Igualdad, en la hoguera de los recortes

La desaparición del Ministerio de Igualdad en la remodelación anunciada en el Gobierno es el fin del sueño que supuso situar la gran asignatura pendiente de la democracia española, la igualdad entre hombres y mujeres, en el podio más alto de las prioridades de Gobierno. Igualdad sucumbe en la hoguera de los recortes (simbólicos), pero sobre todo, en la hoguera de una derecha que lo había convertido en anatema.

La llegada de Bibiana Aído al Ministerio de Igualdad como la ministra más joven de la democracia fue desde el principio muy mal recibida por sectores de la derecha, especialmente masculinos. Su gestación sin embargo fue el símbolo con el que José Luis Rodríguez Zapatero culminaba una apuesta que sin duda se ha convertido en una de las mejores señas de identidad de su andadura: convertir el feminismo en política de Estado. En pocos meses, el Ministerio logró dotarse de contenido impulsando la nueva Ley del Aborto, que equipara la práctica de la interrupción voluntaria del embarazo a las legislaciones más avanzadas del entorno europeo y que hoy está recurrida ante el Tribunal Constitucional por el Partido Popular; los programas contra la violencia de género y, dentro del debate sobre prostitución, la identificación de la trata de mujeres como problema policial.

El Ministerio se concibió como motor que debía actuar como impulsor de políticas de igualdad de la mano de otros ministerios, y ha trabajado estrechamente con Interior, Justicia y Sanidad, especialmente. Situar otra vez las políticas de igualdad bajo el Ministerio de Sanidad convierte de nuevo la situación de la mujer en cuestión sanitaria, si no social y causará gran decepción en numerosos sectores. Cabe exigir que el sacrificio del Ministerio no implique además el sacrificio de un espíritu que ha sido esencial en la era Zapatero.