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Los cuatro "grapo" muertos por la Guardia Civil en Gerona se dirigían a Francia

Los cuatro miembros de los GRAPO muertos anteayer por la Guardia Civil en el término de la colonia textil de La Farga de Bebie intentaban, según todos los indicios, dirigirse a Francia. La localidad fronteriza de Puigcerdá está a sólo hora y media de tren, y por el término de Les Lloses se puede alcanzar la frontera de Coll d'Ares, cerca de Camprodón, tras varias horas de marcha y siempre que se disponga de un buen día.

La zona de Ripoll y sus alrededores registró una notable actividad guerrillera en los tiempos del maquis antifranquista. Precisamente el cuartel en donde fueron muertos los grapo Dolores Castro Saa y Albino Gabriel fue cedido a la Guardia Civil hace aproximadamente unos veinticinco años, cuando la Benemérita lo solicitó a la dirección de la empresa Edmundo Bebie, SA, por considerarlo un enclave estratégico en la lucha contra los guerrilleros infiltrados desde Francia.«Nosotras recordarnos que cuando la guerra mucha gente pasaba la frontera a pie. Era preciso saber el camino, pero podía hacerse», manifestaron a este diario dos hermanas -Asunción y María-, ambasjubiladas, y que habitan una pequeña casa a sólo seis o siete metros del cuartelillo de la Guardia Civil. Ellas fueron de las primeras personas en La Farga que se dieron cuenta del tiroteo.

«Estábamos acabando de escuchar las noticias de la televisión cuando oimos seis o siete tiros», explica Asunción. «Salí al exterior y pude ver a los guardias civiles. Uno de ellos se torcía y se cubría el vientre con las manos. Se tambaleó y cayó al suelo. El otro disparaba hacia el interior. Me gritó: "Señora, métase dentro"».

Eran aproximadamente las 15.45 horas. Media hora an tes nadie de los casi trescientos habitantes de La Farga presentía lo que iba a suceder. Los dos grapos que luego resultarían muertos en el cuartelillo se habían acercado a la fonda-bar de La Farga. La chica, Dolores Castro, vestía un pantalón vaquero, arremangado hasta media rodilla y un jersey blanco con franjas amarillas, descolorido. El chico llevaba también tejanos. Dolores Castro no entró en la fonda. Albino Gabriel sí, y pidió un vaso de leche. A los clientes no les extrañó su presencia. De hecho, el chico ya había ido a la fonda por la mañana y había comprado un cartón de cigarrilos Ducados, y además la presencia de excursionistas es normal en La Farga. Informaciones recogidas entre el vecindario señalan que los cuatro grapo fueron vistos el martes por la tarde en las cer canías de la Ribera de Fogonella, donde, estaban acampados y. donde serían muertos otros dos.

Los cuatro grapo habían llegado el mismo martes al pueblo y habían preguntado,a dos vecinas el horario de trenes en dirección a Ripoll. Todos los habitantes repiten que su presencia no les extrañó. Al fin y al cabo parecían sólo excursionistas a los que la pequeña colonia está más que acostumbrada. Sin embargo, dos de ellos se dirigieron al pueblo, y antes de ir al bar dieron una vuelta p or La Farga. Cruzaron el río y se acercaron hasta la antigua entrada de la fábrica Bebie, precisamente donde está ubicado el, pequeño cuartel de la Guardia Civil.

El cabo debió apercibirse de la presencia de los dos jóvenes y decidió identifícarlos. Avisó a los números del cuartel para que estuvieran atentos y se dirigió, minutos después, hacia la fonda, acompañado del'guardia Juan Martínez Pérez, que luego resultaría herido. Los dos grapo, según testimonios de personas,que se encontraban en el bar, accedieron a acompañar a los guardias sin oponer resistencia. «Yo no sé lo que hubiera podido pasar si el tirote,o llega a ser en la flonda», señaló a este diario un vecino, «pero creo que los terroristas debían estar seguros de que nada podía ocurrirles. Incluso llegaron a cruzar La Palanca -nombre con el que popularmente se conoce la pasarela que cruzando el Ter une las dos partes de la colonia textil- con un guardia civil delante y otro detrás, pero sin ir esposados ni nada».

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Hubo un empleado de la fábrica Bebie que pudo recoger la versión que los mandos de la Guardia Civil daban de lo ocurrido. «Entraron en el cuartel, y el cabo atendió uná llamada telefónica. Un número se hallaba en la puerta de acceso, y otro -avisado por el cabo con anterioridad- se encontraba en un altillo, a la izquierda de la entrada del cuartel y en lugar no visible para los terroristas. Acabada la conversación telefónica, el cabo se dirigió al grapo Albino Gabriel y le dijo: "Estás nervioso, ¿verdad?". El número que estaba en la puerta iba en ese momento a cachear al grapo cuando la chica sacó una pistola que llevaba escondida en la nuca debajo del cabello, abriendo fuego contra el guardia. El cabo derribó a Albino Gabriel, y el otro número, el del altillo, disparó con su fusil ametrallador sobre los dos grapo».

El guardia civil herido fue trasladado por un compañero, suyo al puesto de socorro de la Cruz Roja situado a siete kilómetros de La Farga, en dirección a Campdevano. El cabo, preso de un estado de sobreexcitación, fue atendido en la fábrica Bebie.

Tras el tiroteo del cuartel, llegaron a La Farga varios jefes de la Guardia Civil, entre ellos el teniente coronel José Blázquez Pedraza, jefe de la comandancia de Gerona, y el general Pajuelo, jefe de la IV Zona (Cataluña). Se sabía que el comando de los GRAPO lo formaban cuatro personas. Se dispuso, de inmediato, la búsqueda de los otros dos y hubo un despliegue por la zona. Media hora después se originó un gran revuelo cuando sonó un disparo en los alrededores del apeadero del tren. Fue una falsa alarma: a un guardia se le había disparado el arma.

Sobre las seis y media de la tarde, un grupo de quince a diecisiete guardias, acompañados por un número que conocía bien la zona por el hecho de llevar a cabo la ronda de las masías (casas de campo) inició una batida en el norte de La Farga. A la salida de la colonia textil, por carretera, se puede acceder a la vía férrea, y después de seguirla a lo largo de un kilómetro, llegar al paraje denominado La Ribera de la Fogonella, lugar habitual de acampada, de acceso único a través del estrecho camino determinado por la citada vía férrea. Los guardias enfilaron este camino y preguntaron a los habitantes de la denominada Torre Blanca acerca de la presencia de extraños en el lugar. La respuesta fue idéntica a la que daría cualquier vecino de La Farga: «Siempre viene gente por aquí», dijeron a este diario.

Un grupo de seis guardias civiles, una avanzadilla del grupo citado anteriormente, localizó en La Ribera de la Fogonella, justo en lo alto del recodo que forma la Riera, una tienda de campaña. Dieron el alto, según informaciones que recogen la versión oficial, y recibieron un disparo por respuesta. Se inició un tiroteo y Roberto Liñeira Oliveira y Ántonio, Cabeza resultaron muertos. Ningún guardia civil resultó herido. En cambio, los grapo recibieron infinidad de disparos.

Ya de noche, y bajo un intenso chaparrón, miembros de la Cruz Roja retiraron los cadáveres. Según testigos presenciales, iban cubiertos por sacos. Sólo se le pudo ver la cara al que fue identificado por Liñeira Oliveira. Presentaba dos orificios de bala en ambos pómulos.

La Guardia Civil retiró del lugar donde se hallaban acampa dos los grapo una pistola Star de calibre 9 milímetros largo, un revólver Simith & Wesson y varios libros y revistas en cuyo interior había una elevada cantidad de dinero entre las hojas.

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