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El Ejército duda de que matara a un civil en Afganistán

Los militares no pudieron examinar el cadáver ni el certificado de defunción

Miguel González

La primera víctima colateral de cualquier guerra es la verdad. Y aunque en Afganistán no haya oficialmente una guerra, su bruma parece envolver los acontecimientos más simples.

El pasado día 20, policías afganos se presentaron en la base de Herat para indicar que el día anterior había fallecido un civil debido a un disparo supuestamente realizado por tropas de la ISAF (Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad). Los mandos militares comprobaron que una de las OMLT (Equipos de Instrucción y Adiestramiento del Ejército Afgano) españolas había pasado por el lugar del incidente y que el tirador del vehículo que abría la columna sufrió un desvanecimiento, por lo que, aunque nadie oyó ningún disparo, se abrió una investigación para comprobar si éste accionó involuntariamente el gatillo.

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Sin embargo, los investigadores no pudieron examinar el cadáver, pues ya había sido enterrado, y ni siquiera se les permitió hablar con el médico que verificó su fallecimiento ni comprobar el certificado de defunción. Tampoco pudieron confirmar si faltaba algún proyectil en el cargador, pues el blindado implicado era uno de los nuevos RG-31, diseñados para soportar atentados con explosivos, y carece de un sistema que contabilice los disparos realizados. Antes de la misión, se lanzó una ráfaga para comprobar el buen funcionamiento de la ametralladora y no hay forma de saber cuántos proyectiles se dispararon.

Los militares temen que la familia del fallecido, con la complicidad de policías, quisiera responsabilizar a las tropas españolas para cobrar una indemnización. Los miembros de la patrulla observaron hasta tres accidentes de tráfico en los que pudieron producirse víctimas mortales. "Puede que haya un muerto, tal vez un disparo y quizá hasta exista relación entre ambos hechos. O no", concluye un mando.

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El tirador no ha sido repatriado, pero lo sucedido ha obligado a revisar la forma de empleo de los RG-31, en los que el tirador -al contrario que en los viejos BMR- no va asomado a la escotilla sino que ve el objetivo a través de una pantalla, lo que puede producirle mayor fatiga. Un sistema más seguro para los soldados, pero no quizá para los afganos .

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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