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Reportaje:

"Ioan dijo que descuartizó a dos chicas"

Cinco mujeres relatan brutales agresiones y testifican contra Ioan Clamparu, 'Cabeza de Cerdo', el traficante rumano para el que el fiscal pide 28 años de cárcel

Mónica Ceberio Belaza

El teléfono móvil que le dieron incluía una agenda con el número de "Papá", el jefe de todo el tinglado, que cada día la llamaba para saber cuánto había ganado en el club. Ella había conocido a Papá personalmente poco después de llegar a Madrid desde Rumanía. En una terraza, el "capo" había escrito en papelitos el nombre de las seis chicas que habían llegado esa semana. Después, cada uno de sus hombres cogía un papel para saber quién le había correspondido. A partir de ese momento, era el encargado de controlar a esa mujer y sus ganancias como prostituta forzosa. Pepa, el nombre ficticio de esta mujer que consta en el sumario judicial por prostitución forzosa contra el rumano Ioan Clamparu, también llamado Cabeza de Cerdo o Papá, se escapó después de ser obligada a prostituirse en clubs y en la Casa de Campo, según su declaración. Una compañera le contó que Clamparu le había clavado un cuchillo en la cabeza y que había matado y descuartizado a otras dos chicas, cuyos cuerpos destrozados fueron arrojados al campo en bolsas de basura.

El juicio se celebrará el 1 de febrero en la Audiencia de Madrid
"Harto de huir", Clamparu se entregó en septiembre a la policía española

A Pepa no solo una compañera le comentó el descuartizamiento de dos mujeres. Según ha referido en sus declaraciones, el mismo Clamparu lo hizo, dos semanas después, quién sabe si para amedrentarla o porque era cierto. Les dijo a ella y a otras chicas que si le daban problemas acabarían igual que las dos asesinadas; y que en la casa de campo que tenía en Mallorca "había atado a un árbol a una chica a la que después atacaron unos perros que tiene en el chalé, matándola"; que "antes de atarla la había torturado cortándole los dedos y arrancándole los dientes" y que, tras matarla los perros, también la había descuartizado y metido su cuerpo en bolsas de basura. Según el relato de la mujer, les aseguró que había disfrutado mucho viendo cómo la atacaban los perros porque la chica "se lo merecía". Su chulo enseñó a Pepa después una foto en la que aparecía una joven atada de manos sentada en una silla con los ojos y boca tapados, y le dijo que era la chica a la que habían matado.

Otras víctimas en este y otros procesos, en España y Rumanía, También sostienen que Papá es Ioan Clamparu, Cabeza de Cerdo, de 43 años, considerado uno de los mayores traficantes de mujeres del mundo. La policía española y europea lo buscó denodadamente durante años hasta que, finalmente, se entregó él mismo a finales de septiembre alegando que estaba cansado de vivir en la clandestinidad. A pesar de que se cree que ha podido traficar con centenares, o incluso miles de mujeres, en Madrid se le juzgará solo por cinco casos de prostitución forzosa ocurridos en 2000 y con un escrito de acusación de la fiscalía que data de julio de 2002. Se trata, probablemente, de un capítulo muy pequeño de su historial criminal, pero sin embargo podría acarrearle hasta 28 años de cárcel, según la petición de la fiscalía.

El juicio estaba previsto para el próximo martes en la Audiencia Provincial de Madrid, pero uno de los abogados de la defensa ha pedido un aplazamiento alegando que no podía asistir a la vista, que se celebrará finalmente el 1 de febrero. El testimonio de cinco mujeres, entre ellas Pepa, con un valor extraordinario -delatar al jefe de un grupo criminal de este tipo implica poner en riesgo su propia vida y la de sus familiares-, es lo que ha permitido sentar finalmente en el banquillo a Clamparu, considerado por la policía la cabeza de una multinacional de la prostitución que ha generado millones de euros de beneficios.

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Otra de las testigos explica en sus declaraciones cómo le ofrecieron en Rumanía un trabajo como planchadora en España y cómo la violaron varias veces dos hombres, entre otras agresiones y palizas, para doblegar su voluntad y lograr que se prostituyera en la Casa de Campo y en el club Flowers Park de la carretera de A Coruña. Esta mujer declaró, en el año 2000, que su chulo y otros miembros de la organización entregaban cada mes a Clamparu alrededor de dos millones de pesetas para que pudiera traer a más jóvenes de Rumanía con las que continuar el lucrativo y violento negocio. Ella alertó también de que una menor rumana había sido obligada a abortar en una clínica de Madrid. Es otro de los casos por los que la fiscalía acusa a Clamparu: por un delito de prostitución de menores y otro de aborto.

La organización de Cabeza de Cerdo, según las mujeres, les prestaba dinero para venir a España y después sus hombres les cobraban el doble o el triple de lo les habían dicho en un principio; luego les daban pasaportes falsos de países del Este de Europa, les retenían el verdadero y las colocaban en sus nuevos trabajos. Durante los primeros meses debían entregar todo lo que ganaban a la organización; en una segunda fase entregaban la mitad hasta que las mandaban de vuelta. El dinero, según las testigos, viajaba a cuentas de Clamparu a través de Western Union. Si alguna no trabajaba lo suficiente, según una de las testigos, era vendida a los albaneses. Antes de una paliza, para que no se notaran los golpes en una mujer que después estaba obligada a captar clientes, en ocasiones las metían en la ducha y las mojaban con agua fría.

La fiscalía acusa a Clamparu de haber obligado a prostituirse a cinco mujeres, entre ellas a una menor, y pide cuatro años de cárcel por cada uno de los delitos. Aparte, por el aborto, el Ministerio Público solicita que se imponga una pena de ocho años de prisión. Mientras tanto, en la Audiencia Nacional se está estudiando la petición de extradición de Rumanía. En su país, Cabeza de Cerdo -al que llaman así por su gran envergadura- ha sido condenado en ausencia a 13 años de cárcel por tráfico de mujeres, prostitución forzosa y blanqueo de capitales. La sentencia es firme desde el pasado febrero.

Prostitutas en la Casa de Campo de Madrid.
Prostitutas en la Casa de Campo de Madrid.BERNARDO PÉREZ

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Sobre la firma

Mónica Ceberio Belaza
Reportera y coordinadora de proyectos especiales. Ex directora adjunta de EL PAÍS. Especializada en temas sociales, contó en exclusiva los encuentros entre presos de ETA y sus víctimas. Premio Ortega y Gasset 2014 por 'En la calle, una historia de desahucios' y del Ministerio de Igualdad en 2009 por la serie sobre trata ‘La esclavitud invisible’.
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