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El muro se alza en Pontevedra

Vecinos de la localidad de Poio levantan una tapia para aislarse de una colonia gitana

Xosé Hermida

Los vecinos de un barrio del municipio de Polo, en el extrarradio de Pontevedra, han comenzado a levantar un muro para aislarse de una colonia gitana asentada en las inmediaciones. Los habitantes del barrio de A Caeira acusan a los gitanos de traficar con drogas, lo que provoca una masiva afluencia de toxicómanos a la zona. Según los residentes en el poblado, la construcción del muro dejará a una parte de ellos sin acceso para sus vehículos. "Aquí nunca ha habido problemas de racismo. Ellos mismos nos han obligado a ser racistas", afirma un portavoz de los vecinos de A Caeira, quien prefiere mantenerse en el anonimato, según él, por temor a represalias de los gitanos.

Los vecinos de este barrio han realizado una suscripción popular para recaudar fondos que les permitan construir un muro de 300 metros de largo. Las obras de la muralla ya se han iniciado y con ella los habitantes de la zona pretenden separar dos bloques de apartamentos y un grupo de chalés de un poblado gitano situado en la misma zona, donde residen unas 300 personas.Los primeros gitanos se asentaron en un monte de A Cacira hace cerca de 20 años Posteriormente, el lugar se convirtió en un barrio residencial de clase media-alta por su cercanía a la ciudad de Pontevedra, en el que viven en la actualidad alrededor de 200 familias.Fue hace cuatro o cinco años cuando comenzaron a afluir los gitanos en mayor número. Hasta entonces no habían surgido problemas de convivencia, pero el aumento de habitantes en las chabolas trajo consigo, según los vecinos, una creciente actividad de tráfico de droga.

"Hay días que vienen por aquí más de 200 personas", explica el portavoz de los residentes. "Es un constante ir y venir. Se pinchan aquí mismo y dejan las agujas tiradas, con el peligro de contagio que eso supone para nuestros hijos", dice.

Según los vecinos, la presencia de drogadictos y traficantes en la zona ha provocado la huida de numerosos residentes "El que puede se marcha. Yo mismo lo haré muy pronto", explica uno de ellos. "Nuestro pisos se están vendido regala dos, a cuatro o cinco millones de pesetas, cuando podrían costar hasta 10".

Los vecinos afirman que han realizado gestiones ante el gobernador civil, Jorge Parada el alcalde de Polo y los propios representantes de la colonia gitana. También el diputado del PP por Pontevedra Mariano Rajoy preguntó al Gobierno sobre el asunto en el Congreso. Durante algún tiempo, una dotación de la Guardia Civil vigiló la zona, pero, según los habitantes de A Caeira, eso no solucionó el problema "porque nunca llegaron a entrar en el poblado".

50.000 pesetas de cuota

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Hace varios meses los vecinos decidieron construir un muro que les separara de las chabolas y que impedirá a los clientes de los supuestos camellos acceder al poblado gitano a través de la zona de apartamentos y chalés. Cada residente ha puesto 50.000 pesetas hasta completar el presupuesto de seis millones que exige la obra, y para la que han solicitado una ayuda de la Diputación Provincial.En la ciudad de Pontevedra se alzaron algunas voces contra la actitud de los habitantes de A Caeira, a los que se acusó de construir un nuevo muro de la vergüenza. Para el representante vecinal se trata de críticas provenientes de personas que no conocen en realidad el problema del barrio: "La gente habla mucho, pero si padeciese esta situación ya veríamos como reaccionaría. Citan a los derechos humanos pero, ¿nuestros derechos humanos no existen también?".

La construcción del muro ha creado un clima de tensión en el barrio, pero los primeros enfrentamientos no se produjeron hasta el pasado lunes. Un grupo de gitanos trató de impedir que se cerrase el hueco por el que todavía acceden sus automóviles y, tras una fuerte discusión, los vecinos payos requirieron la presencia,de la Guardia Civil.

En el poblado gitano los recientes acontecimientos parecen haberse traducido en una hostilidad hacia los visitantes, sobre todo si se trata de periodistas gráficos. Sin embargo, tras un corto diálogo dos mujeres comienzan a quejarse ante el informador: "Nosotros llevamos aquí 17 años. Ahora nos quieren aislar".

Los gitanos anuncian que seguirán oponiéndose al cierre del único hueco del muro que permite el acceso de automóviles a una de las zonas del poblado. "Ellos están en su derecho de cerrar la zona en la que viven, pero no pueden dejamos sin salida. Nosotros necesitamos este camino porque no tenemos acceso a la carretera que utilizan los que viven en la parte de arriba del monte. Utilizamos nuestros coches para trabajar y si completan la muralla ni siquiera podremos ir al supermercado", gritan con vehemencia las dos mujeres.

Para los gitanos, sus vecinos payos son "buena gente" pero atribuyen su actitud a que "como tienen mucho dinero desean aislarse de los pobres". Los residentes en el poblado aseguran que no existe en el lugar tráfico de drogas. "Lo que no podemos hacer es impedir que la gente pase por aquí. Si viene cualquiera puede pasear, pero cada vez que aparece alguien extraño los vecinos ya dicen que es un drogadicto".

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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