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Fallece Adán Martín Menis, ex presidente del Gobierno de Canarias

Un cáncer acaba, a los 66 años, con la vida del que fuera mandatario canario de 2003 a 2007

Adán Martín Menis se convirtió la noche de este sábado en el primer ex presidente del Gobierno de la Canarias democrática que ha fallecido. Antes de que el próximo martes día 19 cumpliera 67 años, su cuerpo dijo basta, después de casi doce años de pulso al cáncer que, sin ser deportista, siempre había doblegado con una entereza propia de los míticos guanches, aquellos nobles pastores y valientes guerreros de la prehistoria de la isla de Tenerife.

Un círculo reducido de familiares (su actual y su anterior esposa, sus dos hijos, su hermano, Fernando, que le donó la médula y su cuñada), varios amigos y colaboradores de más de 40 años de ejercicio de la vida pública lo han acompañado en Barcelona en su peor y último año. Estas han sido jornadas de mensajes cortos, hasta confirmarse su fallecimiento. No fue, Adán Martín, un político ortodoxo, un líder invasivo del espacio ajeno. Visitaba los barrios, a los grupos del Carnaval, a las víctimas de incendios y riadas, sí pero, sobre todo, era un tecnócrata encerrado en un castillo de cristal con una visión casi profética sobre el futuro del Archipiélago. Creía en una Canarias potente, capaz de transformar la metáfora literaria de un archipiélago que alardea de ser un puente tricontinental, en uno de los más potentes y competitivos hub de mercancías del mundo, situado en uno de los puntos más estratégicos y seguros de todo el planeta, entre Europa, África y América. Leyó más documentos que estrechó manos. Más que dirigirse a las masas, Martín Menis hablaba a las personas, literalmente una a una, durante horas, sin diferenciar si su interlocutor era un presidente de gobierno, un ministro, un temido comisario europeo o un vecino de su barrio. Su capacidad de trabajo era ilimitada, su entusiasmo no tenía fin. Ni siquiera después de las duras sesiones de radioterapia vaciló en pegar los primeros carteles de la campaña electoral, tomar un avión para defender los intereses de las islas en Bruselas o enfundarse un traje de neopreno para observar las praderas submarinas de sebadales, que los ecologistas defendían para impedir la construcción del puerto industrial de Granadilla.

El ingeniero industrial Adán Martín Menis ha sido un persona clave para entender la complicada política canaria de los últimos 30 años. Durante los dos primeros mandatos de la democracia fue concejal en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, donde fundó la Agrupación Tinerfeña de Independientes. Desde su primer cargo planificó el Plan General de Santa Cruz y un plan de barrios que 30 años después aún es ejemplo en multitud de municipios españoles. Entre 1987 y 1999 fue presidente del Cabildo Insular de Tenerife, donde pactó con los 31 ayuntamientos de la isla más de 40 planes estratégicos y construyó de la mano del arquitecto Santiago Calatrava dos obras faraónicas, el recinto ferial, que reproduce el interior del vientre de una ballena, y el Auditorio de Tenerife, la sede de la niña de sus ojos: la Orquesta Sinfónica de Tenerife. Con la misma naturalidad redactaba la planificación estratégica de las islas en materia de desarrollo turístico que una carta a Jorge Valdano animándolo a él y a los jugadores del CDTenerife antes de enfrentarse al Real Madrid, como el Invictus que Guardiola proyecta a su dream team. Martín Menis fue diputado en el Congreso por Coalición Canaria y consejero regional de Obras Públicas (de 1993 a 1996), vicepresidente económico del Gobierno de Canarias y, entre 2003 y 2007, presidente del Gobierno de Canarias. Entre sus mayores éxitos políticos destaca la mejora de las condiciones de las islas y las regiones ultraperiféricas en la UE, la redacción de las directrices de ordenación y del turismo de Canarias y un proyecto de nuevo estatuto de autonomía que la trifulca política en las islas ha impedido aprobar hasta el momento. Tras su paso por el Gobierno, Adán Martín no disfrutaba de una situación económica holgada. En estos años, ni el Gobierno ni el Parlamento han decidido qué hacer con sus siete altos mandatarios (Jerónimo Saavedra, Fernando Fernández, Lorenzo Olarte, Manuel Hermoso, Román Rodríguez, Adán Martín y el actual Paulino Rivero), al menos si se les fijaba una renta vitalicia, transporte y despacho. Por eso, durante sus últimos años, con la enfermedad a cuestas consumiéndolo por dentro, sufriendo lo indecible, Martín Menis se empleó en la harinera de su familia y viajaba constantemente entre Europa, América y África, obsesionado con la cooperación, la lucha contra la pobreza, el desarrollo económico, la industria turística, los transportes y la innovación tecnológica.

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