_
_
_
_
_
Las secuelas políticas del 27-M

Madrid: 20 años de fracasos

El PSOE ha perdido las últimas cinco elecciones locales y autonómicas

El PSOE no levanta cabeza en Madrid. La capital de España es un granero de votos para el PP y un pozo de frustraciones para los socialistas desde hace casi dos décadas. En el Ayuntamiento, el PSOE fue desalojado del gobierno por una moción de censura en 1989, y las urnas nunca volvieron a devolverle el bastón de mando; en el Gobierno autónomo, los socialistas lograron el último triunfo en 1991 -aunque ya con menos votos que los populares- y sufrieron un descalabro en 1995, con un Joaquín Leguina que en sus últimas elecciones fue barrido por Alberto Ruiz-Gallardón.

La Federación Socialista Madrileña -ahora Partido Socialista de Madrid (PSM)- ha vivido durante años al margen de la dirección federal. Las distintas familias del partido se lo guisaban y se lo comían, se repartían los puestos en las candidaturas, se cocinaban las campañas electorales y digerían las victorias o las derrotas. Todo era cosa de dos (bandos): los acostistas -liderados por José Acosta, versión madrileña del guerrismo- y los renovadores -dirigidos por Leguina-.

Más información
El 27-M pone en estado de alerta al PSOE

Entre ambos se harían un hueco a partir de 1994 los "renovadores por la base", un grupo encabezado por José Luis Balbás que pactó indistintamente con unos y con otros y que, aunque nunca fue mayoritario en la organización, se convirtió en clave en dos episodios trascendentales: apoyó a José Luis Rodríguez Zapatero como secretario general del PSOE -en un congreso que éste ganó por nueve votos- y acogió en su seno a Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez, los tránsfugas que impidieron un gobierno autónomo PSOE-IU en 2003.

La división entre familias pareció quedar aparcada por un instante, tras la elección en 2000 de Rafael Simancas como secretario regional: propuesto por los guerristas, fue apoyado por los renovadores y se ha mantenido fiel a Zapatero.

En las urnas, el PSM ha tenido un solo momento glorioso: en 1983, al rebufo de la victoria de Felipe González en las generales, el profesor Enrique Tierno Galván superó los 800.000 votos en la capital -hoy, con mucha más población, no llegan al medio millón los votantes socialistas- y Joaquín Leguina se convirtió en presidente regional con el 50,7% de los votos. Juan Barranco aún mantuvo la alcaldía, pero después empezaron las derrotas y la remontada ha sido imposible. En la Comunidad lo intentaron Cristina Almeida y Rafael Simancas. En el Ayuntamiento, Fernando Morán, Trinidad Jiménez y Miguel Sebastián, los dos últimos, apuestas personales de Zapatero. Todos fracasaron. Estos días anuncian que van a averiguar por qué.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete
EL PAÍS
EL PAÍS

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_