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La coyuntura del Gobierno

Un Gabinete fuerte contra la crisis

Barones regionales, en el poder y en la oposición, ministros y dirigentes del PSOE consideran que Zapatero debe estar arropado por un equipo más sólido

Hace un mes y medio, Zapatero tenía las cosas aparentemente claras sobre al rumbo a seguir y no parecía apesadumbrado por la situación. El presidente defendía convencido que no había que acelerar la reducción del déficit para evitar otra recaída en la recuperación económica, y tampoco había que cambiar a los ministros, porque todos estaban concienciados de la necesidad de aplicar austeridad en sus departamentos para salir de la crisis y crear empleo.

Sobre la reforma laboral, si no había acuerdo entre patronal y sindicatos, mejor dejar las cosas como estaban, porque el problema del desempleo no tenía que ver con el abaratamiento del despido.

Todo eso era hace un mes y medio, cuando Zapatero leía todos los datos económicos que le llegaban con su optimismo antropológico. Solo le preocupaba el apoyo alemán al rescate de Grecia.

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Ahora las cosas han cambiado tanto que algunos planes de Zapatero han saltado por los aires, al tiempo que caen las expectativas electorales del PSOE, como indica la encuesta de Metroscopia que hoy publica EL PAÍS. Y otras convicciones del presidente, como su negativa a cambiar de Gobierno, empiezan a ser cuestionadas desde muchos ámbitos del PSOE.

"Creo que va a haber cambio de Gobierno. Ahora la consigna es que de ninguna manera, pero es normal, porque no puede contarlo, y porque, si Zapatero anunciara que planea una remodelación, la desmoralización entre los ministros sería muy grande, y no se lo puede permitir", explica un alto cargo socialista.

"Todo el mundo se prepara para después del debate del estado de la nación, una prueba muy difícil, con toda la oposición a la contra; sin aliados parlamentarios y con dos semanas de martirio, llegará la negociación de las propuestas de resolución, y será otro vía crucis".

"Este Gobierno", explica un veterano colaborador de Zapatero, "no responde a las necesidades. Hay ministros que están fuera de juego. Necesita un cambio para dar más peso político a la cúpula del Ejecutivo".

Los que hacen quinielas en el PSOE, es decir casi todo el mundo, también hablan de la fusión de ministerios para acabar con la eterna polémica de la utilidad de departamentos como Vivienda, Igualdad, Ciencia, que podrían subsumirse en los de Fomento o Sanidad y Asuntos Sociales o Educación.

Los especuladores también dan muchos nombres. Pero tras el juego del morbo, perfectamente suprimible, subyace un problema de fondo.

La veintena de dirigentes del partido consultados coinciden en que el actual Gobierno no es el adecuado para afrontar con garantías este reto. "En otros momentos, de bonanza, hasta las ocurrencias pasaban más inadvertidas. Ahora, ante esta crisis, hace falta un Gobierno, por decirlo de alguna manera, felipista", relatan varios dirigentes, en alusión a los ejecutivos de Felipe González, en los que se podían contar una decena de políticos de primer nivel.

Nadie sabe con certeza qué quiere hacer el presidente y menos cuándo. Algunos apuestan por desatar ya la crisis de Gobierno y despertar cierta ilusión antes de que los sindicatos convoquen la que todos vaticinan como inevitable huelga general contra la reforma laboral. Y especulan con la fecha del 29 de junio.

Otros, la mayoría, la barruntan justo para después del verano, dejando coincidir la amortización de las próximas medidas negativas a aplicar por este Gobierno con el siempre complicado proceso de elección de candidatos para las municipales y autonómicas, que se abre en el Comité Federal del 3 de julio y que se concretará en septiembre.

Algunos barones y las próximas citas electorales preocupan en el PSOE y en La Moncloa. "No hay nadie en la cabina de mando", señala otro parlamentario socialista para advertir de la supuesta anarquía que reina entre los dirigentes regionales, que han empezado a hacer la guerra por su cuenta. "Hasta el punto de que hay presidentes autonómicos que se atreven a decir públicamente que los ministros actúan como déspotas y no pasa nada", señala, en referencia las declaraciones de José María Barreda, presidente castellano-manchego, a EL PAÍS.

Pero el problema es que no es solo Barreda el que acusa a algunos miembros del Gabinete de practicar el "despotismo ilustrado". Otros barones también remarcan que algunos ministros y hasta secretarios de Estado, especialmente del área económica, no devuelven las llamadas o lo hacen con cierta soberbia. O se ponen en práctica medidas, como se vio con la idea de limitar drásticamente el endeudamiento de los ayuntamientos, sin consultarlo con los interesados. Y se lamentan de que no es la primera vez.

"El efecto Zapatero de las últimas elecciones autonómicas y municipales se ha convertido en el rechazo a Zapatero para la próxima convocatoria electoral por parte de algunos de nuestros barones", se queja otro dirigente socialista.

Hasta el punto de que algún candidato se plantea que puede ser mejor, en esta ocasión, que le dejen hacer la campaña a su manera, sin indicaciones ni intromisiones de Ferraz, la sede federal. Hace unos meses un importante asesor del PSC llegó a comentar en público que las visitas de Zapatero a Cataluña no eran convenientes. Fue desautorizado. Pero Zapatero ya no va mucho por Cataluña, que tiene a pocos meses vista unas elecciones autonómicas muy difíciles para el PSOE.

Estos desajustes eran impensables hace muy pocos meses. Zapatero ha logrado, en poco tiempo y gracias al trabajo territorial de José Blanco, controlar prácticamente todas las secretarías regionales. Ya no hay pepitos grillo tampoco en el Gobierno, ni en la Ejecutiva Federal ni en los grupos parlamentarios.

Los outsiders son muy pocos y se dan por descontados. Pero empiezan a oírse "críticas disolventes", como las define un importante barón. Es decir, no se cuestiona una idea, una línea política, una mala coordinación, un vaivén. No. Se ataca la capacidad, la formación, la actitud de un compañero.

"El partido", cuenta un histórico de los gobiernos de Felipe González, "está acostumbrado a seguir una senda en tiempos de dificultades si la autoridad la marca. Al toque de corneta, todos obedecen. El problema es que ahora no hay nadie tocando la corneta. Ahora hace falta mandar".

Nunca un deseo tan generalizado ha tenido menos expresión pública. Nadie en el PSOE reclama en alto que el presidente se rodee de un equipo "más potente". Pero ésa es precisamente la conclusión, casi unánime, de la consulta efectuada por EL PAÍS a una veintena de relevantes dirigentes, desde el ámbito nacional al regional, pasando por el local y el parlamentario. Las dudas son sobre cuándo debe producirse: de inmediato o en septiembre.

Y esas dudas se fundamentan en la voracidad de la crisis económica, "que engulle en 24 horas todos los anuncios y todas las propuestas de reforma", explica un dirigente socialista.

¿Dónde está el problema en el equipo de Zapatero? De los testimonios recogidos se desprenden más críticas de forma que de fondo. Más política. Más vicepresidentes políticos. Más ministros políticos. Más peso para Blanco y Rubalcaba. Pero también para Carme Chacón, Trinidad Jiménez, y sí, Bibiana Aído. "Son los que tienen discurso político y no se arredran ante las dificultades", señalan algunos barones como elementos de elogio.

¿Y que piensa Zapatero? Nadie lo sabe. Algunos lo intuyen. A los pocos que se lo plantean abiertamente sólo les aclara que no está en la reflexión de un cambio de Gobierno, que tiene puestas todas sus energías en impulsar las reformas estructurales para salir cuanto antes de la recesión.

En su entorno más cercano también hay debate sobre la necesidad del retoque al equipo. En primer lugar porque ahora, tal y como están las cosas, para que un cambio de Gobierno sea creíble y sirva de impulso político no puede ser un mero maquillaje.

Tiene que ser un cambio de verdad, que afecte a la esencia del Consejo de Ministros. Una serie de meros recambios no serviría para nada, se amortizaría a las 24 horas. Y otra cuestión importante es si existe un banquillo potente como para responder al impacto social que se necesita.

Además, si Zapatero realiza ese cambio ahora será el reconocimiento del fracaso que supuso su última remodelación, realizada hace poco más de año.

El presidente del Gobierno con los miembros de su Gobierno en Moncloa
El presidente del Gobierno con los miembros de su Gobierno en MoncloaGORKA LEJARCEGI

Un primer Gobierno paritario

- 19-04-2004 Zapatero hizo el primer Gobierno paritario de la historia de España, con una vicepresidenta (De la Vega) un vieja guardia (Solbes) su gran rival (Bono) varios de sus fieles de Nueva Vía (Caldera, Sevilla, López Aguilar) y Montilla por el PSC.

Bono deja la política y entra Rubalcaba

- 7-4-2006 El actual presidente del Congreso, José Bono, deja a Zapatero y de paso la política por su malestar con el Estatuto catalán. Entra un peso pesado, Rubalcaba, y sale Sansegundo de Educación tras una gran protesta de los concertados y la Iglesia.

Salen los 'amigos': Sevilla y López Aguilar

- 20-07-2007: Las autonómicas se llevan a Montilla (sustituido por Clos) y a López Aguilar. Este último cae con Sevilla, otro de Nueva Vía, la corriente del zapaterismo, alejado del presidente. Calvo sale de Cultura y entra César Antonio Molina y Chacón.

Chacón a Defensa, entran Sebastián y Aído

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Zapatero encumbra a Salgado y busca peso con Blanco y Chaves

- 08-04-2009. El presidente revoluciona su Gobierno. Por primera vez en cinco años, cambia una vicepresidencia: Solbes se va. Zapatero le releva con Salgado, encumbrada en plena crisis. El presidente intenta recuperar el peso político perdido y coloca a Blanco en el Ministerio de Fomento y saca a Manuel Chaves de la Junta de Andalucía para colocarlo como vicepresidente tercero. Con Trinidad Jiménez (y Blanco) vuelve la Nueva Vía al Ejecutivo. Gabilondo supone un nuevo cambio en Educación y Sinde en Cultura.

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