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Marruecos da por muertos a los 24 inmigrantes desaparecidos en el naufragio del Estrecho

Nadie busca ya sus cuerpos. Marruecos da también por fallecidos a los 24 inmigrantes ilegales que desaparecieron en aguas del Estrecho de Gibraltar hace una semana al hundirse la patera en la que viajaban hacia España. Por el momento sólo se han podido localizar tres cuerpos en diferentes lugares próximos a Tánger -con ellos, los fallecidos sumarían 27-, mientras el marinero que llevaba la barca continúa en dependencias judiciales revelando detalles de la singladura mortal. "Soy responsable del naufragio de 27 personas", aseguró Abdelaziz Bugapa, de 30 años, soltero y vecino de Tánger, cuando hacia las diez de la mañana del martes se presentó voluntariamente en los servicios regionales de la policía judicial de Tánger.

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El único superviviente del naufragio del pasado sábado explicó que había podido salvarse del desastre tras haber nadado durante tres horas hacia una playa cercana a Tánger y que, aunque en principio pensó en no decir nada, su conciencia acabó remordiéndole y decidió presentarse ante las autoridades.Abdelaziz Bugapa será juzgado el lunes en Tánger acusado de homicidio involuntario, no asistencia a personas en peligro, estafa e incitación a la inmigración clandestina. Bugapa podría ser condenado a una pena que oscila entre 7 y 10 años de cárcel. El patrón de la patera ha confesado que por realizar la travesía cobró a cada uno de los inmigrantes ilegales 4.000 dirhams (alrededor de 60.000 pesetas), cantidad que duplica el salario medio de un marroquí. Bugapa ganó con esta operación más de un millón y medio de pesetas.

La patera partió a las diez de la noche del viernes día 4 de una playa de Larache, localidad situada a 200 kilómetros al norte de Rabat y 80 al sur de Tánger, pero volcó tras una maniobra peligrosa al intentar evitar la colisión con un navío de mayor tonelaje al que confundieron con una patrullera de la Marina Real marroquí.

El mismo día que el patrón de la patera se entregó a la policía, los servicios de vigilancia costera de Marruecos tenían ya indicios de lo sucedido, entre otras razones porque 48 horas antes, el domingo por la mañana, a 500 metros de la playa dé Sidi Bujnadel había sido localizado el cadáver de un hombre, de aspecto joven, sin señales aparentes de haber sufrido malos tratos, lo que hacía suponer que había fallecido en un naufragio.

A pesar de estas evidencias, a la que se le sumaron el hallazgo de otros dos cadáveres, así como la confesión del propio marinero, las autoridades marroquíes no alertaron en ningún momento a los servicios españoles de vigilancia marítima de la zona del Estrecho, ni siquiera a los de Tarifa (Cádiz), con los que mantiene fluidas relaciones y que han sido requeridos en múltiples ocasiones para trabajar en cualquier jurisdicción, incluida la de Marruecos.

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La Marina Real marroquí y la Gendarmería peinaron con discreción la zona durante dos días (lunes y martes), al cabo de los cuales dieron por cerrada las operaciones de búsqueda, a pesar de que durante toda la semana hubo buen tiempo y la mar en la zona estaba poco agitada. Una situación meteorológica que permitía la búsqueda de la nave y de los náufragos, pero que se vio truncada con la mar agitada y las ráfagas de viento que empezó a soplar. el jueves por la tarde, y que aún continúa haciéndolo.

Pero todavía hay más coincidencias. A la misma hora en que el marinero confesaba el naufragio, responsables de la policía española se encontraban reunidos con sus compañeros marroquíes en la ciudad de Tánger, en un intento de coordinar la lucha contra la inmigración clandestina y el tráfico de droga.

Hermético secreto

La información del naufragio se mantuvo en un hermético secreto y España no fue informada de ello, incluidas las autoridades consulares. Los expertos policiales de España y Marruecos continuaron sentados en la mesa, en una reunión que prolongaba la cumbre. que en Madrid habían celebrado los pasados 2 y 3 de octubre los respectivos ministros del Interior, Dris Basri y Jaime Mayor Oreja, en la que se habían comprometido y juramentado a intercambiarse ayuda, cooperación e información.En la cita policial de Tánger, que luego continuó en la vecina ciudad de Tetuán, se habló sobre todo de un problema puntual: el futuro de un grupo de 70 inmigrantes clandestinos magrebíes, perfectamente identificados, que espera, junto con otros cerca de 500 ilegales, en las ciudades de Ceuta y Melilla a ser repatriados.

El naufragio de Tánger no ha sorprendido a nadie. El drama de las pateras hundidas en el Estrecho se repite con frecuencia. Las crónicas de los periódicos de Marruecos, en las que se explican las desventuras de los inmigrantes de las pateras, están llenas de cadáveres que aparecen mecidos por las aguas. Ellos también son los restos de otros naufragios, menos conocidos o silenciados.

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