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Reportaje:

"Era un baile de sonámbulos, muy triste, mucho silencio, nadie se miraba, todos miraban a la nada"

Declaran ante el juez por primera vez víctimas del 11-M

El tribunal de la Audiencia Nacional que juzga los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid ha escuchado esta tarde por primera el testimonio de algunas de las víctimas del ataque, que segó la vida de 191 personas. Ésta es su narración de aquella mañana:

Antonio Miguel Utrera, estudiante universitario de 21 años, víctima del 11-M

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"Viajaba en el tren conocido como de la calle Tellez. Aquel día, como todos los días, me dirigía a la universidad. Viajaba frente a una pareja de eslovacos o búlgaros, por su acento y su aspecto. Era un día normal, como otro cualquiera. Recuerdo que cuando me levantaron [después de la explosión] estaba en la otra puerta, al otro lado del vagón. Lo primero que hice fue llamar a mi madre. Al bajar y ver el estado del vagón me puse a gritar que era un atentado. Era como un baile de sonámbulos. Muy triste. Mucho silencio. Nadie se miraba, todo el mundo miraba a la nada. Era muy raro. Caminé entre las vías, encontré un pequeño muro de hormigón, me puse sobre el muro porque estaba muy cansado, sólo quería dormir. Me llamaban mis padres y yo no quería que me molestaran. A mi lado había una mujer con la cara ensangrentada. Ella no decía nada. Sólo me señalaba la dirección por la que venían los camilleros. Me vinieron a recoger. Al entrar en lo que luego supe que era el hospital de campaña. perdí la conciencia. [...] Me he convertido en misántropo. [...] Reclamo la máxima pena y responsabilidades políticas para los miembros del anterior Ejecutivo".

Francisco Javier García Castro, familiar de una víctima

"Aquella mañana me despertó por teléfono la voz de mi mujer que me dijo que había habido un atentado en El Pozo, que bajara. Mi hija oyó las explosiones y empezó a gritar '¡Mi madre, mi madre!'. Fuimos a la estación, vivimos a 300 metros, tardamos dos minutos. Aparentemente, no pasaba nada. Pasamos los tornos, subimos al andén y nos encontramos que a la derecha había un montón de cadáveres, una montonera de 10 o 15 personas. Estaban destrozados, eran fallecidos o heridos bastantes graves. Seguí para adelante, me metí en el tren, la gente pedía ayuda, yo decía: 'Ahora vengo, estoy buscando a María'. Yo lo que necesitaba era encontrar a mi mujer. Salté al otro lado de la vía; también había cadáveres en la vía, no sabía que hacer. No era capaz de ayudar a nada. [...] Al lado de los fallecidos había un grupito de heridos que se me quedaban mirando y decían: '¿Cuándo van a venir a por nosotros?'. Me llamó la atención el silencio sepulcral entre tanta matanza. [...] Mi mujer salvó la vida porque iba entre las dos bombas. Se quedó tumbada en el suelo. Entonces fue la segunda explosión. Vio saltar trozos de cuerpo a las vías. Como pudo saltó y entonces nos llamó."

Isabel Casanova Ortega, madre y ex esposa de dos víctimas

"El día 11 de marzo es el cumpleaños de mi hijo mayor. A primera hora de la mañana le llamaban su padre y su hermano. Ese año no le llamaron y llamó a casa a preguntar si yo sabía algo. Él me dijo que pusiera la tele. Lo primero que vi fue la imagen del tren de El Pozo. Inmediatamente me di cuenta de que algo estaba pasando y no bueno. Salí corriendo a casa de mi madre, que estaba sola, para apoyarme en ella. [...] Reclamo cadena perpetua para todos los presuntos asesinos, responsabilidad a los gobernantes que estaban gobernando en ese momento, y respeto a las víctimas".

Jesús Ramírez, víctima del 11-M

"Iba en el tren que salió de la estación de El Pozo. Aquella mañana, como en los últimos 30 años, cogí el tren y como iba mucha gente subí a la planta superior. Cuando observé que había un asiento central fui a tomar asiento cuando explosionó la primera bomba. Caí sobre un señor y le pedí disculpas porque creí que el que había explosionado era yo, por unas cuestiones mías. Entonces explota la segunda bomba y pierdo el conocimiento. [...] Mi principal reclamación es que haya justicia".

Eulogio Paz, padre de Daniel Paz Manjón, fallecido en el 11-M

"Yo estaba en el trabajo ya. Entré en Internet, vi la trayectoria de los trenes y logicamente llamé a Pilar Manjón, la madre de Daniel; le pregunté y ella me dijo llorando que había estaba intentando contactar con él. Me dijo: 'Me quiero morir'. Llamé al móvil de Daniel y no contestaba. Tardé en reaccionar. Aguanté hasta las 10. A las 10, en el trabajo me pusieron un coche y fui al Gregorio Marañón, al 12 de Octubre y de ahí a la estación de El Pozo, donde había muchos coches fúnebres. Luego al hospital de La Paz, y al Niño Jesús. Eran las dos de la tarde. Ahí me di cuenta de que Daniel podía estar muerto. Volvía al Gregorio Marañón. Nos dijeron que los que no encontráramos a algún familiar fuéramos al Ifema a que nos dieran noticias. [...] La policía científica nos dijo que parecía que el cuerpo de Daniel estaba identificado. Nos hicieron las pruebas del ADN. Nos avisaron cinco días más tarde para recoger el cadáver. [...] Reclamo la cadena perpétua para los asesinos y responsabilidades póliticas de los que gobernaban en aquel momento. Yo cuando buscaba el cadáver de Daniel por los hospitales pensé en algo que había dicho días antes con los amigos: 'Aquí algún día a cuenta de la foto de los Azores nos van a pegar un pepinazo'? Y efectivamente nos lo pegaron. [...] Exijo que las responsabilidades que el propio Aznar ha dicho que debe asumir el Gobierno, que las asuma".

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