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El italiano detenido en Barcelona, acusado de distribuir la droga latinoamericana en Europa

Con la detención de Antonio Bardellino y tres de sus hombres, apresados por la policía española el pasado miércoles en Barcelona, la Camorra napolitana -la segunda mafia-, según fuentes polliciales italianas ha quedado decapitada. "Con Bardellino entre rejas, la Camorra pierde a su último general", declaró ayer a EL PAÍS el comisario jefe de la Brigada Criminal de la policía de Nápoles, Romano Argenio, uno de los responsables de la gigantesca redada de centenares de mafiosos italianos realizada el pasado verano, que se halla en España en misión de apoyo a sus colegas españoles.

Según las mismas fuentes, el detenido era el máximo responsable de la distribución en Europa de la droga procedente de los países latinoamericanos.Antonio Bardellino, natural de San Cipriano d'Aversa (Italia), de 38 años de edad, considerado en el mundo del hampa italiana como un auténtico Lucky Luciano, tenía a la policía de medio mundo tras sus talones desde 1980. Romano Argenio aún no se explica cómo este gánster logró escapar de la Justicia en Canadá, Estados Unidos y Brasil. Bardellino había safido de Italia en 1980 y estaba catalogado como el último gran capo de la organización camorrista Nuova Familia. Esta organización después de ladetención escalonada. de los camorristas Aniello Novoletta, Umberto Anaturo, Cieo Vollaso y Michele Raza, ha quedado sin dirección.

Tras sus fugas americanas, las pistas dejadas por Bardellino en su alocada huida llevaron a la policía italiana hasta Barcelona. "Sabíamos que se movía, desde hace cuatro meses,en la zona comprendida entre Montpellier y Barcelona con uno de sus guardaespaldas, Raffaele Scarnato, de 37 años", explicó ayer el jefe del grupo de Delincuencia Internacional de la Brigada Regional de Policía Judicial de la Jefatura Superior de Policía de Barcelona. El portavoz policial afirmó que hace unas semanas Interpol-Roma les avisó de la llegada a Barcelona de la novia de Bardellino. "La joven se alojó en un hotel de Lloret de Mar, pero no contactó con su prometido, que seguía sin aparecer".

Otro télex de Interpol puso de nuevo en alerta a los policías barceloneses. "Dos súbditos italianos llegarán a Barcelona para entrevistarse con Bardellino", decía el comunicado. Efectivamente dos ciudadanos italianos, Pascuale Pirolo y Roberto Ferrara, llegaron a Barcelona en avión, y desde su llegada a España fueron seguidos por hombres de la Jefatura.

Los sospechosos se alojaron en el hotel Núñez-Urgel de Barcelona. Unos días más tarde, el miércoles por la tarde, los dos italianos se entrevistaban en el pub Aticus, de la calle de París, con su jefe, al que acompañaba su guardaespaldas Scarnato, momento que la policía española aprovechó para detener a los cuatro. No llevaban armas, no opusieron resistencia y les fue intervenido un millón de pesetas en dólares norteamericanos. En un,primer momento, la policía barcelonesa desconocía el verdadero historial de Bardellino, que les fue silenciado por sus colegas napolitanos.

La Justicia italiana ya ha solicitado la extradición de los cuatro detenidos, a los que acusa, entre otras cosas, de contrabando de estupefacientes -principalmente heroína, cocaína y la llamada morphine-base (morfina base)-, tabaco y de prostitución organizada.

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Armas por estupefacientes

Según Romano Argenio, uno de los cerebros de la gran redada llevada a cabo el pasado verano en Nápoles, que terminó con el encarcelamiento de centenares de personas relacionadas con la Camorra, "Bardellino era el que dominaba el tráfico de droga suramericana a Europa. Desde hace tiempo sabemos que este general de la Camorra pagaba los estupefacientes con armas compradas en Alemania y Bélgica".

Los cuatro detenidos se hallaban ayer por la noche en los calabozos de la Jefatura Superior de Policía de Barcelona, donde a primeras horas de la tarde habían sido interrogados. Hoy o como máximo mañana, sábado, antes de que se cumpla el plazo legal de detención de 72 horas, deberán ser presentados en la Audiencia Nacional, dada su presunta pertenencia a grupos o bandas armadas.

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