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ANÁLISIS
Columna
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Ideario del padre del euro

Xavier Vidal-Folch

El más prestigioso ex-presidente de la Comisión Europea, Jacques Delors, de 84 años, aportará al consejo de sabios de Zapatero su experiencia en tres avances decisivos de la Unión: la eliminación de barreras económicas internas, la moneda única y el énfasis en la importancia de la política de reequilibrio social y territorial, pues en su doble mandato (de 1985 a 1995) duplicó los fondos estructurales y dio cuerpo al nuevo fondo de cohesión. También podrá aportar la experiencia de un fracaso, su Libro Blanco para el Crecimiento y el Empleo (1992), boicoteado por los jefes de Gobierno.

Padre del euro, Delors siempre lamenta que la unión monetaria no se haya completado con una verdadera unión económica. Considera que la mera coordinación de políticas económicas, sin compromisos vinculantes ni un sistema de premios y castigos para cumplidores e incumplidores, resta fuerza al euro. Por eso en la revisión de la Agenda de Lisboa, una tarea clave del semestre español, defenderá un mayor papel de la Comisión en el diseño y vigilancia de la política económica, así como un mecanismo que cree verdaderas obligaciones.

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En lo monetario, Delors no pretende que el euro sustituya al dólar, sino, como dijo en una reciente entrevista a EL PAÍS, plantea "un sistema monetario mundial basado en una cesta de monedas" que dote de más estabilidad a la economía global. Y en lo financiero, apoyará previsiblemente acelerar los mecanismos ya diseñados de vigilancia continental, subrayando la necesidad de que todos, en primer lugar los banqueros, vuelvan a tomar conciencia del "riesgo", contrapesando lo que irónicamente califica como "crear riqueza antes de que se produzca".

Lenta recuperación

Delors prevé que la recuperación actual dé resultados lentos, sobre todo a la hora de crear empleo. Acumula en este asunto un fértil caudal de experiencias para proporcionar soluciones. Apretando en la culminación de la libertad de circulación, base del mercado único, insistirá en la libertad de movilidad laboral y profesional. Apostará por la formación profesional (como hace en su último libro, Invertir en lo social), a través, entre otras fórmulas, "de la extensión de los programas de intercambio tipo Erasmus", creado bajo su presidencia, y de la resurrección/revitalización de una política keynesiana de creación de infraestructuras a nivel europeo.

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Ésa era la apuesta de su Libro Blanco, traducida en unas redes de transporte transeuropeas, hoy anémicas, sin excluir la posibilidad de que se financien con emisión de deuda por Bruselas. Pero sin excesos. Su enfoque es el de combinar una política expansiva con la necesaria estabilidad de las finanzas públicas para afrontar el desafío del dúo China-EEUU.

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