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Entrevista:

"Los nacionalistas no deben olvidar que ETA mata en su nombre"

Ramón Jáuregui cree que los partidos vascos deben hacer "un punto y aparte" y abordar descarnadamente el auge del terrorismo y de la violencia callejera. Habla de "fracaso colectivo", afirma que la batalla se está perdiendo en algunos terrenos y plantea la necesidad de acabar con la idea, a su juicio falsa, de que "algo se mueve en el mundo de ETA". El dirigente socialista vasco, de 47 años, dice que los nacionalistas deben preguntarse por qué ETA sigue matando en su nombre. Ve en la autodeterminación "el principio de nuevas divisiones y problemas" y percibe a la sociedad vasca atemorizada y acomodada a una situación que considera preocupante.Pregunta. ¿Está ganando fuerza la idea de que la unidad de la Mesa de Ajuria Enea no es imprescindible?

Respuesta. Es un proceso muy preocupante de cara al futuro, porque la pérdida de la unidad sería un paso atrás sumamente peligroso. La parte nacionalista del Pacto, PNV y EA, está permanentemente sujeta a la tentación de creer que la solución del terrorismo consiste en más nacionalismo. Es lo mismo que sostenían en los años ochenta cuando nos decían que la fórmula para acabar con ETA era más autonomía.

P. ¿El abandono del principio de unanimidad dibuja un horizonte de división con los partidos nacionalistas e IU nucleados en torno al derecho de autodeterminación?

R. El panorama es bastante sombrío porque me parece un error ingenuo y peligroso pensar que la autodeterminación traerá el final de la violencia. La autodeterminación no sólo no es la solución, sino el principio de nuevos y graves problemas, la vía que conduce a la fractura social y política de los vascos. En esta materia, entiendo más fácilmente a los nacionalistas que a IU. Francamente, me parece cosa de visionarios qué, a estas alturas, IU nos descubra el Mediterráneo proponiendo la autodeterminación.

P. ¿Cuál es su alternativa?

R. Desde luego, la alternativa democrática al terrorismo no puede ser ceder al chantaje de ETA, permitir que la mayoría se someta a los dictados de la minoría. La solución es mantener los pilares de la estrategia seguida hasta ahora. Un autogobierno avanzado que haga que los vascos nos sintamos cómodos, eficacia policial, cooperación internacional, movilización ciudadana y unidad de los demócratas.

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P. ¿PNV, EA e IU han promovido la convocatoria de la Mesa de Ajuria Enea porque necesitaban escenificar públicamente sus diferencias en el asunto de los GAL?

R. El PNV y EA han acusado probablemente la presión de sus entornos sociológicos y han optado por realizar una especie de protesta pública utilizando a la Mesa de Ajuria Enea como un parlamento de verano. La actitud de IU es producto de su obsesiónantisocialista. Es curioso cómo el fantasma de los GAL sigue envenenando 10 años después la política española y desorientando a la sociedad. Estamos en una extraña esquizofrenia notica con un sector de la opinión pública empeñado en agitar el fantasma, en ir siempre dos pasos por delante de los propios tribunales.

P. ¿Está de acuerdo en que las resoluciones de la Mesa de Ajuria Enea se adopten por mayorías de 4 a 2, por ejemplo?

R. Las mayorías pueden ser aplicadas pero siempre que sean amplias y cualificadas, que representen a las mayorías reales, que tengan un alto soporte parlamentario. No quiero que nadie se ofenda, pero está claro que los acuerdos trascendentales deben contar con el apoyo del PNV, del PSE-EE y del PP. La Mesa no debe perder la perspectiva de que el problema de ETA afecta no sólo al Ejecutivo vasco, sino también al Gobierno de Madrid.

P. ¿El lehendakari ha actuado correctamente convocando a la Mesa?

R. Ha seguido las reglas establecidas para las convocatorias, pero se ha escorado a favor de los convocantes en el escrito que expuso en la reunión

P. ¿Por qué los socialistas no han querido capitalizar el trabajo en la investigación de los GAL llevado a cabo por el anterior equipo de Interior?

R. Nadie nos ha hecho caso, porque lo que yo llamo el estado de opinión está plenamente volcado en otra dirección. Cuando Felipe González llamó a Juan Alberto Belloch tomó una decisión drástica, pero esa tarea ha servido de bien poco.

P. ¿La persistencia del protagonismo de los GAL condena al PSOE a no ejercer una verdadera oposición?

R. No. Había un cansancio sobre lo que provenía de los socialistas, y expectativas hacia lo nuevo que traería el PP. Además, estaba el plazo de cortesía parlamentaria, que el PP ha aprovechado para adoptar decisiones de hondo calado reaccionario.

P. ¿Diría que el Pacto de Ajuria Enea se encuentra en un momento muy delicado?

R. Estamos en un impasse. Necesitamos hacer una reflexión muy profunda y no le niego que añoro momentos pasados, de pronunciamientos firmes y nítidos.

P. ¿Sobre qué deben reflexionar profundamente?

R. Debemos abordar mucho más los problemas que la violencia de ETA produce ahora y aquí a vascos y españoles. Salvo que no queramos ver lo que pasa a nuestro alrededor, debemos preocuparnos seriamente de la violencia callejera. La instalación de cámaras de vídeo puede ser un pequeña ayuda, pero necesitamos dar una respuesta más amplia. Deberíamos preocuparnos también por las consecuencias del asesinato de Isidro Usabiaga y de la bomba que mutiló a un empleado de la patronal guipuzcoana Adegui. ¿La capacidad de ETA para imponer el miedo y recaudar más dinero de la extorsión no ha aumentado a raíz de esos atentados? Debería preocuparnos la debilidad de la respuesta ciudadana, el riesgo de que la unidad de los demócratas se rompa por cuestiones partidarias y el endurecimiento de la estrategia terrorista desde hace ya año y medio.

P. ¿No abordan estas cuestiones en las reuniones de la Mesa?

R. Ha llegado el momento de hacer un punto y aparte. Llevamos demasiados años engañándonos con la esperanza de que algo pasa dentro del mundo de ETA. Llevamos así desde los tiempos de Argel, cuando lo cierto es que ahí no pasa nada que no sea lo de siempre. No pasa nada. Tenemos que reconocer que en todo lo que está ocurriendo con la violencia terrorista hay bastante de fracaso colectivo nuestro. Debemos preguntarnos urgentemente si hemos acertado en todo.

P. Dígame, ¿en qué se han equivocado?

R. Por empezar con la autocrítica, tengo que referirme a los errores de la represión policial de los aparatos del Estado heredados del franquismo y le diré que mantenerlos ha sido un error. Hablemos también claro de la educación que se imparte en euskera. Que nadie se ofenda si digo que existe una conexión entre la violencia callejera y determinados centros educativos. No digo más, pero eso es así?

P. No dice más, pero alude claramente a las ikastolas (escuelas).

R. Hablar genéricamente de las ikastolas sería ofender a todas, pero digo y sostengo que determinadas ikastolas fomentan la violencia. Digo también que los nacionalistas no deben olvidar que se sigue matando en su nombre. Deben preguntarse por qué adolescentes y jóvenes de 15 y 17 años, hijos de nacionalistas, queman autobuses y se encapuchan para apalear a la gente. Deben y debemos reflexionar por qué hacen hoy estas cosas cuando pueden defender libremente la independencia y lo que quieran por la vía política. Hablo también de la Iglesia y de su ya clásica equidistancia, hablo del acomodamiento colectivo a esta situación.

P. ¿Cree que la sociedad vasca está atemorizada?

R. Atemorizada y acomododa a la situación. Aunque las cosas que pasan siguen escandalizando a todo el mundo, el grado de movilización ciudadana es muy pequeño, entre otras cosas porque la presión que KAS empezó a ejercer desde el secuestro de Aldaya no ha sido favorable precisamente a los pacifistas. Los grupos pacifistas han preferido actuar con total independencia de los partidos y, a su vez, los partidos hemos dejado que fueran ellos y sólo ellos los que movilizaran a la gente.

P. ¿Duda de la capacidad de la sociedad vasca para hacer frente a la estrategia de ETA?

R. Me parece un fracaso indudable ver que hoy, con un autogobierno sin parangón en la historia de Euskadi, hay hijos de nacionalistas que les dicen a sus padres que ellos luchan por los mismos ideales pero de verdad. Es lo mismo que los miembros de ETA les decían a sus padres en los años setenta. Se está perdiendo en esa batalla. Después de Bidart ha habido una relajación que ellos han aprovechado para reorganizarse y crear un frente de violencia terrorista y callejera. Es muy preocupante porque además captan a muchos jóvenes.

P. Pinta usted un panorama inquietante.

R. Y, sin embargo, mi esperanza está en los jóvenes. Hay también bastantes héroes anónimos en este país, gentes que se enfrentan, que defienden su libertad en solitario. Lo que pasa es que esas gentes necesitan tener algo detrás, necesitan un respaldo que los partidos no les estamos dando. Debemos involucrarnos mucho más en la respuesta social en la calle, reflexionar sobre qué es lo que está pasando desde hace año y medio.

P. ¿Se puede ejercer la dirección y la pedagogía políticas mientras en un mismo discurso se proclama que ETA no quiere negociar y, simultáneamente, se ensalza la teoría del permanente diálogo con ETA y se critica el supuesto inmovilismo del Gobierno y del Pacto?

R. En algunos casos hay un falso acomodo y en otros puede haber un voluntarismo ingenuo. La solución vendrá a través de un diálogo político de amplio espectro, pero los demócratas tendremos antes que ganar la batalla. Es una ingenuidad pensar que hay un margen negociador. Hace falta pedagogía política, y no se hace. Añoro los primeros años del Pacto, 1987 y 1988.

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