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Elecciones 1-M | País Vasco

Emilio tiene que irse de Lazkao

El joven que atacó una 'herriko taberna' queda marcado por los radicales

Nadie se quedó indiferente al ver a Emilio G. descargar su rabia con una maza en la herriko taberna de Lazkao (Guipúzcoa) tras quedar destrozada su casa con la bomba de ETA del lunes. Los responsables de una web nacida para la ocasión aseguraban haber recibido una quincena de donativos de entre 20 y 70 euros para las reparaciones en el piso. En la red social Facebook, varios grupos de apoyo contabilizaban hasta más de 4.000 adhesiones, con nombre y apellido -en uno de ellos se refieren a él como "El héroe de Lazkao"-. El aspirante del PP a la lehendakaritza, Antonio Basagoiti, llegó incluso a ofrecerse para llevar su defensa.

En parte, la carga simbólica de su desahogo a mazazos marcó el compás de la campaña electoral de ayer. Lo entendemos, vinieron a decir los dirigentes, pero el ojo por ojo, diente por diente supondría iniciar una espiral de violencia impropia de una democracia. "Seguramente tendrá muy difícil volver a vivir en su municipio con tranquilidad", se lamentó el candidato socialista a lehendakari, Patxi López, quien abogó por acabar con "la impunidad de ETA y sus matones de barrio". Emilio quiso desaparecer del ojo del huracán, probablemente tras tomar conciencia de las consecuencias que tendrá el haber destrozado, a rostro descubierto, el refugio de la izquierda abertzale en su pueblo. Sigue de baja laboral y rodeado de los suyos, lejos de Lazkao.

Su venganza contra ETA marcó el compás de la campaña electoral

Aunque este periódico no ha podido constatar la existencia de amenazas explícitas en las paredes de la localidad, los extremistas no dudaron en marcarle para siempre exhibiendo su nombre y apellido en carteles por todo el municipio. Un centenar de personas se concentraron en protesta por la agresión a la herriko frente al Ayuntamiento. "No a las agresiones fascistas. ¡Democracia Ya!" rezaba la convocatoria, que insistía en que Emilio era un militante socialista aunque no está afiliado y no mantiene ningún vínculo con el partido, según recalca el mismo PSE. Después de algunos gritos del tipo "independentzia", los manifestantes recibieron instrucciones de sus líderes de no traspasar los límites marcados por el Departamento vasco de Interior para la protesta (nada de gritos, eslóganes o pancartas ilegales o con amenazas hacia personas).

"No creo que [este episodio] revele una tendencia. Simplemente, Emilio no encontró otra manera de canalizar su dolor", resume Enrique Echeburúa, catedrático de Psicología de la UPV y una de las voces más autorizadas para hablar sobre el sufrimiento de las víctimas. Explica que es natural que el cuerpo pida a veces volver a la ley del Talión. "Pero en una democracia tenemos interiorizado que nuestros deseos de venganza están cedidos a la Justicia". Resalta que casos como el de Emilio puede darse al sentir durante años que las instituciones no pudieron hacer nada ante acosos como el que forzó el exilio de su padre, Julián G., concejal en Lazkao entre 1983 y 1991 e impulsor de la Casa del Pueblo destrozada por ETA.

Protesta de la izquierda <i>abertzale</i> en las calles de Lazkao. El cartel reza: "Alto al estado de excepción".
Protesta de la izquierda abertzale en las calles de Lazkao. El cartel reza: "Alto al estado de excepción".AP
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