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Llamazares saca el "no a la guerra" y altera al presidente

Carlos E. Cué

Casi nada es casual en política. Gaspar Llamazares fue el primer dirigente en visitar oficialmente La Moncloa en 2004, nada más ser elegido presidente José Luis Rodríguez Zapatero. "Trato preferente", lo llamaban entonces. Al líder del PSOE le obsesiona la relación con Izquierda Unida. Buena parte de su éxito se debe al voto prestado de esa izquierda que ahora, con los recortes, teme perder.

Cuando habla Llamazares en el Congreso y le critica, parece que hablara la voz de la conciencia de Zapatero. Es como si en el diputado comunista asturiano viera a aquel joven gallego que le gritó "no nos falles" en la noche electoral de 2004. Llamazares le dijo ayer que había fallado, que había cambiado desde que ambos entonaron el "no a la guerra" en 2003. Y Zapatero, que había mantenido un tono suave, institucional, cambió de tercio por completo.

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"Quién le ha visto y quién le ve", le soltó el portavoz de IU. "Hemos pasado del ¡OTAN no! y del ¡No a la guerra! al sí a esta guerra y a encabezarla. No es La Odisea o, si es La Odisea, no vamos de Troya a Ítaca, vamos al revés, de Ítaca a Troya", remató en referencia al nombre de la operación. El PP contemplaba entusiasmado la guerra de la izquierda. "Ítaca no es el destino. Según Kavafis, es el viaje. España tiene que estar promoviendo los derechos humanos", le contestó Rosa Díez (UPyD), que apoya la intervención.

No a Irak, sí a Libia

Zapatero fue mucho más lejos. Le acusó de ser "agresivo". Y con tono de dolor, casi como si un miembro de su familia le hubiera abandonado, le criticó por haber hecho una "burda y superficial" desfiguración de la posición del PSOE. Zapatero se enfadó cuando Llamazares comparó Irak con Libia, que tiene el paraguas de la ONU. Y se molestó con la idea de que se ataca por el petróleo: "En Afganistán no hay petróleo ni gas; había un régimen talibán que ayudó al 11-S, y apoyamos la intervención" clamó entre aplausos del PSOE.

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Tan intenso fue el cruce, tan evidente era que Zapatero se juega mucho en esta batalla de la izquierda, que el presidente Bono sólo concedió una réplica: la de Llamazares. Éste insistió en que en Sudáfrica, sin intervención militar, con presión, embargo y diplomacia, se ha construido una democracia con futuro. Zapatero bajó el tono al final, pero mantuvo el fondo: le recordó que Gadafi se compara con Franco -golpe para la izquierda- y le espetó: "Si se produce un movimiento democrático como el del mundo árabe, hay que apoyarlo. No frenar a Gadafi sería una señal muy negativa".

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