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Reportaje:PRIMERA VÍCTIMA ESPAÑOLA EN LA POSGUERRA DE IRAK

"Irak era el broche de oro de su carrera militar"

El féretro del capitán de navío viajó ayer de Bagdad a El Puerto de Santa María, donde familiares y amigos asistieron a su funeral

Honores militares acompañaron ayer al cadáver del capitán de navío Manuel Martín-Oar, tanto al partir de madrugada de Irak, como a su llegada a las 15.25 a España, a la base naval de Rota (Cádiz), tras ocho horas de vuelo y dos escalas, en Basora (Irak) y Damasco (Siria).

Sus compañeros de la misión de Naciones Unidas en Bagdad, encabezados por el embajador español, Miguel Benzo, superior y amigo del fallecido, acompañaron su féretro, cubierto por una bandera española, cuando subió a las cinco de la madrugada (hora española) al Boeing 707 fletado por el Ejército español. Antes, los militares destacados en la capital iraquí le rindieron honores y rezaron por su descanso.

El cuerpo del capitán de navío viajó acompañado por su hijo mayor y su cuñado, así como por el subsecretario de Estado de Defensa, Fernando Díaz Moreno; el almirante Miguel Beltrán y el propio Benzo.

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A su llegada a Rota, se instaló una capilla ardiente en el interior del recinto militar, en la que permaneció la familia en la más estricta intimidad, según informaron fuentes de Defensa, y donde el ministro Federico Trillo-Figueroa le impuso a título póstumo la Gran Cruz del Mérito Naval con distintivo amarillo, por haber fallecido en un atentado terrorista.

Los familiares del fallecido habían expresado su deseo de que el militar fuera incinerado y enterrado en El Puerto de Santa María (Cádiz), donde habitualmente pasaba los veranos, y así estaba previsto para la tarde de ayer. De ahí que el avión aterrizara en la base roteña.

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Pero a última hora, el Ministerio de Defensa anunció que la incineración quedaba pospuesta por la necesidad de practicar una autopsia que determinará la causa de la muerte, en principio atribuida a una hemorragia provocada por un traumatismo craneoencefálico grave. El examen forense ha sido fijado para esta misma mañana en el tanatorio de Rota.

Sí pudo celebrarse en cambio un funeral, a las siete de la tarde, en la iglesia mayor prioral de El Puerto de Santa María. Al acto acudieron los ministros de Defensa, Trillo-Figueroa; de Exteriores, Ana Palacio, y de Administraciones Públicas, Javier Arenas. Acudieron también el presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves; el delegado del Gobierno en esta comunidad, Juan Ignacio Zoido, y la presidenta regional del PP, Teófila Martínez, entre otras personalidades.

Tras la misa, los familiares más directos cargaron el féretro, que abandonó la iglesia entre los aplausos de los presentes, seguido por los cuatro hijos del militar fallecido y de su viuda, Emilia Ripoll, quien llevaba en su manos la bandera española que había cubierto el féretro durante la homilía y la gorra de su esposo, que le había entregado el ministro de Defensa.

Durante la homilía, el obispo de la diócesis Asidonia-Jerez, Juan del Río, mostró el rotundo rechazo de la Iglesia al terrorismo. "Ante cualquier tipo de terrorismo, sea del color que sea, lejano o próximo, no caben medias tintas", afirmó. Asimismo destacó los valores humanos de Martín-Oar, especialmente su sacrificio, bondad y entrega a los demás, y subrayó que pidió estar destinado en Irak. Lo había expresado antes de la ceremonia Fernando Díez, secretario de Estado para la Defensa, al declarar que era "uno de los más de 200 funcionarios españoles que se ofrecieron voluntarios para la reconstrucción de Irak".

Su viuda relató en Radio Nacional cómo había recibido el encargo de viajar a Bagdad: "Cuando surgió este trabajo, vino a casa entusiasmado, porque era el broche de oro de su carrera militar: reconstruir un país y ayudar a tantísima gente que lo había pasado tan mal".

Destacó también que ésta había sido una constante en toda su trayectoria: "Toda su carrera fue igual. La primera vez que trabajó en Naciones Unidas, en el año 1994, y cuando luego estuvo trabajando con la guerrilla guatemalteca. Él siempre que hacía una cosa la hacía pensando en que era para ayudar a los demás. Era una persona entregada".

En la misma línea, una de sus hijas manifestó que cuando se es militar y se va en una misión similar se sabe que se corre peligro. "Era su trabajo y él estaba muy contento con lo que estaba haciendo", añadió. "Si eres militar, eres militar. Tienes que correr con todas las consecuencias".

Con la misma entereza ante la muerte de su familiar, el hermano del capitán de navío, Asís Martín-Oar, declaró que la familia no tiene nada que objetar a las autoridades españolas. "Es la muerte de una persona por un acto terrorista y, claramente, no hay que buscarle tres pies al gato. Le ha tocado a él, pero al final estaba en una misión de riesgo y ha muerto en un ataque terrorista", dijo.

La muerte de Martín-Oar causó ayer un gran pesar en El Puerto de Santa María. La ciudad gaditana fue el primer destino del capitán de navío, donde residió seis años, tras concluir su periodo de formación en la academia militar de Marín (Pontevedra), como piloto de helicópteros en la quinta escuadrilla Shikorsky, donde pilotaba un modelo SH3 Delta.

Durante ese periodo, entre 1974 y 1980, estableció su residencia en un grupo de viviendas militares y, a pesar de que más tarde fue destinado a otros puestos, nunca perdió su vinculación con la ciudad gaditana. De hecho, tenía una vivienda en un bloque de pisos de la urbanización portuense de Pinar Alto, donde disfrutaba de sus periodos de descanso.

Todavía mantenía relación con algunos compañeros de promoción destinados en la base de Rota o en las instalaciones de Defensa en San Fernando y en Cádiz. Estos allegados lo definieron ayer como un hombre "afable e inteligente".

Martín-Oar, que era muy aficionado a la pintura, había recogido en numerosas ocasiones paisajes de la bahía de Cádiz en sus obras, que ahora serán expuestas en su localidad natal, Villanueva de la Cañada (Madrid).

Por eso, los portuenses despidieron ayer con cariño a Martín-Oar y con una masiva presencia en torno a la iglesia donde se ofició su funeral. También los trabajadores de la base de Rota, un colectivo de 1.200 empleados civiles españoles, expresaron su "lamento" y el presidente del comité laboral, José Sabido, destacó que dada la vinculación del militar con la bahía de Cádiz lo despedían "como a un paisano".

Durante toda la jornada, la familia del militar recibió el pésame de diferentes instituciones y personalidades, entre ellas, la de la Casa Real y los ministerios de Defensa y Asuntos Exteriores.

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