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La División Acorazada Brunete conocía los detalles del golpe de Estado una hora antes

Algo más de una hora duró el informe del ministro ole Defensa, Alberto Oliart, al Congreso de los Diputados, en torno a los sucesos que culminaron en el intento de golpe de Estado del 23 de febrero. Por acuerdo de la Junta de Portavoces esta Cámara, adoptado horas antes -con el voto en contra de los grupos Socialista y Comunista-, la sesión plenaria se efectuó a puerta cerrada y con prohibición de acceso a los periodistas al edificio principal del Congreso. EL PAIS presenta en estas páginas el contenido del informe del ministro, al que ha tenido acceso a través de grabaciones y transcripciones.

«Comparezco ante ustedes para darles la versión del Gobierno de los hechos ocurridos los días 23 y 24 de febrero. Me anima el firme propósito cie decirles cuanto sabemos hasta el momento, pero he de hacer constar que parto para mi exposición de una doble limitación. Por una parte, están en marcha una serie de investigaciones sobre hechos, personas y conductas que no han concluida todavía o están inclinándose. Estas investigaciones se están realizando por las autoridades militares competentes y por el Ministerio del Interior. Los resultados, que todavía. no tenemos y que no forman parte de mi exposición, se pondrán a disposición del juez militar especial.Por otra, las actuaciones del juez militar de la I Región Militar, general Díaz, de Aguilar, encaminadas a funclamentar las razones de los autos de procesamiento ya dictados o a inquirir la existencia de otras responsabilidades, están bajo el secreto legal del sumarlo, al que sólo el juez y, en su caso, el fiscal, mientras dure la etapa de instrucción, tienen acceso. Tienen también acceso los particulares que les conciernan y sus defensores.

Aun contando con estas dos limitaciones, el Gobierno ha considerado necesario no demorar más esta comunicación, aunque de las investigaciones en curso y de la instrucción de los suniarios pudiera derivarse en el futuro el conocimiento el otros hechos y de otras responsabilidades de las que hasta ahora se han puesto de manifiesto a través de los procesamientos que todos ustedes ya conocen.

Los hechos que a continuación voy a relatar son los qiie constan en las informaciones realizadas por las distintas capitanías generales, por la dirección de la Guardia Civil y el Gobierno de la nación. Todas ellas no stimariales. Antes de entrar en mi exposición, les diré que por lo que hasta ahora sabemos se puede decir que el golpe militar del 23 de febrero sufrió un adelanto importante en la fecha de su ejecución. Que sus principales autores antepusieron la seguridad a la eficacia y buscaron para esa seguridad la participación como autores principales de inuy pocas personas, hasta el misrne, día del golpe. Lo que explicaría que no se detectara por los servicios de información con que cuenta el Gobierno no obstante, había un seguimiento desde hacía algún tiempo de determinados indicios de una conspiración.

Partieron de la convicción gratuita de que se produciría una reacción en cadena de las Fuerzas Armadas y también de las de seguridad del Estado. No contó con la enérgica de inequívoca actitud del Rey, que destruyó el efecto causado en el primer momento por la utilización del nombre de Su Majestad de forma dolosa; y provocó en la práctica totalidad de los mandos de las Fuerzas Armadas la reacción de disciplina y lealtad que mostraron. El grupo autor del golpe pretendió, utilizando el nombre del Rey y realizado con audacia y sorpresa, arrastrar a otros mandos superiores e intermedios a decisiones y actitudes que una vez adoptadas fueran irrevocables. Quiero repetir que existían y se habían detectado con anterioridad indicios evidentes de que se estaba creando el clima propicio para crear un movimiento que podría desembocar en un golpe de Estado. Pero quiero decirles que no se tenía la sospecha de que se estuviera preparando un golpe en el momento y en la forma que lo hemos padecido. También, a mijuicio, está claro que la presencia de todo el Gobierno y la inmensa mayoría de los diputados en este Congreso para la votación de investidura y el hecho de que al frente del Gobierno hubiera un presidente ya dimitido y todavía no hubiera sido investido el que había de sucederle fueron otras dos circunstancias que influyeron decisivamente en la decisión de los golpistas.

Cuanto he dicho sobre los posibles motivos que impidieron que los servicios de información del Ministerio de Defensa, Interior y Guardia Civil detectaran la preparación del golpe de Estado del 23 de febrero, no quisiera que lo juzgaran sus señorías como un intento de disculpa. Constituye un decidido propósito de este Gobierno continuar la reorganización de los servicios y profundizar su perfeccionamiento para evitar que en el futuro puedan repetirse tales sucesos. Los hechos qiae voy a exponerles de acuerdo con un esquema horario se centran en las decisiones, movimientos y acciones que tuvieron lugar en cuatro escenarios diferentes: la División Acorazada Brunete número 1 de Madrid, parte de la guarnición de la III Región Militar, el golpe de mano sobre el Congreso de los Diputados y los órganos que estuvieron actuando en aquellas horas hasta el desenlace de los dramáticos episodios que vivió esta Cámara: el Gobierno en funciones y la Jurita de Jefes de Estado Mayor y Jefes de Estado Mayor del Ejército de Tierra. Todo ello siempre mezclido con el nombre del general Armada en conversaciones y actitudes propias y en otras personas implicadas con el intento de golpe de Estado.

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Movimientos en la Brunete número 1

El general de división Torres Rojas, gobernador militar de La Coruña y ex jefe de la Acorazada, se trasladó a Madrid en las primeras horas del día 23 por vía aérea, debidamente autorizado por el capitán general de la VIII Región para solventar asuntos particulares.

A las cuatro cle la tarde del mismo día, aproximadamente, el citado general Torres Rojas se presentó en el cuartel general de la división acorazada, sita en El Pardo, y una vez allí solicitó reunirse con los jefes del cuarto de la división y el Estado Mayor de la misma sin dejiar traslucir para nada lo que pudiera ser su propósito final, alegando tan sólo el deseo de saludarlos en su calidad de ex jefe de la división. Tal convocatoria se hizo con arreglo a los deseos del general Torres Rojas, y en la hora siguiente, entre las 16.15 y las 17 horas van llegado efectivamente todos los jefes, oficiales, mandos de las brigadas acorazadas 12 y mecanizada 11, jefes de artillería divisionaria, jefes de regimiento y jefes de grupo antiaéreo ligero del núcleo de tropas divisionarlas.

El jefe de la División, general Juste Fernández, había emprendido en compañía de su jefe de Estado Mayor, coronel San Martín López, viaje a Zaragoza hacia las diez de la mañana del mismo día 23. Allí debía realizar una visita de inspección al campo de maniobras de Sari Gregorio, donde los tres batallones de carros de combate de la división y un grupo de artillería autopropulsada de la misma habían de realizar el ejercicio Beta, de acuerdo con los planes previstos de instrucción. Camino de la capital aralgonesa, el general Juste se detuvo en el acuartelamiento de la brigada paracaidista del Ejército de Tierra, con objeto de asistir a los actos que tenían lugar como conmemoración del 27º aniversario de la creiclón de la primera unidad paracaidista.

Hacia el mediodía, una hora después de haber llegado a Alcalá, el gerieral Juste con sus acompañarites abandonó el acuartelamiento del BRIPAC, que es la brigada de paracaidistas, y continuó su viaje a Zaragoza, deteniéndose a almorzar en el parador nacional de Santa María de la Huerta. A la llegada, el coronel San Martín llamó a la división para indicar que se encontraba en el lugar citado, recibiendo entonces la comunicación de que el general debía entonces regresar inmediatamente al cuartel general de la división de El Pardo, porque algo grave ocurría, sin concretar más detalles.

El general Juste y sus acompañantes iniciaron efectivamente el regreso a Madrid a las 14.30 horas, llegando al cuartel general de El Pardo aproximadamente a las cinco de la tarde. Al llegar se encuentra allí reunidos a todos los jefes y mandos de la división antes citados, con el general Torres Rojas; en este escenario es cuando el coronel San Martín, jefe de Estado Mayor de la División, anuncia que hay un asunto muy importante que tratar y solicita permiso para que lo exponga el comandante Pardo Zancada, jefe de la segunda sección del Estado Mayor de la citada división.

El comandante Pardo Zancada expone lo siguiente: «El día anterior, domingo, día 22, se ha entrevistado en Valencia con el capitán general de la III Región Militar, general Milans del Bosch, y éste le ha manifestado que el lunes día 23 iba a producirse un hecho de extraordinaria gravedad en Madrid ante el cual no había más remedio que actuar para garantizar el orden y la seguridad de la I Región, y que la III Región ya estaba preparada. Que declararía el estado de excepción en el territorio de su jurisdicción y que la división acorazada debería estar preparada por si era necesario. Agregó el comandante Pardo Zancada que la señal desencadenante sería un hecho sonado del que se tendría noticia por RTVE y que se produciría a p artir de las seis de la tarde. Por ultimo, y para la seguridad de la acción, afirmó reiteradamente que todo se desarrollaría con la conformidad y a las órdenes del Rey. Garantiza Pardo estas afirmaciones, asegurando que el general Armada se encontraría en el palacio de la Zarzuela a partir de las seis de la tarde.

A partir de ese momento, las reacciones son las siguientes: confirmación de parte del general Torres Rojas de cuanto ha dicho el comandante Pardo y afirmación de que no se trata de un movimiento. Los mandos de la división allí reunidos hacen constar que ya es muy tarde y que a las 17.30 horas debido al toque de marcha y paseo de tropa no podrían atender a lo que se les pedía. Se les responde por el Estado Mayor de la división que todas las unidades han sido ya avisadas con anterioridad.

Los presentes solicitan mayores detalles, y se les responde en el sentido de que no podía precisarse más. Y que todos habían de tener la seguridad de que todo estaba anunciado y dispuesto.

El general Juste, jefe de la división, expone las mismas objeciones que sus subordinados, y afirma la necesidad de informar al capitán general de la I Región Militar general Quintana Lacaci. Se le resporide, y todas estas respuestas corren siempre a cargo del mismo grupo de Estado Mayor, que de eso se encarga el general Milans del Bosch.

Ante lo anómalo de la situación, y la exigencia del general Torres Rojas, el general Juste comprende que es preciso ganar tiempo. El coronel San Martín propone que el Estado Mayor proceda a la preparación de las órdenes necesarias para poner en marcha la operación Diana. Tal notificación consistía, en síntesis, en hacer acto de presencia en la televisión, en emisoras de radio y en algunos puntos de Madrid. El general Juste accede. Entrega a curso las órdenes correspondientes y, partir de las seis de la tarde, van abandonando el cuartel general los mandos de la división, quienes al llegar a sus acuartelamientos confirman y ordenan su cumplimentación.

A las 18.25 horas, tres minutos después del asalto al Congreso, se recibe en las unidades la consigna lunes, previamente acordada para poner en marcha la operación Diana, rectificada para poner en marcha esta operación: Diana rectificada. El general Juste, al conocer el asalto al Congreso, decide comprobar la presencia del general Armada en la Zarzuela. A las 18.45 horas consígue conectar con el general Sabino Fernández Campos, quien le aclara que se encuentra en la sala de espera Armada.

Es la primera señal de alarma de la posible implicación del general Armada en la rebelión. El general. Juste llama a continuación al ca pitán general de la I Región Militar, Lacaci, y le da cuenta de la situación y de las medidas que ha tomado. Quintana Lacaci le ordena que mantenga todas las unida des en sus acuartelamientos. La orden se da personalmente por el general Juste y por el capitán general a todos y cada uno de los jefes de la división. Puedo decirles que a partir de este momento ha queda do frustrada la intervención de la División Acorazada Brunete. Antes de transmitir la orden del ca pitán genéral para mantener a to das las unidades en sus acuartela mientos, orden que se cumple sin ninguna vacilación, no se ha podido evitar que hayan salido ya unos destacamentos del Regimiento de Caballería Villaviciosa 14, con dirección a Radiotelevisión Española, y otros del Regimiento Mixto de Ingenieros de la división tanibién hacia RTVE.

La actuación del capitán general de la I Región Militar, en contacto permanente con losjefes de Estado Mayor y con el general Juste, también ha sido en los primeros momentos de la evolución del golpe en Madrid.

Advertido por sus ayudantes de los sucesos del Congreso, el general Quintana establece inmediatamente comunicación con el jefe del Estado Mayor del Ejército, quien le ordena, entre otras medidas, localizar al general Juste, y a las 18.45 horas, como ya se dijo, tiene conocimiento de lo ocurrido en la división acorazada a través del general Juste.

Como consecuencia de ambas comunicaciones, el general Quintana ordena la alerta del grupo de operaciones especiales del Ejército DOT, el mantenimiento en sus acuartelamientos de la división acorazada y la alerta a través de su jefe de Estado Mayor de todas las restantes unidades de la I Región, entre tanto se reciba mayor información sobre la situación.

Como consecuencia de las órdenes anteriores, el destacamento ocupante de Radio Popular se retira inmediatamente, y el que ocupa Radiotelevisión Española lo hace a las nueve de la noche.

El capitán general, a las 18.45 horas, también transmitió al general Torres Rojas la orden del capilán general de la VIII Región de que se incorporara inmediatamente a su destino, en La Coruña. El general Torres Rojas cumplió la orden.

En el ámbito de jurisdicción de mando del capitán general de la I Región Militar no se produce ningún nuevo incidente, salvo la escapada de la unidad de la Policía Militar de la división acorazada, en torno a la una, que, bajo el mando deI comandante Pardo Zancada, se presenta en el palacio del Congreso y se une a los ocupantes del mismo.

El comandante Pardo y los oficiales que le acompañan entran en el recinto del Congreso para soli darizarse con el teniente coronel Tejero, jefe de los asaltantes. El capitán, general envió, en el transcurso de la noche, dos comisiones para intentar que el coman dante Pardo depusiera su actitud, ambas con resultado negativo.

Los sucesos de la III Región

A las ocho de la mañana del día 23 de febrero, en virtud de órdenes del capitán general anteriores a esta fecha, se reúnen el coronel segundo jefe de Estado Mayor, de Capitanía General, con el coronel jefe de Estado Mayor de la División Maestrazgo número 3, y con el teniente coronel jefe de la sección de operaciones del Estado Mayor de la misma división.

La reunión tiene por objeto tra tar sobre diversos ejercicios de alerta, previstos para la última se mana de febrero de 1981. En la reunión se contrastan los diversos tipos de alerta, tal y como el capitán general había ordenado. La alerta roja o alerta 3 de la operación Diana queda decidida para el mismo día como estaba previsto de antemano por el capitán general. En dicha reunión se discute y concreta la composición de los distintos grupos tácitos y los lugares o zonas a los que han de acudir.

En las horas inmediatas se pro ducen movimientos entre jefes de la División Maestrazgo número 3 para adecuar la previsión de alerta roja a las unidades a sumando. A las 9.35 horas, el, capitán general Milans del Bosch llama a su despa cho al coronel segundo jefe de Estado Mayor y le informa de su preocupación por las informaciones recibidas últimamente sobre la situación, y terrnina por encargarle la redacción de un comunicado o manifiesto, que luego será la declaración de estado de excepción, concretándole los puntos esenciales y apartados de dicho documento. Comenta igualmente el capitán general la posibilidad de acuartelar las tropas. A éste responde el coronel que en Castellón y Valencia no será preciso, puesto que está previsto un ejercicio de alerta para ese mismo día. De tal ejercicio ha tenido conocimiento ya el general jefe de la División Maestrazgo número 3, general León Pizarro, a través de su jefe de Estado Mayor.

A las 10.20 horas, el capítán general llama a su despacho al general jefe de su Estado Mayor, coronel segundo jefe y los cuatro jefes de sección del mismo Estado Mayor. El Primero y los cuatro últimos ignoraban completamente para qué se les llamaba. Tomó la palabra el general Milans del Bosch, quien manifestó lo siguiente: que convo caba a dichos generales y jefes para darles cuenta de una decisión que había de tomar, cuya responsabilidad no compartía, acerca de la que deseaba conocer sus opiniones. Que la situación de España era muy grave, que podía producirse en Madrid un hecho grave, por su puesto incruento, al que era preciso estar atentos. Que a él le había manifestado el general Armada, de cuya fidelidad a la Corona no tenía dudas, que el Rey estaba al corriente de todo. Ordenó al coronel segundo jefe de Estado Mayor la lectura del manifiesto que le había ordenado una hora antes redactar para asegurar la paz y el orden ciudadanos en una situación de vacío de poder si llegaba a producirse. Hizo hincapié en que tal documento no implicaba la declaración de estado de sito o excepción, y que su propósito era mantenerse dentro de la Constitución, que él no era partídario en estos momentos de tal decisión, pero que los acontecimientos se habían precipitado, no había posibilidad de detenerlos y la única solución era la de intentar reconducirlos, y, sobre todo, evitar el derramamiento de sangre.

Por último anunció, como lo hizo después el comandante Pardo en la división acorazada, la llegada del general Armada a la Zarzuela una vez producido el incidente, y que desde allí daría instrucciones concretas, siempre en nombre de Su Majestad.

Durante toda la mañana tienen lugar diveísos movimientos y curso de órdenes para la realización del ejercicio de alerta previsto, y por parte de jefes de Estado Mayor para la distribución del manifiesto que en su momento redactó el capitán general a las emisoras de radio y medios de comunicación social. Se le envían órdenes detalladas, selladas y lacradas al general jefe de la División Maestrazgo número 3 por medio de un capitán de Estado Mayor de Capitanía General.

A las 15.30 horas, el general jefe de la División Maestrazgo, general León Pizarro, se traslada de Marines a Betera para asegurar las comunicaciones de radio en función del despliegue de los grupos tácticos constituidos para actuar.

A las 16.30 horas se convoca a los generales con mando de la plaza de Valencia para que estén en Capitanía General a las 17.30 horas. A las 17.30 horas tiene lugar la citada reunión, con presencia del general jefe del Estado Mayor de la III Región Militar, el general gobernador militar de la plaza y provincia de Valencia, general jefe de la División Maestrazgo número 3 y los generales jefes e ingenieros.

En esta reunión, el general Milans del Bosch manifiesta lo siguiente: que se va a producir en Madrid un acto de fuerza que no puede indicar en qué consistirá, del que tiene conocimiento Su Majestad el Rey, y que a partir de ese hecho publicará un manifiesto para asegurar el orden y la seguridad ciudadana. Procedió a la lectura del manifiesto, haciendo hincapié en que sólo estaría en vigor por el tiempo indispensable para asegurar el orden una vez que el general Armada estuviera en la Zarzuela. Se prohibiría la actuación de todos los partidos políticos, porque no se trata de un movimiento de derechas, sino de constituir un Gobierno presidido por Armada y con participación de todos los partidos.

Al preguntársele por los presentes que por qué habla de un vacío de poder, responde el teniente general Milans del Bosch que como es inmediato ya puede anunciar que se trata del asalto al Parlamento y que el Gobierno en pleno se encuentra allí. Casi simultáneamente entra el coronel segundo jefe del Estado Mayor para comunicar que ya se está produciendo el asalto al Parlamento.

Inmediatamente, aprovechando la perplejidad de los presentes, ordena Milans a Caruana que se dirija al Gobierno Civil para hacerse cargo del mismo y pide comunicación con los jefes del sector aéreo y comandante de Marina para informarles. El general Caruana le pide que se lo anticipe al gobernador civil el propio general Milans del Bosch. A las 18.30 horas se envía el manifiesto a las emisoras de radio Se Valencia para su retransmisión, y se da al jefe del Estado Mayor la palabra clave: miguelete, para poner en acción el dispositivo previsto.

A las siete de la tarde, el teniente general Milans del Bosch ha recibido la llamada del teniente general jefe del Estado Mayor del Ejército, que en este momento no conoce aún la verdadera actitud del general Milans del Bosch. El teniente general Gabeiras le informa que, a la vista de las circunstancias, ordena la alerta dos de la operación Diana, orden que posteriormente se le confirmará por télex. Y le pregunta si lian salido unidades militares a la calle.

A esta llamada responde el general Milans del Bosch diciendo que no han salido unidades militares a la calle y que se procure que no le suceda nada al teniente coronel Tejero y a sus guardias, y pregunta dónde está el general Armada, a lo que responde el jefe de Estado Mayor del Ejército que se encuentra con él. El general Gabeiras no está aún en condiciones de valorar esta alusión.

A las 19.30 horas, las emisoras de radio civiles comienzan a emitir el manifiesto. A las 19.30 horas se ha producido también el primer contacto telefónico del teniente coronel.Tejero desde el Congreso, muy excitado, con el coronel segundo jefe del Estado Mayor. El diálogo es tenso y difícil, y en el mismo tercia el coronel de la Policía Nacional que cerca el Congreso, y se recomienda desde Valencia que, sobre todo, no haya derramamiento de sangre.

A las 19.45 horas, con la misma clave Miguelete, facilitada por el general jefe de Estado Mayor, el general jefe de la División Maestrazgo número 3 procede a abrir los sobres de sus órdenes, que se le han entregado a las 15.30 horas.

A la misma hora van llegando a Capitanía General las autoridades militares y las de las fuerzas de seguridad, quienes en ambiente de absoluta perplejidad se van poniendo a las órdenes del general Milans del Bosch.

A las 19.45 horas, el general Gabeiras volverá a llamar al general Milans. Ya ha salido el manifiesto, anunciándole que le retira el mando de tropas y que está tomando las niedidas para destituirle. Comienza a estar muy clara la íntervención del general Milans del Bosch en la intentona golpista. El general Milans del Bosch responde que sólo hablará con el general Armada.

A las 19.47 horas, tras háber comunicado el teniente general Gabeiras lo anterior a su majestad el Rey, y rogarle que ratifique sus órdenes al general Milans del Bosch, el propio jefe de Estado Mayor escucha cómo Su Majestad ratifica con dureza dichas órdenes.

A las 19.50 horas comienza a desempacarse la munición en las unidades. A las nueve de la noche, salen las unidades previstas a las calles de Valencia, llegando a sus puntos de destino entre las 22.25 y las 22.30 horas.

Entre las 22.30 horas y las once de la noche intenta el general Gabeiras conectar con el general León Pizarro, jefe de la División Maestrazgo número 3, sin conseguirlo.

A las 22.50 horas se ordena por el general jefe de Estado Mayor de la Capitanía que no sigan las emisoras de radio transmitiendo el manifiesto, que simplemente se les anuncie que sigue en vigor y que ya recibirán instrucciones complementarias.

A las 23.30 horas se recibe el télex de su majestad el Rey, dirigido a todos los capitanes generales de las once regiones militares, zonas marítimas y regiones aéreas, que dice textualmente así:

«Ante situación creada por sucesos desarrollados en el palacio del Congreso y para evitar cualquier posible confusión, confirmo que he ordenado autoridades civiles y Junta de Jefes de Estado Mayor tomen todas las medidas necesarias para mantener orden constitucional dentro de la legalidad vigente. Cualquier medida de carácter militar qjie en su caso hubiera de tomarse deberá contar con la aprobación de la JUJEM -que es la Junta de Jefes de Estado Mayor-. Ruego me confirmen que retransmiten a todas las autoridades del Ejército».

Milans escribe de su puño y letra el télex que confirmará la recepción del mismo directamente a Su Majestad. No comunicaría su texto a los jefes y oficiales a su mando.

A las 0.30 horas, aproximadamente, eljefe del Estado Mayor del Ejército, general Gabeiras, estableció contacto telefónico con los gobernadores militares de Alicante y Castellón, ordenándoles se desplazaran a Valencia y procedieran a arrestar al general Milans del Bosch. Ambos acatan las órdenes, tras informarles de la situacíón. Lo mismo le ordena Gabeiras al gobernador militar de Valencia, general Caruana, que se desplaza inmediatamente a Capitanía General.

A las 0.45 horas del día 24 tiene lugar una conversación telefónica del teniente coronel Tejero con el general Milans del Bosch. Tejero anuncia al general Milans que el general Armada está con él, y que éste le ha propuesto le deje entrar en el hemiciclo para dirigirse a los diputados y ofrecerles lo siguiente: la creación de un Gobierno presidido por el general Armada. Tejero manifiesta su oposición a esta propuesta, y afirma que sólo quiere y admite la constitución de una Junta Militar presidida por el propio general Milans del Bosch. El general Milans responde que no quería ser protagonista de nada, le indica a Tejero que obedezca al general Armada. Tejero no obedece la indicación y rechaza la propuesta del general Armada.

Tras la negativa de Tejero se pone al teléfono el coronel segundo jefe de Estado Mayor de la III Región Militar, para intentar convencer a Tejero, sin conseguirlo.

A la I.30 horas, su majestad el Rey habla telefónicamente con el general Milans del Bosch, dándole la orden de retirar las tropas, lo que inmediatamente ordena el general Milans. Estaba presente en la conversación el general Caruana, quien en cumplimiento de las órdenes del general Gabeiras, intenta destituir y arrestar al general Milans por desobediencia. El intento del general Caruana queda frustrado por la actitud del general Milans; el general Caruana solicita permiso para comunicar con el general Gabeiras y así lo hizo, haciendo saber la negativa del general Milans a dejarse arrestar y la decisión de éste de retirar las tropas de las calles.

A la I.23 horas tiene lugar el mensaje televisado de Su Majestad el Rey, de dos minutos de duración, que ha sido grabado entre las 23.30 horas y las 0.26 horas. El golpe está ya prácticamente sofocado y reducido a la ocupación del Congreso.

Hacia la 11.30 horas son informados el presidente de la Junta de Jefes de Estado Mayor y el general Gabeiras de la conversación del Rey con el general Milans del Bosch y de la decisión de éste de retirar las tropas. A esta misma hora,, su majestad el Rey habla de nuevo con el general Milans ordenándole la retirada del manifiesto y de la situación excepcional en Valencia y la III Región Militar.

A las 2.30 horas se recibe en la Capitanía de Valencia un nuevo télex de su majestad el Rey ratificando la última conversación telefónica, que decía así: «Confirmando conversación telefónica acabamos de tener, te hago saber con toda claridad lo siguiente:

«I. Afirmo mi rotunda decisión de mantener el orden constitucional dentro de la legalidad vigente; después de este mensaje ya no puedo volverme atrás».

«2. Cualquier golpe de Estado no podrá escudarse con el Rey, es contra el Rey».

«3. Hoy más que nunca estoy dispuesto a cumplir el juramento de la bandera; muy conscientemente, perisando únicamente en España, te ordeno que retires todas las unidades que hayas movido».

«4. Te ordeno que digas a Tejero, que deponga su actitud ».

«5. Juro que ni abdicaré la Corona ni abandonaré España; quien se subleve está dispuesto a provocar una guerra civil y será responsable de ella».

«6. No dudo del amor a España de mis generales; por España, primero, y por la Corona, después, te ordeno que cumplas cuanto te he dicho».

A las 3.45 horas, el general Milans del Bosch solicita. opinión de sus colaboradores más inmediatos, que le aconsejan unánimemente la retirada del manifiesto.

A las 4.34 horas, el general Armada, por orden del general Gabeiras, le pide al general Milans también la retirada del manifiesto.

A las 4.45 horas, el general Milans se decide a dar un comunicado retirando el manifiesto. Tal extremo es anticipado telefónicamente al gobernador civil de Y alencia y comunicado pocos minutos más tarde al secretario de su majestad el Rey, general Sabino Fernández Campos.

A las 5. 10 horas se confirma por télex la conversación telefónica anterior.

Ahora, sin precisar exactamente, tuvo lugar una conversación muy tensa, entre el general Milans del Bosch y el director de la Seguridad del Estado, Laína, en la que este último debió anunciar al general Milans la responsabilidad en que podía incidir si no disuadía a Tejero de su actitud rebelde y se producía un asalto al Congreso por los GEO. Laína facilitó los números de teléfono probablemente para que el general Milans pudiera conectar con el teniente coronel Tejero.

A las siete de la mañana, el general Milans del Bosch se retiró a sus habitaciones, no sin recomendar a sus colaboradores que si se producía algún contacto más con Tejero se le persuadiese para que depusiera definitivamente su actitud sin violencia alguna.

A las 10.40 horas, Tej ero intentó por última vez hablar con el general Milans del Bosch. Quien en habla con él es el coronel segundo jefe de Estado Mayor, que informa a Tejero de la ausencia del general Milans del Bosch y del jefe de Estado Mayor y de que debe ponerse en contacto con el general Armada para solucionar el problema del Congreso, pues en Valencia se siguen firme y exactamente las órdenes del Rey. Tejero insiste en hablar con el general Milans. El segundo jefe de Estado Mayor de Valencia insiste a su vez en que Tejero debe hablar con el general Armada y que el general Milans sólo irá a Madrid si se lo ordena su maj«estad el Rey. Tras cierta insistencia de Tejero, éste admite, por fin, que se le comunique al general Armada que hablará con él. A continuación, el coronel de Estado Mayor de Valencia habla con Madrid comunicando con el general Pérez Iñigo, al que dice que Tejero ha decidido hablar con el general Armada para finalizar la ocupación del Congreso. Se duda en el Cuartel General del Ejército de la posibilidad de la negociación Armada-Tejero, recordando la actitud del teniente coronel Tejero frente al general Armada en la madrugada. Responde al fin el general Armada que pedirá permiso al general Gabeiras para entrevistarse de nuevo con Tejero. De Valencia ya no se sabe nada más ni se tiene ningún contacto más con Madrid. Se conoce el final de los incidentes por la radio.

Asalto al Congreso de los Diputados

La acción de asalto al Congreso, en cuanto es protagonizada en exclusiva por miembros de la Guardia Civil, tiene unos antecedentes, desde la mañana del día 23, que se centran en cuatro unidades y dependencias del cuerpo de donde procedía el personal empleado en la acción: I Comandancia Móvil, Parque de Automovilismo, Agrupación de Tráfico y Academia de Tráfico.

Primera Comandancia Móvil. En Valdemoro, a la una de la tarde, el teniente Alonso Arnáiz, tras estudiar previamente las fichas del personal de su escuadrón y consultar con tres suboficiales implicados, ordenó la inserción en el tablón de anuncios de la relación de personal que ha cle estar formado a las cuatro ele la tarde para monta e instrucción. A dicha hora, el capitán Muñecas ikguilar ordenó entregar a cada urio,de los reunidos un subfusil Z-70 y se emprende, con todo el grupo, a las cinco de la tarde, el traslado enun microbús a la sede de la Corriaridancia Móvil, de la calle Batalla del Salado, de Madrid. Al comprobar los componentes del grupo que el microbús no se dirigía al destino previsto advirtieron de ello al conductor. Entonces el capitán Muñecas manifestó: «Hay una contraorden. La investidura de Calvo Sotelo se ha adelantado y se terne que pase lo que en Guernica. Hay que salvar al Rey, vamos al ParIamento». Postenormente, este grupo llegó al Congreso cuando ya habían sucedido los primeros hechos; y fue encargado de la vigilancia de puertas y acompañamiento de diputados a los servicios.

Parque de Aultomovilismo. Durante la mañani, se observó la presencia, no insólita en esta dependencia, del teniente coronel Tejero, que más tarde había de conducir la expedición. El coronel Manchado, jefe, del Parque, ordenó una revista de armas no prevista para la Segunda Compañía Talleres, para las cuatro de la tarde. A las dos de la tarde el coronel Manchado ordenó al cabo primero José García de la Torre que con los conductores neces,arios se trasladase a una nave industrial en Fuenlabrada y condujese al Parque seis autocares allí estacionados. A las cuatro de la tarde se pasó la mencionada revista de armas en la Segunda Compañía, y se pidieron vollintarios para intervenir en una acción antiterrorista. El coronel Manchado diria aproximadamente que encontrándose España en unos momentos difíciles, había llegado la hora de salir la Guardia Civil a la calle para dar la cara. Definitivamente, hacia las 17.15 salian nueve autocares -cuatro particulares y cinco oficiales- con el grueso de la tropa que había de participar en la acción, procedente de la Segunda Compañía del Parque de Automovilismo de la Agrupacíón de Tráfico, de la Academia de Tráfico. La fuerza correspondieiite a la Segunda Compañía fue encargada, al llegar al Congreso, de la vigilancia de las calles próximas al palacio, misión en la que permaneció hasta las 19.30 horas, en que el director general Aramburu Topete les daría orden de embarcar en los autocares y retirarse. Inmediatamente, un capitán y un teniente revocaron dicha orden, obligando a los componentes de esta Compañía a entrar en el recinto del Congreso.

Agrupación de Tráfico. La fuerza participante de esta unidad fue reclutada entre los distintos destacamentos afectos al subsector por el capitán Abad, quien ordenó la concentración de los reclutados en el Parque de Automovilismo para pasar una revista de armas a las cuatro de la tarde. Llegada esta hora, el capitán Abad les dijo que no tenían que preocuparse de nada, que el único responsable era él, ya que el guardia civil, cuando cumple órdenes. de sus jefes, está exento de toda responsabilidad, según un artículo del Código de Justicia Militar. Acto seguido, emprendieron viaje en los autocares al Congreso. Este grupo fue el primero que entró en el hemiciclo y parte de él fue el que tuvo participación más activa en los hechos.

Academia de Tráfico. El personal del curso de circulación y tráfico que se encontraba en el bar del acuartelamiento entre las 17.00 y 17.30 horas fue requerido en número de 55 individuos para trasladarse a una de las aulas por el sargento Sánchez Martín. Una vez allí, les entregó armamento y munición aduciendo que eran necesarios sus servicios en el Congreso para mantenimiento del orden público. Después se les embarcó en los autocares, y en unión del otro personal antes citado se trasladaron todosiuntos al Congreso. Una vez allí prestaron servicio de protección exterior. Cuando el director general ordenó su retirada, subieron a los autocares diecisiete de estos individuos. Hasta aquí queda expuesia de forma sucinta la forma de reclutamiento y traslado de los miembros de la Guardia Civil que participaron en la acción.

Hechos en el Congreso

A las 18.22, como se ha repetido reiteradamente, tiene lugar el asalto al Congreso por el teniente coronel Tejero y sus hombres, siempre con la misma clave de actuar en nombre del general Milans del Bosch y recibiendo órdenes dél Rey. Los uniformes de la Guardia Civil y el decir actuar en nombre del Rey son, según los informes que tenemos hasta ahora, los hechos determinantes para la fácil toma del Congreso de los Diputados. A las 18.23 horas se comunica al director general de la Guardia Civil, general Aramburu Topete, el asalto al Congreso por fuerzas del Instituto. El primero en intentar reducir al teniente coronel Tejero y disuadirle para que depusiera su actitud fue el coronel Alcalá Galiano, jefe de las Fuerzas de la Policía Nacional, que acudieron al Congreso inmediatamente después del momento del asalto.

Este coronel, que desconocía lo que estaba pasando, sobre todo su significado, fue informado personalmente por el general Gabeiras de la falsedad de la invocación que el teniente coronel Tejero hacía de Su Majestad el Rey, ordenándole reducir a Tejero, lo que intentaría sin conseguirlo. El general Aramburu, una vez conocidos los hechos, tomó las disposiciones oportunas para controlar la zona de asalto teniendo en cuenta lo siguiente: la fuerza asaltante pertenecía inequívocamente a la Guardia Civil que tenía que intentar sofocar su acción. Según se desprendía de las primeras noticias, la fuerza implicada en el asalto procedía de Tráfico y parte de Automovilismo. Como consecuencia de lo anterior, el general Aramburu permaneció en contacto telefónico con el coronel Manchado, jefe del Parque de Automovilismo de la Guardia Civil, para inquirir pormenores sobre la certeza de esas primeras informaciones de urgencia. El citado coronel contestó que había ordenado el desplazamiento porque alguien le había comunicado que eran órdenes del propio director general y del general Armada. No sólo le contestó el general A'ramburu que tal comunicación era falsa, sino que recriminó al coronel Manchado y le ordenó que se trasladara inmediatamente al Congreso para retirar la fuerza a las órdenes del teniente coronel Tejero y recibir allí nuevas órdenes del director general.

El coronel Manchado no se presentó, por lo que le fue-ordenado al subdirector general del Cuerpo su detención. Acto seguido, el general Aramburu, tras fijar su puesto permanente y de mando en la sede de la Dirección General de la Guardia Civil, calle Guzmán el Bueno, así como transmitidas las novedades habidas al Ministerio del Interior, se trasladó al palacio del Congreso, en compañia de sus dos ayudantes, su secretario particular y el teniente coronel jefe de sus servicios especiales, con tres escoltas, llegó al Congreso aproxiniadamente a las 19. 10 horas. Al llegar al Congreso el general Aramburu, observó la presencia de seis autocares con matrículas civiles, así como un número de guardias que en una primera aproximación podría estimarse entre cien y doscientos, que se encontraban en la acera próximós a los autobuses. Apoyado por los jefes y escoltas que le acompañaban, el general Aramburu ordenó la inmediata subida,a los autocares de los guardias, lo que obedeció la mayoría. Inmediatamente después, el general Aramburu y sus acompañantes entraron en el túnel de acceso al Congreso, intentando localizar al teniente coronel Tejero que, según las primeras noticias, mandaba el asalto. Casi simultáneamente se localizó al teniente coronel Tejero, presa de gran excitación, con la pistola en la mano y en actitud de disparo, rodeado de algún oficial y otros miembros de la Guardia Civil, asimismo en actitud amenazante, y presos igualmente de gran tensión.

El general Aramburu se dirigió al teniente coronel Tejero, ordenándole que depusiera su actitud, y este le contestó que estaba dispuesto a todo, y que antes de entregarse mataría al general Aramburu, y luego se pegaría un tiro. El director general de la Guardia Civil intentó sacar su arma reglamentaria, lo que impidió uno de sus ayudantes de campo, al observar que tres miembros del Cuerpo, acompañantes del teniente coronel Tejero, montaban y colocaban en posición de disparo sus armas automáticas. En estos momentos pudo observar también el general Aramburu cómo un teniente y unos cabos de la Guardia Civil procedían a desalojar los autocares, ya ocupados por la mayor parte de la tropa que había obedecido la orden de su director general a la llegada de éste.

Ante esta situación el general Aramburu decidió mantener la cabeza fría y no cómenzar un intercambio de disparos, que probablemente podría significar el chispazo que encendiera la refriega y provocar una masacre de los diputados y ministros retenidos en el interior del hemiciclo. Optó el general Aramburu por convencer a los no promotores para que siguieran en los autocares, consiguiendolo tan sólo con unós cincuenta, que en dos autocares regresaron inmediatamente al Parque de Automovilismo. Así, de los 288 hombres que en un principio acompaiíaron al teniente coronel Tejero, quedaron en el Congreso y aledaños unos 220, y la mayoría de ellos, según dicen los ínformes de la Guardia Civil, confusos, dudosos y temerosos por la acción del teniente coronel Tejero y sus incondicionales.

Después, coincidiendo con la llegada de algunas de las unidades alertadas en un primer momento a la plaza de Neptuno, se dispuso el correspondiente despliegue, tendente a evitar alteraciones, riesgos y posibles huidas de los asaltantes, que quedaron así cercados. Este despliegue de la Guardia civil en primera línea, fue completado por un segundo cordón de seguridad más lejano de la Polícía Nacional, cuyas fuerzas estaban bajo el mando del coronel Alcalá Galiano, que colaboró desde el primer momento con el general Aramburu. Desde los primeros momentos se estableció contacto desde el puesto de mando del Palace con el Ministerio del Interior, con la Junta de Jefes de Estado mayor, e incluso con la Casa de Su Majestad el Rey, aprovechando una Ramada del general Fernández del Campo, jefe de la secretaría del Rey.

Más tarde se requirió la presen cia en el Palace del general Sáenz de Santamaría e inspector de la Policía Nacional, para coordinar la acción de ambos cuerpos de Segtiridad del Estado, y de algún alto mando de las Fuerzas Armadas para negociar con los asáltantes, y se sugirió el nombre del general Armadas pues a estas horas y había manifestado el teniente coronel Tejero que sólo hablaría con el general Milans del Bosch o con el general Armada.

Transcurrieron las horas y la madrugada sin más novedad que el cerco exterior, y los intentos de ne gociar con el teniente coronel Tejero, recurriéndose, incluso, a un hermano suyo, sin conseguir nada También durante la noche se produjeron varias conversaciones telefónicas del teniente coronel Tejero con el director de la Seguridad del Estado, Francisco Laína, el general Milans del Bosch, con sus colaboradores, y el periodista Juan Pla.

El teniente coronel Tejero permitió al general Prieto que entrara y hablara con él, con resultado negativo, como se sabe ya por la información que los medios de comunicación y, muy en particular, las emisoras de radio, sobre todo la Cadena SER, estuvieron transmitiendo de manera puntual y precisa.

Aproximadamente a las veinticuatro horas, un poco pasadas, se presentó en el hotel Palace el general Armada, segundo jefe entonces del Estado Mayor del Ejército de Tierra. El general Armada venía enviado por la Junta de Jefes de Estado Mayor y el Gobierno en funciones de secretarios de Estado y subsecretarios, circunstancias que fueron debidamente comprobadas desde el Palace. El general Armada expone a los generales Aramburu y Sáenz de Santamaría su intención de negociar con el teniente coronel Tejero, negociaciones a las que quiso sumarse el general Aramburu, que no pudo hacerlo por la rotunda negativa de los rebeldes a que acompañara al general, Armada. En estas circunstancias, el general Armada entro en solitario y se entrevistó con Tejero a solas durante cerca de cincuenta minutos, en los términos en que se explicó al referirme a la III Región Militar. Tras el fracaso de su gestión, el general Armada sale del Congreso y se dirige al Palace, aproximadamente a las 1.23 horas. Allí le están esperando el gobernador civil de Madrid, Mariano Nicolás, que había sido comisionado por el Gobierno en funciones, para que trasladara a Armada a Amador de los Ríos, en función de los indicios que ya obraban en poder del Gabinete, a través del señor Laína, director de la Seguridad del Estado, sobre la posible implicación del general Armada en la intentona golpista, y sobre todo ante la afirmación hecha por Su Majestad a Laína, en el sentido de que el general Armada estaba desautorizado en cualquier gestión que hiciera, y, por supuesto, no respaldado por el Rey.

A la 1.35 horas llegan a Amador de los Ríos el general Armada y el gobernador civil de Madrid. Una vez en el despacho del señor Laína, se ordena que salieran todos, excepto los señores Sánchez Harguindey y Mariano Nicolás. Durante esta entrevista el general Armada pronunció las frases siguientes: «El Rey se ha equivocado, el Rey ha comprometido a la Corona divorciándose de las Fuerzas Armadas, esto es un asunto militar que tenemos que resolver los militares, hay que buscar una solución». Todas ellas como comentario a la negativa del señor Laína de aceptar la solución anticonstitucional propuesta por el general Armada. El señor Laína llama a la Zarzuela y comunica que el general Armada está allí. Habla con el general Sabino Fernández Campos durante unos treinta segundos, y el general Armada comprende que no hay la menor esperanza de que su propuesta al teniente coronel Tejero para, constituir un Gobierno de emergencia presidido por él prospere y menos que sea respaldado por el Rey.

Posteriormente, a las 2.30 horas, el general Armada regresa al

Cuartel General del Ejército, siempre acompañado por el gobernador civil, Mariano Nicolás donde permanecerá ya hasta las nuevas y últimas gestiones que realiza con Tejero bien entrada la mañana y por orden de la superioridad. En el cuartel general del Ejército relata su gestión con el teniente coronel Tejero, y ya no hace ningún movimiento ni adopta iniciativa alguna. Hacia las 0.05 horas se incorpora al puesto de mando del Palace el director para la Seguridad del Estado, señor Laína. con él y bajo su dirección se hizo una revisión acerca del problema, estudiándose las posibilidades de acción, y se decidió que en caso de una intervención violenta fuesen los GEO y la Policía Nacional quienes la realizaran, con el fin de evitar el enfrentamiento entre compañeros de la misma Guardia Civil.

En las lioras siguientes se aceleran las gestiones para que el teniente coronel Tejero, deponga finalmente su actitud, así como sus compañeros de encierro, que al cabo de esas horas son el capitán de navío Menéndez Vives, el comandante Pardo Zancada, con los oficiales que les acompañaron de las unidades de la Policía militar de la División Acorazada. El teniente coronel Tejero se mostraba inflexible, mientras que el comandante Pardo se inclinaba a aceptar la solución Armada. Ya está claro, no obstante, que la rendición de los encerrados, absolutamente solos hacia las ocho de la mañana, es cuestión de poco tiempo. Había, pues, que actuar con extrema prudencia.

Tejero negocia la rendición

A las 9.50 horas se ofrece para parlamentar con Pardo Zancada el teniente coronel Fuentes Gómez de Salazar, gran amigo del comandante Zancada. Se le autoriza a hacerlo rirecia presentación al general Aramburu. A las 10.40 horas, como quedó reseñado al relatar los sucesos de Valencia, el teniente coronel Tejero hace un último intento para jiablar con el general Milans. No lo consigue y tras un forcejeo telefónico con el coronel segundo jefe del Estado Mayor de la III Región, accede a hablar con el general Armada para negociar los términos de la rendición.

A las 10.45 horas del 24 se traslada Armada finalmente al Congreso con la misión, encargada por la Junta de Jefes de Estado Mayor, de ofrecer a los asaltantes alguna benevolencia con tal de que no causen el menor daño a sus rehenes. Entre las 10.55 horas y las 11.10 horas, el general Armada parlamenta con el teniente coronel Tejero, ayudado por la gestión del teniente coronel Fuentes Gómez de Salazar, junto al comandante Pardo Zancada. A las 11.15 horas el general Armada llama al presidente de la Junta de Jefes de Estado Mayor desde el Congreso para leerle las condiciones que en principio han propuesto los encerrados para su entrega. Tales condiciones son textualmente las siguientes:

Salir la columna de la División Acorazada, la unidad de Policía Militar, los últímos y por la zona donde apuntan los vehículos, en columna motorizada y entregarse en el Pardo, sede del cuartel general de la División Acorazada.

No responsabilidades de tenientes para abajo. Lo último, suboficiales. Ningún fotógrafo, itinerario despejado y dos motoristas conduciéndoles. El teniente coronel Tejero quiere que venga el general Armada, y que los suboficiales y guardias civiles queden sin responsabilidad. Algún oficial pide salir al extranjero.

El teniente coronel Tejero pide salir en coche y entregarse en la Dirección General del Cuerpo y que a los oficiales que se sancionen, lo hagan en prisiones militares.

El capitán de navío Menéndez la misma condición que el coronel Tejero, pero en el Ministerio de Marina.

A las 11.20 horas, el teniente coronel Tejero comunica a los diputados que se está a puntode alcanzar una solución. A las 11.25 el presidente de la Junta de Jefes de Estado Mayor acepta las condicíones, previa consulta con su majestad el Rey, que se ha mostrado conforme. A las doce del mediodía comienzan a salir, previa orden del presidente del Congreso, Landelino Lavilla, los diputados tras casi dieciocho horas de encierro. A las 12.34 horas teleifcinea el general para dar cuenta de la evacuación final del Congreso y regreso al cuartel del Ejército de Tierra. Se han omitido los encierros por separado dentro del Congreso del presidente y vicepresidente del Gobierno en funciones, así como algunos diputados, y otros incidentes protagonizados por los señores diputados por ser sobradamente conocidos de sus señorías.

Se constituye el Gobierno en funciones

Hacia las 19.50 horas, y a propuesta de Sánchez Arguindey, se constituye el Gobierno en funciones, que estará en contacto permanente, tanto con Ia Zarzuela como con la Junta de Jefes de Estado Mayor. Previamente, el director para la Seguridiad del Estado, Francisco Laína, había conectado con su majestad el Rey, recogiendo órdenes conlcretas de que era necesario resolver la situación lo más rápidamente posible.

Laína conecta con los gobernadores civiles, a los que ordena la constitución permanente de la Junta de Segunda. Rápidamente se pone en contacto con los generales Aramburu y Sáenz de Santamaría, director general de la Guardia Civil y general inspector de la Policía Nacional, respectivamente, para que salga el primero hacia el Congreso y el segundo permanezca de momento en su despacho y envíe unidades a la zona. Tras el fallido primer intento deil general Aramburu para intenttr disuadir al teniente coronel Tejero, Laína habla por teléfono con él para intentar lo mismo; éste le dice que no obedece más órdenes que las de los generales Milans y Armada, cortando sin más la comunicación. Laína tiene, a partir de este rriomento, la convicción de que los sucesos del Congreso tienen relación con los de Valencia, noticias que conoce a través de la comtinicación mantenida con el gobernador civil de aquella provincia. Más tarde, Francisco Laína conecta telefónicamente, por primera vez, con el teniente general Milans del Bosch, al que recrimina su actitud. En una de las conversaciones de Laína con su majestad el Rey, éste manifiesta qlie no se fíe del general Armada, que está desautorizado por él personalmente, y cualquier postura que adopte o gestiones que intente realizar las está llevando a cabo por su cuenta, bajo su exclusiva responsabilidad.

Hacia las 21.30 horas, el Gobierno en funciones emite una nota que se da inmediatamente a los medios de comunicación. Después del mensaje real, Laína vuelve a hablar con el teniente general Milans y éste le afirma que no se preocupe, que va a cumplir las órdenes del Rey. Laína tiene unas palabras fuertes con el general Milans, diciéndole que si se veía en la obligación de asaltar el Congreso, sólo él, el general Milans, sería el responsiable de cuanto sucediese. Los hechos restantes ya han sido sobradamente relatados.

La Junta de Jefes de Estado Mayor

A las 18.30 horas del 23 de febrero, el presidente de la Junta, teniente general del Ejército del Aire, Alfaro Arregui, adoptó la decisión de considerar reunida la JUJEM en sesión permanente. A partir de este momento, se ordenaron contactos de cada jefe de Estado Mayor con sus capitanes generales de región o zona militar marítima o aérea. A las 19.20 horas, la activación de la operación Diana alcanza su grado dos, dando conocimiento a su majestad el Rey de la incorporación del almirante general, Ustínez, subsecretario de Defensa, al Gabinete ministerial en funciones, organizado en el Ministerio del Interior. A las 20.25 horas, el teniente general Gabeiras, presidente de la JUJEM, decide que los miembros de la Junta se trasladen al Cuartel General de la misma y que qu.eden los cuarteles generales a cargo de los segundos jefes de cada Estado Mayor.

La Junta conecta con el teniente general Milans del Bosch para disuadirle de que retire su manifiesto y adopte las previsiones ordenadas en Diana alerta 2. Este se negó, y el general presidénte de la JUJEM informa a su majestad el Rey, el cual indica que hablará personalmente con el general Milans del Bosch.

El general Gabeiras ha ordenado la retirada del escuadrón que ocupa RTVE, que la había ocupado al principio de la operación Diana. En este momento también habló con el gobernador militar de Cartagena, general Fortea, ordenándole que atemperase su actuación a la del capitán general de la Zona Marítima del Mediterráneo. A las 21.30 horas, el general Gabeiras regresa a su cuartel general, después de haber tenido los primeros indicios de la posible implicación del general Armada. Se acuerda también con Francisco Laína la publicación de dos comunicados, uno del Gobierno en funciones y otro de la JUJEM. El señor Robles Piquer, secretario de Estado de Asuntos Exteriores, se personaría tres veces a lo largo de la noche y primeras horas de la mañana en la Junta para informar a ésta de la actuación del Gabinete y de la situación existente.

A las 22.55 horas, inmediatamente después de conocer el mensaje que su majestad el Rey había emitido a todos los capitanes generales, la JUJEM emite un comunicado que dice: «La JUJEM manifiesta que, ante los sucesos desarrollados en el palacio del Congreso, se han tomado las medidas necesarias para reprimir todo atentado a la Constitución y restablecer el orden que la misma determina».

Hacia las 0.04 horas se persona en la Junta el director para la Seguridad del Estado, Laína, para cambiar impresiones sobre la posibilidad de una acción de fuerza sobre el Congreso a cargo de los geos, utilizando vehículos blindados militares. También informa de sus contactos con el teniente general Milans y su desconfianza respecto a la actitud de Armada, sin llegar a precisar cuáles eran las razones para ello, aunque dejó entrever que se trataba de algunas opiniones expuestas en relación con la situación.

La JUJEM estuvo en permanente contacto toda la noche con el Rey, con Francisco Laína y con el jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra, a quien corresponde el mando de la Península y las Baleares en la operación Diana.

Pasadas las diez de la mañana, y después de una noticia de que bastantes guardias civiles han aban.donado el edificio del Congreso, se tiene conocimiento de que el general Armada, que ha sido autorizado por la JUJEM, se encuentra ya en el Congreso, hablando con Tejero, así como de las peticiones solicitadas para entregarse los encerrados restantes. Previa consulta del general presidente de la JUJEM con el Rey, son aceptadas las condiciones, y los generales Armada y Aramburu firman con el teniente coronel Tejero el documento de rendición de los encerrados.

La jefatura de Estado Mayor del Ejército

A las 18.22 horas, el general jefe de Estado Mayor del Ejército, Gabeiras, se encontraba precisamente despachando de forma ordinaria con el segundo jefe de su Estado Mayor, general de división Armada Común. Una vez conocido el asalto al Congreso, estableció contacto telefónico con el capitán general de la I Región Militar, teniente general Quintana Lacaci, para que alertara la Brigada Operativa de Defensa del Territorio número 1 y el Grupo de Operaciones de la región, y que localizara al general Juste, jefe de la División Acorazada. A las 18.40 horas, mantiene el primer contacto telefónico con su majestad el Rey y le da cuenta de las medidas adoptadas. Cinco minutos más tarde, llama el general Gabeiras, casi simultáneamente, a los capitanes generales de las regiones militares III -aún se desconoce por completo la actitud de Milans- y VII, Valladolid. Se les ordena que se pongan en alerta sin producir alarma. A las 19.20 horas y desconociendo la actitud real del general Milans, el general Armada, ante el cúmulo de llamadas telefónicas, sugiere al general Gabeiras marcharse a su despacho -el de Armada-, a fin de tener mayor facilidad en las comunicaciones, negándose éste -Gabeiras- y ordenándole que permanezca junto a él.

En los momentos sucesivos se producen contactos telefónicos con casi todos los capitanes generales, sabiendo el general Gabeiras que el Rey está haciendo lo mismo, simultáneamente. Algunos de los capitanes generales informan que el general Milans les ha llamado para comunicarles la publicación de su manifiesto. Entre las 19.42 y las 19.45 horas, el general Gabeiras habla dos veces con Milans, y a las 19.47 horas habla directamente con su majestad el Rey, rogándole que ratifique al general Milans las órdenes que le ha dado.

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Hacia las 21.40 horas, según testigos presenciales, y en ausencia aún de su despacho del general Gabeiras, que ha ido a, la JUJEM, el general Armada mantiene una conversación telefónica con el general Milans. Dichos testigos afirman que el general Armada murmuró «eso no puede ser, eso es imposible».

Casi inmematamente entra Gabeiras y solicita del general Arma da lo ocurrido durante su ausencia. Este Armada le contesta que la situación es muy grave, ya que las regiones II, IV, V y VII apoyan al general Milans, que el Ejército está dividido«y que no se ve más solución que la de formar un Gobierno presidido por él, para lo que se presta a ir a las Cortes y hace tal propuesta si se le autoriza. El general Gabeiras desmiente inmediatamente tal información, puesto que su majestad el Rey y el capitán general de la I Región Militar no han perdido el contacto con los capitanes generales y sabe con certeza que es únicamente Milans, del Bosch quien mantiene una postura de rebeldía.

Consecuentemente, el general Gabeiras manifiesta a Armada, con el consenso de todos los presentes, que su propuesta era inconstitucional e inaceptable. Ante la insistencia del general Armada, Gabeiras le propone, ya que se sabe en ese momento que Tejero insiste en no hablar más que con los generales Milans y Armada, ir los dos juntos al Congreso para que Armada haga la oferta propuesta, pero sólo a los efectos de que el teniente coronel Tejero deponga su actitud. El general Armada responde a esta proposición: «Yo no he mentido nunca a nadie y no lo voy a hacer con Tejero».

El Rey desautoriza al general Armada

Ante semejante actitud del general Armada toman cuerpo las sospechas de Gabeiras y da cuenta inmediatamente de las mismas al Rey. Su Majestad desautoriza ter minantemente la propuesta del general Armada, denegando que éste se traslade a la Zarzuela.

A continuación, el Rey interrumpió la coniunicación con el general Armada y éste continuó hablando con el general Fernández del Campo. Como el general Gabeiras considera conveniente establecer algún tipo de contactos con el teniente coronel Tejero, y, a pesar de sus sospechas, autoriza al general Armada a entrevistarse con el citado teniente coronel para ofrecerle facilidades de salir ¿el Congreso, a fin de que no haya víctimas, pero reiterando al general Armada su prohibición de no someterle la propuesta que definitivamente había desautorizado Su Majestad.

Se avisa al general Aramburu de que el general Armada se dirige al Congreso con esta misión. Mientras tanto, el general Gabeiras ordena a los gobernadores militares de Valencia, Castellón y Alicante que procedan, a la vista de su actitud, al arresto de Milans del Bosch. Todos acatan la orden, al comprender la magnitud de lo que está pasando. A la 1.20 horas llama el general Armada al general Gabeiras para dar cuenta del fracaso de su gestión, pero sin referirse al contenido de su conversación con el teniente coronel Tejero, en la que como he dicho, se ha hecho efectivamente su propuesta de constitución de un Gobierno presidido por él. Se dirige después a la presidencia del Gobierno en funciones y, posteriormente, al Cuartel General, custodiado por elementos de la Policía Nacional, en vista de los indicios de su implicación en los hechos y la conversación mantenida con Francisco Laína, director para la Seguridad del Estado. En ella relataba su propuesta al teniente coronel Tejero de constituir. un Gobierno presidido por él. Durante el resto de la larga noche, la tensión se centra en las siguientes acciones:

- Intento de disuasión a los jefes encerrados en el Congreso.

- Contactos con las capitanías. generales.

- Participación en los contactos con el teniente general Milans del Bosch para que deponga definitivamente su actitud.

A las 12.45 horas, babeiras habla por teléfono con el ya liberado ministro de Defensa, Rodríguez Sahagún, al qué le informa, en líneas generales, de lo sucedido durante la noche.

Decisiva intervención del Rey

La intervención de su majestad el Rey sólo cabe resumirla respetuosamente en una palabra: decisiva. El ejercicio impecable del mando supremo de las Fuerzas Armadas que la Constitución le confiere; la rapidez y energía de sus reflejos de mando con respecto a sus subordinados inmediatos; sus coñtactos personales con ellos; la rotundidad y contundencia de sus órdenes; su firmeza en mantener el orden constitucional; la canalización de toda actividad militar a través de la JUJEM -órgano superior colegiado del mando militar conjunto-; el escrupuloso respeto del Rey por el poder civil, aun en momentos tan difíciles, propiciando la constitución de un Gobierno en funciones con secretarios de Estado y subsecretarios, constítuye un ejemplo del ejercicio de la suprema magistratura del Estado y de respeto por la soberanía popular.

Por Real Decreto número 277/ 1981, de 26 de febrero, se, nombró al consejero togado general don José María García Escudero como juez especial con jurisdicción en todo el territorio nacional para la instrucción de la causa, que se inicia con fecha 2 de marzo. A la causa así instruida se acumulan la causa número 1/81 por la desobediencia del excelentisimo señor teniente general don Jaime Milans del Bosch y Ussía al excelentísimo señor general Gabeiras Montero, jefe del Estado Mayor del Ejército, y la causa número 2/ 81, derivada de la actuación del capitán de navío don Camilo Menéndez Vives.

Con independencia de lo anterior, la jurisdicción de la Capitanía General de la I Región Militar abrió la causa número 72/81, en la que están procesados como presuntos autores de un delito de rebelión militar los coroneles don Miguel Manchado García y don José Ignacio San Martín López, el teniente coronel don Antonio Tejero Molina, el comandante don Ricardo Pardo Zancada, así como once capitanes y ocho tenientes y el paisano Juan García Carrés.

En la causá instruida por el juez especial se han dictado autos de procesamiento con fechas 8 y 11 del corriente contra los excelentísimos señores don Jaime Milans del Bosch y Ussía y el general de división don Alfonso Armada y Comyn, considerándoles presuntos autores de un delito de rebelión militar y fijándose su sítuación en la detención preventiva.

Por lo que atañe a la Guardia Civil, aparte de los oficiales procesados e ingresados en la prisión militar de Alcalá de Henares, un coronel, un teniente coronel, siete capitanes y ocho tenientes, más otro sometido al procedimiento por delito de sedición militar, el capitán don Gil Sánchez Valiente Portillo, se encuentran arrestados y a disposición del juez militar siete suboficiales, 37 cabos y ocho números, en total 62, y 227 que se encuentran en sus respectivos destinos con la prohibición dé poder salir de su residencia y a disposición del juez.

Con independencia de las actuaciones judiciales, cada capitanía general ha elaborado un informe sobre los hechos ocurridos en su ámbito los días 23 y 24 de febrero pasado, que son los que han servido, junto con el del director general de la Guardia Civil, pa ra preparar mi exposición.

Investigaciones del Ministerio del Interior

Por el Ministerio del Interior se ha constituido una comisión mixta de miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, bajo una presidencia común para investigar Posible responsabilidad de personas civiles. De dicha comisión dependen dos grupos de trabajo, uno de información y otro de investigación. El primero de ellos está integrado por personal del Cuerpo Superior de Policía, de la Guardia Civil y de la Policía Nacional, dirigidos por los vocales de la comisión representante de los correspondientes centros directivo

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