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Dos expulsados de la Guardia Civil a asesinaron a dos sargentos en Santander

, La detención, a las cuatro de la tarde de ayer en pleno centro de Santander, de dos jóvenes expulsados de la Guardia Civil despeja el clima de tensión que vivió la capital montañesa, tras el asesinato, el domingo por la noche, de dos sargentos de la Guardia Civil en el interior de la casa-cuartel de Puente Arce, a ocho kilómetros de Santander.

El gobernador civil convocó a las siete y media de la tarde de ayer una conferencia de prensa y, en presencia del comisario-jefe y del comandante de la Guardia Civil, el señor Gómez Arjona declaró que tras el atentado no se esconde ninguna motivación política, sino que se trata de dos delincuentes con un largo historial de atracos y secuestros desde que, hace algún tiempo, fueron expulsados de la Guardia Civil por mala conducta.

Al parecer, el asalto a la casa-cuatel estaba planeado para hacerse con armas.

Los detenidos, que se han confesado autores de este y otros hechos delictivos, y a los que se les ha incautado la pistola de uno de los sargentos asesinados y que han sido identificados por el guardia civil herido muy grave en el suceso, son Eugenio Moreno Sánchez, de veinticuatro años, natural de Barcelona, casado y con último domicilio conocido en Logroño, donde estuvo destinado como guardia civil, y Miguel Ignacio Jiménez Alonso, de Las Palmas, casado y también expulsado de la Guardia Civil en Santa Cruz de Tenerife.

Aunque no se ha facilitado versión oficial de los hechos, el asesinato de los sargentos Eugenio Recio Guzmán y Manuel Pérez Comerón, fue perpetrado por los asaltantes en el interior de la casa-cuartel poco después de las doce de la noche de ayer. Un apagón del alumbrado público de Puente-Arce y, por tanto, en el exterior del cuartel, dio paso a una docena de disparos, en dos series, tiro a tiro, y un último aislado. Cuando volvió la luz eléctrica y algunos vecinos salieron a la calle, observaron cómo el guardia civil José Estévez, de veinte años y natural de Mieres (Oviedo), salía del cuartel tambaleándose e intentaba detener a alguno de los vehículos que circulaban por la carretera general Santander-Torrelavega, que pasa por la puerta principal de la casa-cuartel. Dentro, en la planta baja, tumbados en el suelo, quedaban los cuerpos de los sargentos Eugenio Recio, de 35 años, natural de Mojados (Valladolid) y Manuel Pérez Comerón, de 41 años, y natural de Lumbrales (Salamanca). Los tres fueron trasladados, en coches particulares, al hospital Valdecilla, donde los sargentos ingresaron cadáveres. El guardia civil José Estévez entraría en quirófano con heridas calificadas de muy graves. Ayer estaba fuera de peligro, aunque su estado era considerado grave.

Arma corta

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Antes de entrar en quirófano, el joven guardia civil lograría, entrecortadamente y presa de los nervios, ofrecer los únicos datos directos del suceso. Al parecer, estaba en la cama cuando hacia las doce de la noche escuchó que llamaban a la puerta. Bajó a abrir y dos personas le dijeron que había unos accidentados de automóvil no muy lejos y que necesitaban ayuda. Inmediatamente el señor Estévez subió a avisar al sargento, que a su vez mandó llamar a otros agentes. En este momento se pierde el relato, sin que se pueda precisar qué pasó más tarde.

Parece que los asaltantes, cuando llegaron los dos sargentos, les dispararon con arma corta, ordenando más tarde al guardia civil que se echara en su cama, donde le dispararon a quemarropa una única bala con entrada por el abdomen y salida por la cadera derecha. Los sargentos recibirían, el señor Pérez Camerón, ocho impactos de bala, cuatro de ellos en el tórax y el resto en el cuello, testículos, muslo y cabeza, respectivamente, mientras que el otro suboficial asesinado presentaba un único impacto, mortal de necesidad, con entrada por el hombro izquierdo y salida por la columna vertebral. Los disparos fueron casi a bocajarro, y aunque alertaron a los demás guardias de la casa-cuartel, cuando acudieron a la planta baja sólo pudieron ya auxiliar a sus compañeros.

Fotos de los GRAPO

El traslado hasta el hospital de Valdecilla se realizó inmediatamente, y con igual rapidez se montó un amplio dispositivo de control en las carreteras radiales. Antes de la una de la madrugada, el coronel jefe de la Guardia Civil en Santander se personó en el lugar de los hechos, y media hora más tarde llegaba el gobernador civil. Los dos consideraron apresurado aventurar hipótesis, aunque entre los comentarios en torno del atentado y al arma utilizada apuntaban a la autoría de los GRAPO antes que ETA, organización terrorista esta última que suele utilizar metralletas en lugar de arma corta. De hecho, y con la esperanza de que el guardia civil pudiera poco más tarde revisarlas, se ordenó recoger de los archivos policiales las fotografías de los «grapos».

Más tarde, según declaraciones del comisario jefe, Alejandro Millares, fueron advirtiéndose hechos contradictorios que descartaban la actuación de los GRAPO. Agentes de la policía recogerían el dato de que un tal Eugenio Moreno Sánchez había alquilado el sábado por la mañana un coche Seat 127 rojo, matrícula de Madrid, en la agencia Alqui-Auto. Cuando hacia la una del mediodía de ayer acudieron a la citada agencia, Eugenio Moreno ya había devuelto el auto, al parecer nervioso, y pagando con una cantidad superior a la debida.

Recogidas las fotos de los sospechosos, serían presentadas al guardia civil herido, que los reconocería, montándose entonces un gran despliegue policial y de la Guardia Civil. Hacia las cuatro de la tarde una patrulla localizó a los dos delincuentes cerca de la estación de ferrocarril, y más tarde en la calle de Calvo Sotelo, frente al Ayuntamiento, donde se les apresó. Los ex guardias civiles intentaron sacar las armas y, una vez desarmados, profirieron gritos de asesinos y otros contra la fuerza pública, en un intento de llamar la atención de los transeúntes. Cinco minutos después ingresaban en la comisaría y confesaban su culpabilidad y la participación en, por lo menos, siete atracos, los últimos, en Castellón, Alicante, Murcia, Logroño y Málaga, todos ellos a mano armada, y el de Castellón, el pasado día 2, con un enfrentamiento con la fuerza pública, en el que moriría uno de sus compañeros y resultó herido grave un miembro de la policía.

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