganistán tenían una norma que les obligaba a volar a entre 50 y 150 pies (15,2 a 45,7 metros), los Cougar del Ejército de Tierra, de características similares, carecían de normativa. El capitán Guitard, en la reunión previa al vuelo, determinaba la altura. La Comisión de Investigación Técnica de Accidentes de Aeronaves Militares (CITAM) presume que volaba a entre 50 y 60 pies (16 a 20 metros). Pero el teniente Navarro, jefe del segundo Cougar, que le seguía a 350 metros de distancia y realizó un aterrizaje de emergencia al creer que sus compañeros habían sido derribados, declaró: "Íbamos como siempre. Entre 30 y 50 pies". Es decir, un aparato de más de 8,5 toneladas volaba a sólo 9-15 metros del suelo y a velocidad máxima (222 kilómetros por hora).

El aparato se estrelló tras descrestar una colina, cuando iniciaba el descenso. El viento era de 20 nudos (37 kilómetros hora), con rachas de hasta 35 (64,8), en una zona donde se producen turbulencias momentáneas de gran intensidad. Además, "el hecho de llevar el viento de cola pudo perjudicar", según los expertos. El sol estaba en su cénit y restaba visibilidad, y la temperatura era de 32 grados. Cuando en junio de 2008, el juez intentó archivar el caso, sostuvo en su auto que la altura de vuelo "era la adecuada" y que, "aunque muy probablemente la carga pudiera tener un cierto papel determinante en el resultado final, no aparece como excesiva".

El Cougar llevaba a 17 militares, con sus armas y munición, además de blindaje, dos ametralladoras, equipo de contramedidas y el depósito a tope de combustible. En otras condiciones, no sería demasiado. Pero, como recuerda el CITAM, la altitud y las altas temperaturas restan potencia a los motores. Con ayuda de simuladores, se hicieron varias reconstrucciones del vuelo y en más de una el helicóptero se acabó estrellando, según el informe.

Las recomendaciones del informe no dejan dudas sobre la peligrosidad del vuelo del Cougar. Desde entonces, la altura de vuelo debe ser de 100 pies (30,4 metros) y "el descenso por debajo de 50 pies deberá estar justificado por una razonable suposición de que existe una amenaza real en la zona". Más contundente, el general jefe de la unidad de helicópteros agregó: "En ningún caso se realizarán maniobras que comporten riesgos superiores a los que estrictamente requiera la misión".

Un militar español, junto a los restos del Cougar, horas después de estrellarse, el 16 de agosto de 2005.
Un militar español, junto a los restos del Cougar, horas después de estrellarse, el 16 de agosto de 2005.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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