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Reportaje:

Hurto invisible en las maletas de pasajeros

La ausencia de denuncias por falta de pruebas deja en la impunidad las sustracciones en equipajes en los aeropuertos

Luis Gómez

El pasajero F. S. llegó a su casa, hace unas semanas, después de tomar el puente aéreo Madrid-Barcelona con Iberia. Abre su maleta y advierte que faltan algunos objetos en su interior. Quizás a usted le haya sucedido alguna vez. Se indigna. Siente que de alguna manera alguien ha violado su intimidad. Piensa en reclamar. Regresa al aeropuerto a poner una denuncia y con buenas palabras le sugieren que es un acto inútil. Nadie se sentirá en la obligación de atender su reclamación. Sencillamente, carece de pruebas. ¿Dónde se habrá producido el robo, en el origen, en el destino, en la escala? Es su palabra contra el sistema y el sistema no admite ese fallo. El sistema admite la pérdida, el extravío o el deterioro, pero no el robo del equipaje si el contenedor, es decir, la maleta, llega a su destino en perfecto estado. Estamos ante un suceso perverso, ante un hecho que no existe porque no tiene reflejo estadístico y no lo puede tener porque las denuncias carecen de elemento probatorio. Es el hurto invisible. El ciudadano regresa a su domicilio impotente. Una mano negra ha robado en su maleta.

Dado el vacío legal, es imposible determinar la magnitud del problema. Durante el año 2006 se facturaron alrededor de 157 millones de maletas en los aeropuertos nacionales, según cifras de AENA, la autoridad aeroportuaria española. Se puede estimar que 1.200.000 maletas se extraviaron, según la cifra promedio en Europa, de las cuales el 85% aparecieron antes de las 48 horas. ¿Cuántas maletas perdieron parte de su contenido? No existe ese dato: el sistema no lo acepta porque las denuncias son irrelevantes. Sin embargo, el sistema conoce que estos hechos se producen.

Fuentes de las compañías aéreas reconocen que se suceden, de vez en cuando, discretos despidos de empleados deshonestos, y argumentan que los aeropuertos cuentan con una cada vez mayor proporción de trabajadores temporales, por lo cual es difícil tener garantías de fidelidad a la empresa que los contrata. Y es que un aeropuerto es una organización muy compleja: Barajas el cuarto mayor aeropuerto de Europa, tiene emitidas unas 42.000 tarjetas de seguridad correspondientes a trabajadores en activo, una cifra que supera los habitantes de alguna capital de provincia. "Si atendemos a las estadísticas generales, es razonable pensar que una pequeña proporción de esa población tendrá tentaciones de hacer algo deshonesto", explica una fuente policial. Agentes de la Guardia Civil consultados afirman que, a pesar de las medidas de seguridad, es inevitable que haya grupos de trabajadores que se organizan para realizar pequeños hurtos en las maletas. "No es difícil observar candados por los suelos en las zonas de equipajes", confiesa un agente, "aunque pensamos que donde hay una mayor proporción de robos es en la sustracción de mochilas o pequeñas bolsas de viaje, porque les lleva menos tiempo la manipulación: basta con quitarle la etiqueta y esconderla. Luego se apañarán para sacar el contenido fuera del aeropuerto".

La Guardia Civil sólo controla el primer paso en la facturación de una maleta: a partir de esa parte del recorrido, el equipaje queda bajo la custodia de agentes de seguridad privada o de simples auxiliares. "Hay muchas cámaras a lo largo de un aeropuerto (unas 4.000 sólo en Barajas), pero los más avispados saben cuáles son los puntos oscuros, los rincones adonde no alcanzan esas cámaras".

No ha habido operaciones policiales recientes en aeropuertos españoles para combatir este delito. Y algunas actuaciones se han hecho con discreción. "Hemos recibido órdenes de custodiar las maletas de alguna compañía", cuenta un guardia civil en referencia a una actuación en torno a Air France, "por lo que sospechamos que ha debido existir alguna sospecha, pero como no hay denuncias no hay obligación de iniciar actuaciones". Y así se cierra el círculo: el delito que no se denuncia no existe porque la denuncia sin pruebas no prospera. Entre tanto, la mano invisible actúa.

Maletas de pasajeros en la T-4 del aeropuerto de Barajas, en Madrid.
Maletas de pasajeros en la T-4 del aeropuerto de Barajas, en Madrid.ULY MARTÍN
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Un operario recoge equipaje en el aeropuerto de Barajas.
Un operario recoge equipaje en el aeropuerto de Barajas.RICARDO GUTIÉRREZ

Mercado negro en el aeropuerto

A falta de denuncias y datos estadísticos, Internet deja algún rastro sobre la existencia del problema. Basta con repasar foros en Internet para recoger numerosas quejas de usuarios acerca de la pérdida de objetos en sus maletas, usuarios que citan compañías, destinos, aeropuertos y una común sensación de impotencia.

"Si la gente viera en directo el uso que se hace de las maletas se asustaría", dice un empleado de una de las empresas que realizan esta labor en Barajas. "Todos sabemos que el problema existe y que es más evidente en el caso de las mercancías. Yo he visto cómo se llevaban vestidos de una remesa de ropa de Zara, sin atender a tallas, por simple capricho. Si son objetos pequeños, relojes o cámaras, la merma es inevitable. Lo que pasa es que esas cargas están aseguradas, la pérdida está calculada y no origina una investigación".

Trabajadores de aeropuertos reconocen la existencia cíclica de un discreto mercado negro en el interior de los recintos. "A veces alguien te ofrece objetos de segunda mano", dice un empleado de Iberia. "Y todos sospechamos de dónde proceden".

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