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Reportaje:

Franco pierde su penúltima plaza

Cientos de personas asisten en Santander a la retirada de la estatua del dictador

Natalia Junquera

- "¡Ahora mismo lo pasamos peor y sufrimos más que cuando existía ese señor!", se desgañita una mujer señalando con el dedo al último Franco a caballo que quedaba en una plaza española.

- "¡Me da igual! ¡A ése no lo elegí yo!", le responde otra, señalando al mismo hombre de bronce.

La lluvia no impidió que centenares de santanderinos acudieran a ver y fotografiar la retirada de la última estatua ecuestre de Franco que permanecía en una plaza pública, del mismo modo que los 33 años que han pasado desde la muerte del dictador no han aliviado el disgusto a los nostálgicos.

Hicieron falta tres décadas de democracia, cuatro años desde que el ayuntamiento, gobernado por el Partido Popular, decidiera retirar la estatua, cinco operarios, casi cuatro horas y una excusa -las obras de remodelación de la plaza del consistorio- para bajar al dictador del pedestal en el que se encontraba, subido a un caballo, desde hace 44 años.

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Declarada nula la retirada de la última estatua de Franco de Madrid

La estatua, de siete metros de altura y más de cinco toneladas, es idéntica a la que se retiró de la plaza de Nuevos Ministerios de Madrid en 2005 y de Valencia en 1983. Los operarios que derribaron la figura del caudillo en Valencia tuvieron que hacerlo encapuchados con pasamontañas en medio de una bronca monumental de grupos ultraderechistas. 22 años más tarde, el Ayuntamiento de Madrid decidía retirar la suya de madrugada y por sorpresa, lo que no impidió que un centenar de personas lo despidieran entre aplausos y abucheos. Las tres habían sido diseñadas por el mismo escultor, José Capuz.

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De la plaza de Santander, el último Franco a caballo que quedaba en España viajará hasta un depósito municipal, donde esperará mejor destino mientras se construye el futuro Museo de Cantabria, donde el alcalde quiere enviar la estatua. La misma suerte que el dictador de bronce correrá un escudo republicano, que milagrosamente, también resistió los 46 años de dictadura de Franco. La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica criticó que se le diera el mismo trato a la estatua del dictador que al escudo republicano, "que representa un periodo democrático".

La oposición socialista ha aplaudido la decisión de retirar la estatua, "aunque no se retire por voluntad propia, sino como consecuencia de unas obras", explicó el portavoz, Jesús Manuel Cabezón, y sospecha que la colocación de una bandera de España de 70 metros cuadrados, días después de que el alcalde, Íñigo de la Serna, anunciara la inminente retirada de la estatua de Franco, no es casual. La bandera, por cierto, se ha izado en una plaza con nombre de falangista, Matías Montero.

Tres operarios trabajan en la retirada de la estatua de Franco de Santander.
Tres operarios trabajan en la retirada de la estatua de Franco de Santander.PABLO HOJAS
Estatua de Franco en el recinto amurallado de Melilla Vieja.
Estatua de Franco en el recinto amurallado de Melilla Vieja.P. GUERRERO

En Melilla sigue en pie

Retirada la de Santander, Franco sólo queda en pie en Melilla. El Gobierno de la ciudad autónoma se ha comprometido a deshacerse de la estatua, en la que el dictador aparece con uniforme militar y prismáticos. Pero aún quedarán cientos de símbolos en honor a los franquistas en toda España. A punto de cumplirse un año de la Ley de Memoria, el Gobierno no ha constituido la comisión de expertos que iba a decidir sobre su retirada. El alcalde de Santa Cruz de Tenerife (CC) cambió ayer los nombres de ocho calles en homenaje a franquistas, informa Juan M. Pardellas.

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Sobre la firma

Natalia Junquera
Reportera de la sección de España desde 2006. Además de reportajes, realiza entrevistas y comenta las redes sociales en Anatomía de Twitter. Especialista en memoria histórica, ha escrito los libros 'Valientes' y 'Vidas Robadas', y la novela 'Recuérdame por qué te quiero'. También es coautora del libro 'Chapapote' sobre el hundimiento del Prestige.

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