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Reportaje:

De Ermua al diálogo con ETA

Protagonistas de la rebelión cívica contra el asesinato de Blanco, como Ardanza y Totorica, discrepan de la versión que el ex presidente Aznar y Rajoy ofrecen del 'espíritu de Ermua'

Luis R. Aizpeolea

Un mes después de que el presidente José Luis Rodríguez Zapatero recibiese al líder del PP, Mariano Rajoy, en La Moncloa y éste se comprometiese a prestar su apoyo para la "derrota de ETA", la ruptura de puentes es total. El debate del estado de la nación y los actos del décimo aniversario del asesinato de Miguel Angel Blanco por la banda terrorista han abierto una sima entre Rajoy y Zapatero, con el agravante de que la amenaza del regreso de ETA al terror es real.

La Moncloa cree que Rajoy ha usado el debate y el aniversario de Blanco para preparar su ofensiva contra Zapatero en el caso de que ETA cometa un atentado. "Rajoy ha incumplido su compromiso de apoyar al Gobierno para derrotar a ETA mientras el Ejecutivo lanza una ofensiva contra la banda", según fuentes gubernamentales.

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El último movimiento de Rajoy ha consistido en identificar el espíritu de Ermua con el rechazo al fin dialogado de ETA. Sin embargo, el sentido de la rebelión cívica de Ermua, de julio de 1997, no fue ese. Ramón Jáuregui, entonces secretario general del PSE, señala que "Ermua fue una rebelión cívica contra ETA y su entorno desde la unidad y la pluralidad. En aquella rebelión participó mucha gente que pensaba que la derrota de ETA acabaría con un fin dialogado". Ermua como hito de la unidad frente a ETA es la tesis de otro protagonista, su alcalde, el socialista Carlos Totorica. Estos fueron los hitos desde el asesinato de Blanco por ETA, en julio de 1997:

- La respuesta al asesinato de Blanco. La respuesta masiva y airada de Ermua, seguida en muchos puntos de España, a la crueldad de ETA en la tarde del 12 de julio, al conocerse el asesinato de Blanco, estuvo precedida de una marcha multitudinaria en Bilbao ese mediodía. La marcha, en la que se exigió a ETA que liberara a Blanco, fue convocada por todos los partidos vascos, por el Pacto de Ajuria Enea, y presidida por el lehendakari, José Antonio Ardanza.

La multitudinaria marcha llegó a concitar la esperanza de que ETA liberara a Blanco y, al conocerse tres horas después que la banda le había asesinado, estalló la ira de la multitud contra la banda.

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Ardanza decía el martes que el PP, al ver aquel potencial, trató de monopolizar el espíritu de Ermua. La primera muestra fue en septiembre de ese año, con el homenaje a Blanco en Madrid, que convirtió en un acto no sólo contra ETA sino contra el nacionalismo. Raimon, que cantó en catalán, fue escandalosamente abucheado.

- La tregua de ETA y el diálogo con el Gobierno del PP. La respuesta de la calle concitó el miedo en Batasuna. Inició contactos con el PNV de Xabier Arzalluz, y en septiembre de 1998, un año después de Ermua, ETA anunció una tregua, cuando Batasuna y los nacionalistas llegaron a un acuerdo soberanista -sobre Navarra y la autodeterminación-. Pese a ese contenido de la tregua, Aznar la asumió. Había pedido en noviembre de 1996 a Arzalluz que "si la piscina estaba llena le avisase", en alusión a una tregua de ETA. Aznar acusó a Arzalluz de no haberle avisado, pero asumió la tregua.

Los interlocutores de Aznar se reunieron con Batasuna en diciembre de 1998 y con ETA en mayo de 1999, un año después del asesinato de Blanco y a sólo seis meses del de Zamarreño, edil del PP en Rentería. Aznar acercó más de cien presos a Euskadi y promovió un acuerdo parlamentario para flexibilizar la política penitenciaria.

- Ruptura de la tregua. Frente a lo que dice ahora Aznar de que sus interlocutores no continuaron la conversación de mayo porque no vieron disposición en ETA a dejar las armas, fue la banda quien rompió la tregua por sus discrepancias con el PNV. Aznar estuvo dispuesto a seguir las conversaciones. En julio de 1999, ETA envió una carta a La Moncloa aplazando la reunión prevista para el verano. En noviembre, ETA rompió la tregua.

- La nueva ofensiva de ETA. Tras la ruptura de la tregua, ETA inició una ofensiva de asesinatos, hasta 46, entre enero de 2000 y mayo de 2003. El lehendakari, Juan José Ibarretxe, elegido en octubre de 1998 en sustitución de Ardanza, no reaccionó frente a ETA. Mantuvo su Gobierno con el apoyo de Batasuna. Los dos partidos no nacionalistas -PSE y PP- se unieron frente a ETA y el nacionalismo. En ese clima nace el Pacto Antiterrorista (diciembre de 2000), que suscriben Zapatero y Aznar.

Pero en mayo de 2003, ETA comete su último asesinato y casi tres años después declara una nueva tregua, que el Gobierno de Zapatero asume y se implica en ella hasta su ruptura formal, el 5 de junio.

- La interpretación de hoy. Aznar y Rajoy, al acusar a Zapatero de "traicionar el espíritu de Ermua", han hecho abstracción de su propia actuación entre 1997 y 1999. En 2000, en plena ofensiva etarra, Aznar cambió de estrategia al no necesitar a los nacionalistas por ganar las elecciones con mayoría absoluta. En ese momento no sólo descartó la salida dialogada al terrorismo -ETA estaba en plena actividad terrorista- sino que responsabilizó al nacionalismo de la actividad de ETA. Y a esa estrategia, en la que sigue el PP, le denomina espíritu de Ermua.

Sin embargo, los principales líderes de la rebelión, como Ardanza y el alcalde de Ermua discrepan de esa versión. Coinciden con Ramón Jáuregui, en que "Ermua fue una rebelión cívica contra el terrorismo, unitaria y plural sin identificarse con ninguna política concreta", frente a lo que pretende el PP.

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