_
_
_
_
_
Reportaje:

Hachís desde Marruecos a Bonanza

Los narcotraficantes consolidan el Guadalquivir como "una autopista de la droga" al aprovechar los embarcaderos naturales y los canales de marisma

Javier Martín-Arroyo

La espectacular persecución se repite cada semana. Una planeadora semirrígida se acerca a la costa gaditana a más de 90 kilómetros por hora, con dos motores de 250 caballos, y es avistada por la Guardia Civil o el Servicio de Vigilancia Aduanera, dependiente de la Agencia Tributaria. Se inicia entonces una persecución que no es tal. Ambas embarcaciones navegan a toda velocidad y en paralelo hacia el sur. "Lo mejor que puede ocurrir es que el piloto se ponga nervioso y tire la droga al mar por el acoso del helicóptero. O con mucha suerte, que se le estropee un motor", explica un veterano agente. El final de la trepidante carrera siempre culmina con la embarcación pilotada por un narcotraficante navegando en dirección a las costas marroquíes, sin la patrullera española a sus espaldas, que vira de vuelta a casa.

"Quitas un traficante y te salen tres", asegura la Guardia Civil
Los investigadores piden a Fomento pantalanes contra las planeadoras

Esa carrera en el Golfo de Cádiz sucede muy a menudo, pero la mayoría de las veces no es necesaria tanta velocidad porque las famosas gomas de los traficantes no son interceptadas por las fuerzas de seguridad. Casi siempre logran su objetivo y desembarcan toneladas de hachís. Según estudios de Vigilancia Aduanera, alrededor de un 25% de la droga es interceptada. Este transporte ilícito ha afinado en sus rutas con los años. Desde Gibraltar se pasó a las playas de Barbate, y ahora el Guadalquivir se ha convertido en el mejor refugio de los narcotraficantes.

"El Guadalquivir es la autopista de la droga. Si se pretende blindar el río, hacen falta refuerzos con base en Chipiona", valora el comisario de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), Clemente Patón. Sus 100 kilómetros navegables hasta Sevilla ofrecen numerosos embarcaderos naturales entre cañaverales y plantaciones de elevada altura, que permiten esconder los fardos con relativa facilidad. "Desde 2005 el río está en auge, aunque esa ruta siempre ha existido. Porque quitas un traficante y salen tres", afirma un agente de la Guardia Civil.

¿Qué hace imposible controlar este flujo ilegal? A pesar de la presencia del Sistema Integral de Vigilancia Exterior (SIVE), los narcos aprovechan el gran tráfico de barcos, lo que impide registrar a todos en busca de droga. En los últimos meses, los traficantes utilizan embarcaciones de recreo como veleros, que a veces abandonan en las cercanías de pueblos sevillanos como Isla Mayor o Lebrija. Además, son delincuentes muy veteranos y maleables. Saben cómo adaptarse para esquivar la vigilancia y siempre contratan una red de informantes que peinan la zona.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Los medios son insuficientes, pese a que tanto la Guardia Civil como Vigilancia Aduanera cuentan cada una con dos tripulaciones siempre vigilantes. Pero las pateras y las embarcaciones con averías tienen prioridad. El pasado mayo, Vigilancia Aduanera fondeó un barco de altura en la desembocadura del Guadalquivir de manera permanente, pero después de unos meses, y tras comprobar su éxito relativo, el barco se ha trasladado a otro punto de la costa.

Los alijos cada vez son mayores. El avance de los motores y la capacidad de transporte de las semirrígidas, sumado a que la pena de prisión sea similar por transportar 30 kilos que por 30 toneladas, hace que las incautaciones no bajen de 2.000 kilos, que lo reporta unos dos millones de euros a cada banda.

El piloto recibe hasta 30.000 euros por el trabajo, y luego también cobran los porteadores, los informantes y el notario, el encargado de informar a los traficantes marroquíes de las incidencias y entrega de la droga. Suelen traer dos GPS y mucha comida, por si la espera en alta mar se prolonga hasta que los chivatos, en pequeñas embarcaciones y desde tierra, informan de los movimientos de las patrulleras.

"En la entrada del río tenemos cámaras, pero si tenemos una embarcación en Barbate, mientras que ésta llega al río, la droga ya está en los garajes elegidos", relata un guardia civil.

¿Soluciones? "El Ministerio de Fomento podría instalar pantalanes flotantes retráctiles por encima del puerto de Bonanza para disuadir a las planeadoras de remontar el río, porque una unidad con 40 hombres sólo para el control del río es desorbitado", opina una fuente autorizada.

Mientras, frente a la urgencia de este incremento de efectivos pesa la escasa alarma social que provoca el tráfico de hachís, en consonancia con el aumento sostenido de su consumo. Entre la Guardia Civil y Vigilancia Aduanera decomisaron 390.000 kilos de hachís y 781 de cocaína el año pasado. En este aumento generalizado de incautaciones, destaca Cádiz, donde sólo en 2008 se aprehendieron 88.368 kilos de hachís.

La última estrategia de los narcos es aprovechar que la prioridad en el mar es la ayuda al inmigrante. "Sospechamos que las organizaciones mafiosas nos mandan pateras para saturarnos y aprovechar para que la droga entre sin problemas", confía un mando policial.

Un buzo, en una operación antidroga en el Guadalquivir.
Un buzo, en una operación antidroga en el Guadalquivir.MINISTERIO DEL INTERIOR
Alijos de droga incautados durante la desarticulación de una red en mayo.
Alijos de droga incautados durante la desarticulación de una red en mayo.EFE

"Una guerra perdida"

El año pasado, un narcotraficante fue detenido en Cádiz y le espetó a un agente con desparpajo: "Cuando usted se jubile, yo seguiré en esto". El tráfico de hachís en los alrededores del Guadalquivir es una forma de vida que no tiene visos de desaparecer, debido a la permisividad social evidente con el tráfico de esa sustancia. Mientras, el aumento de alijos decomisados y el incremento de agentes para frenar las semirrígidas seguirá su escalada. Después de años de batalla, el rostro de un mando policial transmite resignación: "Es una guerra perdida".

Las entradas de hachís por el Guadalquivir han tenido un crecimiento sostenido desde el año 2005. El pasado mes de mayo, la Guardia Civil, en la denominada Operación Carabela, desarrollada en la provincia de Sevilla, detuvo a una red compuesta por 11 traficantes de drogas que pretendía introducir en España más de 5.000 kilos de hachís, para su posterior distribución por toda la Unión Europea. Uno de los mayores golpes en los últimos años.

La red se servía de todo tipo de embarcaciones para remontar el río. En unas ocasiones, empleaba barcos pesqueros con los que accedían bajo esta cobertura legal a los lugares de descarga. En otras ocasiones, utilizaban lanchas rápidas semirrígidas tipo zodiac, con los que realizaban una única travesía, en muchas ocasiones a través del río Guadalquivir, aprovechando las marismas del Parque Nacional de Doñana.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_