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Infatigables "revientamítines" persguen al presidente en su gira

El proceso autonómico valenciano está acompañado desde sus inicios por una violencia de manifestaciones diversas que ha encontrado su caldo dé cultivo en la gira que el presidente del Consell, José Luis Albiñana, está llevando a cabo por todo el País Valenciano. Cada vez que el señor Albiñana anuncia una visita, allí está esperándole un grupo de incansables que le siguen a todas partes con el insulto en la boca, el puño crispado o con una piedra, un huevo o un tomate en la mano. En cada pueblo los incansables cuentan con el refuerzo local del voluntariado antiautonómico.

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En el Campo de Mirra, pequeña población limítrofe con Valencia y Alicante, el parlamento de Albiñana fue coreado por un grupo que cantó el Cara al sol brazo en alto, y fue expulsado a continuación del pueblo al grito de fuera forasteros. Sin embargo, poco después entorpecieron igualmente la representación teatral organizada por Acción Cultural del País Valenciano para conmemorar el reparto de tierras realizado después de la batalla de Almansa, donde se perdieron los fueros.Cuando el presidente entró en Paterna, pueblo de la comarca de L'Horta, el buen oficio de la Policía Municipal evitó que a su paso por la calle principal le cayera una piedra que había sido envuelta con una bandera cuatribarrada extendida de lado a lado de la calle. La piedra fue retirada, pero la violencia se produjo en la plaza. Las agresiones realizadas por el grupo hostil a la institución autonómica provocaron una batalla campal, que finalizó con la detención por el servicio de orden socialista de Paquita la Revientaplenaris y dos jóvenes, que prestaron declaración ante el juez de guardia. En sus manifestaciones reconocieron que venían de Valencia y habían recibido entre quinientas y mil pesetas por su participación en la pitada al presidente.

La visita a Quart de Poblet, población perteneciente también al área metropolitana de la capital, estuvo precedida por un ambiente de tensión. Días antes la Corporación, mayoritariarnente de izquierdas, había acordado cambiar el nombre de la calle dedicada a Fraga Iribarne y retirar un busto de Franco. Las paredes aparecieron recubiertas, horas antes de la visita, por pintadas alusivas a los «catalanistas» y en contra de la bandera de cuatro barras sin franja azul, que representa a la institución autonómica. Poco antes de la llegada del presidente, en la plaza se repartieron pitos para entorpecer suparlamento. Sin embargo, el apoyo que reciben estos hechos parece más bien escaso, pues todo indica que se trata de un reducido grupo de personas, no superior al centenar, pertenecientes a grupos de la derecha extraparlamentaria, que se trasladan a las poblaciones elegidas para la gira del presidente, e incluso le acompañaron a París, donde asistió a la Semana del País Valenciano.

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Se sitúan en bloque compacto a la entrada de los edificios públicos y mediante el insulto personal y abucheo consiguen crear una psicosis de miedo para dificultad el acceso de los dirigentes políticos y crear la intranquilidad en el recinto donde se celebran los actos. Así ocurrió en una de las sesiones del Plenario de Parlamentarios a la que asistía el diputado de UCD por Valencia y vicepresidente del Gobierno, Fernando Abril, que tuvo que hacer uso de sus guardaespaldas.

Otra forma de actuación de este terrorismo incipiente consiste en los anónimos enviados por correo, firmados por el llamado Comando San Vicente Ferrer, responsable del explosivo colocado en el cine donde se estrenó el filme La portentosa vida del padre Vicente, calificada de catalanista, o las bombas desactivadas a tiempo en los domicilios del alcalde de Valencia y del presidente Albiñaria, y de Joan Fustery Manuel SánchezGuarner, figuras representativas de posiciones nacionalistas.

Aunque no quedan fuera de sus métodos manifestaciones más espectaculares, como los intentos de asalto al palau de la Generalitat, sede del Consejo, cuando se acordó por los partidos la firma del compromiso autonómico, y con motivo de la sesión en que el ente preautonómico entudió la decisión de su bandera, que dejó aplazada. Varios centenares de personas rodearon entonces el edificio con intención de asaltarlo, pero la negociación a través del presidente del GAV (Grupo de Acción Valencianista), Pascual Martín Villalba, y del catedrático de Teoría del Estado Juan Ferrando Badía con el presidente Albiñana permitió recuperar la calma en la calle.

Su credo, expuso en gritos y pancartas, refleja una de las posiciones extremas que polarizan la polémica sobre la identidad valenciana. Califican de anticonstitucional la denominación País Valenciano, que debe ser modificada por la de reino y región; hacen ondear la senyera con franja azul como la única,que representa al pueblo valenciano y practican un furibundo anticapalanismo, por considerar que la lengua valenciana se configuró al margen de la influencia del Principado.

Su presencia había decaído desde que en mayo último actuaran en la manifestación contra la bandera del Consejo, donde el servicio de orden estuvo a cargo de miembros de la CONS (Central Obrera Nacional Sindicalista) y Fuerza Nueva. Pero la amplia campaña llevada a cabo por la presidencia del Consejo para obtener el apoyo de los ayuntamientos a la vía autonómica del artículo 151 ha vuelto a encrespar sus ánimos.

El consejero del Interior y diputado de UCD, Enrique Monsonís,manifestó a EL PAIS que «nada justifica las agresiones físicas que acompañan a estos incidentes».

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